miércoles, 28 de julio de 2010

Tomas Aéreas en Ruta al Plomo desde la población de El Manteco

En las vastas soledades de los bosques y sabanas de El Manteco se esconden parajes de un extremo verdor, abundante flora selvática, salvaje, animales de monte en peligro de extinción, suaves colinas y cerros intrincados de la Formación Supamo, que se elevan sobre la margen derecha del lago de Guri, distante o cercano. 
En la ruta al Plomo Wadepatoy, se visualizan estos paisajes de la Guayana profunda, desde una antigua avioneta monomotor, que trepó alturas en un mes de julio con abundante nubosidad, con un tiempo de lluvia perenne que provoca con extrema frecuencia el retorno al aeródromo de El Manteco, ante la imposibilidad de adentrarse en esas las oscuras nubes que impiden el vuelo visual, en una zona donde hay ausencia absoluta de radioayudas e implementos de navegación seguros. 
Fue con motivo de una jornada social con la ministra de Pueblos Indígenas y con integrantes de varias organizaciones públicas, la antigua Onidex, Vive TV, Alcaldía de Piar, Fuerza Armada Bolivariana y con reporteros de los medios regionales, que se intentó contactar a la comunidad pemón que vive allá lejos en El Plomo, a un costado del Caroní, cuyo caudal enorme de julio, más de 12 mil metros cúbicos por segundo impidió igualmente ese día el viaje temerario por el curso fluvial del Caroní represado pero igualmente violento en su corriente más estrecha de la unión con el también impetuoso Paragua.
Queda pues este registro visual de los confines de la parroquia Pedro Cova, Sur de El Manteco, Austral del municipio Piar, como evidencia de la Venezuela aún no integrada, pero en hora buena conservada, a pesar del acoso de mineros, destrozadores de bosque y aventureros. 
Las tomas fotográficas, alteradas por supuesto por los ventanales envejecidos de la avenioneta son cortesía de la periodista Zuleyma Idrogo.

Imágenes de Upata Julio del 2010: Túnel vegetal en la calle Vargas, rio Yocoima, Plaza Van Prag, El apamate con la sede municipal al fondo, vía Chapire Sabanetica y campos agrícolas en La Esperanza

En Julio del 2010 Upata la Villa del Yocoima se caracterizó nuevamente por su ambiente húmedo, afín a este mes de intensas lluvias, de incesantes neblinas y humedad. Con temperaturas mínimas en torno a los 20 grados, con máximas leves de apenas 30 grados, con temperaturas medias de 24 y 25 grados, el valle se nos antojó fresco y grato para la convivencia en familia. Lluvias incesantes algunas de gran intensidad han caracterizado como es normal este mes de julio, que nos regala imágenes como la de un río Yocoima en creciente, debido al aporte de sus caños y quebradas principales. 
La ciudad también se prodiga en rincones de antaño, como el comienzo o fin de la calle Vargas pueblerina, visto desde el puente San Félix, con su cerro Corozo al frente, con su gente compartiendo en plazas y calles.  Recogemos una estampa típica de la Plaza Van Prag, al lado de lo que fue el Cine Canaima, hoy abasto chino, al lado de la moderna sede del Colegio Privado Manuel Piar.
También hay imágenes de la recta o subida de Chapire en ruta a Sabentica, fotos del apamate enorme de la Miranda con Piar, como antesala de la silueta del Palacio Municipal, en encuadre desde el mismo puente San Félix. 
En esta Upata plácida de julio mostramos parte de las zonas de cultivo cercanas a la Villa, en el sector La Esperanza, ya aradas para la siembra y con sus sinuosas topografías. 

 

Y como telón de fondo mostramos parte de ese cielo nublado de cúmulos nimbos, de colosales nubes trepando la estractófera, vistas desde la urbanización Bicentenario en una tarde de julio donde el valle del Yocoima fue acosado por perturbaciones atmosféricas de alto desarrollo vertical, algunas en juego de contrastes de forma con antenas domésticas y enormes torres de telecomunicaciones, o con la silueta oscura del follaje de los  árboles de mango,  el asiático "Mangifera Indica", originario de la lejana India, tan abundantes ayer, tan escasos hoy en los patios de esta Upata "moderna".

El tiempo lluvioso de julio se muestra (En tres tiempos,  con Sol en la mañana, con nubes bajas y oculto con neblinas) la plazoleta de Manuel Piar, con el Cerro Guacarapo La Viuda, al Este de Upata, coronada con dos hermosos ejemplares de Roble, especie vegetal otrora abundante al piedemonte de estas últimas estribaciones de la Sierra Imataca.


El Roble es el árbol emblemático del estado Sucre, pero abunda en los bosques deciduos y sabanas de la Guayana venezolana. Sobre este hermoso recurso de nuestra flora afirma el biólogo venezolano Jesús Hoyos, citado en el portal Web Noticiero Alternativo:
"A nuestro Roble se le conoce vulgarmente con los nombres de Roble blanco, Roble gusanero, Roble gateado, Roble montañero, Roble colorado, Tasajo y Uvedita. Botánicamente nuestro Roble no tiene ningún parentesco con el Roble europeo (Quercus). El hecho de que sea también un árbol muy resistente, de gran durabilidad y capaz de crecer en suelos pobres, le ha valido este nombre similar.
Este Roble, símbolo de la flora del Estado Sucre, es una especie propia de Venezuela (endémica), de amplia cobertura nacional. Crece entre los 10 y los 1. 500 m de altitud. Pertenece a la gran familia botánica de las Leguminosas, a la subfamilia de la Papilionáceas y a la tribu Dalbergia. Es conocido científicamente con el nombre de Platymiscium diamphum Blake
El Roble ha sido fuertemente explotado como fuentes de madera la cual es conocida en el mercado maderero con el nombre de “Panamá redwood”. Es una madera de color pardo- rojizo, consistente, dura, pesada, de grano fino, fácil de trabajar y de pulir. Tiene cantidad de usos como fabricación de xilófonos de las marimbas, mangos de utensilios, muebles en general, extremidades de los palos de billar, etc. Además, son árboles muy empleados en la ornamentación de avenidas, calles, plazas, parques, etc".

viernes, 23 de julio de 2010

Embalse de Guri supera el 24 de julio los 263 metros sobre el nivel del mar: De mantener tendencia de crecimiento a finales de agosto llegará a su máximo nivel


 De mantenerse la actual tendencia, a mediados de agosto el embalse de Guri lucirá como en la gráfica, que data del año 2008, cuando se elevaba a 268 metros sobre el nivel del mar en el sector Cogollar, distante 45 kilómetros al Sur de Upata vía El Manteco.
Desde los meses de abril mayo de 2010 el aporte al lago se incrementó por encima de sus promedios históricos. En junio julio se ha acercado a sus máximos históricos.
Después de la crísis hídrica que afectó su hoya el embalse de Guri luce ya recuperado. Desde su nivel mínimo este año de 248 metros el lago trepó en apenas dos meses y medio 15 metros. El sábado 24 de julio el embalse va a superar los 263 metros sobre el nivel del mar. Con un volumen útil del 66 por ciento.
Lluvias constantes en la cuenca alta del Caroní Paragua, son las responsables de este crecimiento del volumen útil de Guri, en mayo estuvo apenas a un 18 por ciento.
En mayo 2010 el lago de Guri inició recuperación, hasta el 12 de julio ha subido 12 metros.
El espejo de agua, que se perdió a dos kilómetros de la playa de Cogollar, ya está retornando a este sector, a tal punto de que ya es visible incluso desde la carretera a El Manteco. Buena nueva en fin. No hubo colapso del Guri.
Despúes de un primer trimestre crítico en abril mayo junio 2010 Guri alcanzó niveles óptimos de aporte de caudal, esenciales para su recuperación como fuente de generación hidroeléctrica
Queda pendiente eso sí la inversión para modernizar la central hidroeléctrica de Guri y corregir las anormalidades en la generación de esta gran planta que suministra junto a la escalera de centrales de Caruachi Macagua casi el 70 por ciento de la electricidad que demanda Venezuela. Durante junio julio hemos tenido promedios de caudal superiores a los 15 mil metros cúbicos por segundo, con días incluso  en los cuales el lago ha aumentado hasta 30 centímetros. A Dios Gracias. (Gráficos y Estadística proporcionada por la Oficina de Operación de Sistemas Interconectados OPSIS- Boletín Informativo Estadístico Junio 2010)

martes, 6 de julio de 2010

Upata de lo Posible: 248 años cumple la Villa del Yocoima


Upata, la Villa del Yocoima, Villa de Españoles le decían en ceremoniosa partida de nacimiento los padres capuchinos catalanes, cumple el 7 de julio 248 años de fundada.
Casi dos siglos y medio la han convertido a la capital del municipio Piar del estado Bolívar en referencia regional, por la calidad de su recurso humano, actividades socioproductivas y por su tránsito permanente hacia un estado superior en cuanto a sus posibilidades de desarrollo como asiento de vida para sus 100 mil habitantes.
Felicitaciones a todos los upatenses, herederos de aquellos pioneros que en 1762 plantaron su cruz, cultura, religión, ambiciones, y con ellas no menos visibles miserias, fantasías, locuras, voluntad de trabajo y ambiciones, en uno de los valles más hermosos de la región Guayana. 

 De clima agradable, tierra caliente pero suavizada con la brisa levísima que baja de las altiplanicies de Imataca y de sus montes circundantes, Upata es ruta obligada de turistas y transportación, en virtud de su excelente ubicación estratégica como antesala de la ruta internacional hacia el Sur profundo y la hermana República Federativa de Brasil, distante apenas 580 kilómetros de esta ciudad en crecimiento moderado pero incesante.

A 360 metros sobre el nivel del mar Upata disfruta de unos 25 grados de temperatura promedio, con lluvias moderadas, que orbitan los 1000 mm anuales, en medio de sabanas impetuosas y bosques de mediano porte, utilizados en antaño para el cultivo del café.


Tierra de tabacales, cañaverales, maizales, yucales, que hoy han cedido a la expansión urbana de sus barrios y urbanizaciones, Upata mantiene su presencia altiva en el concierto de los pueblos denominados del Sur de Guayana, puerta de entrada a los paisajes llanos y colinas del Yuruari Cuyuní, bosques y sabanas inmensas, antesala de las míticas selvas del Dorado y el 88, Sierra de Lema y las verdes praderas de la Gran Sabana, repletas de ríos, cascadas, tepuys, donde el indígena pemón sigue su lucha incesante por sobrevivir y erigirse en protagonista de su destino.
Upata cumple 248 años. Con una actividad económica en auge, repleta de comercios, bancos, empresas de servicios, industrias de madera, tiendas agropecuarias, con instituciones escolares modernas, activa vida universitaria y con un tráfico vehicular intenso en su casco central. Un centro histórico que de histórico tiene poco, diseñado sin prisa y sin planificación, para la vida en familia y la actividad mercantil, pero francamente inadecuado para recibir tanto automóvil, hostil para los peatones, que deben acostumbrarse a sus aceras mediocres, estrechas o repletas de tarantines.
Upata de los Carreros le dijo Gallegos en su inmortal novela Canaima. La tradición la corona como Upata de las Mujeres Hermosas. Hoy es Upata de la Juventud que dice presente con estudio y participación en sus actos cívicos y culturales. Upata de lo Posible le diriamos nosotros. Aún está lejos de alcanzar su plenitud como morada y ciudad armoniosa en su relación con el medio ambiente, destrozado en sus alrededores, con un río Yocoima que no es río sino cauce contaminado, con sus colinas agónicas de tanta sierra metálica, tanto conuco mal planificado y tanta codicia humana, incapaz de percibir lo bello y grato del canto de las aves, la solidez y silencio de las rocas milenarias, los aromas de sus plantas. Con un calor que se nos antoja demasiado impropio para su valle, en otroras tiempo cantado por lo agradable de su clima.
Upata Rosa del Bosque Mi Tierra. “Up ata” Tierra de guayanos, pueblos indígenas arrasados por la maldad y la ambición del hombre blanco, criollo después, inmigrantes que la transformaron y le dieron concreción como pueblo y ciudad aún sin un plan de desarrollo coherente. Urbe de porte humilde hecha a retazos, sin un plan estético, donde lo poco de antiguo de sus casonas viejas se confunde con toda clase de edificios que rinden culto a la cuadratura de lo simple y práctico, en buena medida levantados por la turquería siria libanesa y por los asiáticos, nuevos habitantes de este valle del Yocoima, emprendedores como pocos y protagonistas de su auge comercial, junto a descendientes de italianos, españoles, portugueses y no pocos venezolanos dedicados a la actividad privada.
Aún así, con todas sus pequeñas cosas, con toda sus fallas, Upata se eleva como morada y realidad una vez más. Quiere elevarse de sus errores y ausencia de proyectos de largo plazo, visiones cortoplacistas de gobernantes locales en hora buena expulsados de su Alcaldía, para erigirse como ciudad vibrante, epicentro de un espacio regional prodigioso en actividad ganadera, agrícola, forestal, minera, turística, industrial, comercial. Así es Upata la que hoy cumple 248 años y que clama como sus hijos upatenses un mejor destino. Que así sea.



Arriba vieja casona de la familia Fernández, hoy sede del Colegio Divino Salvador. Dos fotografías en diferentes tiempos de la sede actual de las Misiones Sociales en la calle Beneficiencia,  entre Van Prag e independencia, por dos décadas fue sede del comando de la Brigada de Selva, anteriormente fungió como hospital y sede provisional de liceos.  Esta edificación, planificada por el presidente Medina Angarita, fue inaugurada en 1945 es decir tiene 65 años de levantada y se conserva en excelentes condiciones, con toda su estructura original básica,




Como ya es tradición el poeta Daniel Ruiz, del Grupo Literario Babandí, y en su tiempo "libre" de fantasías y metáforas coordinador académico de la UNEG, le dedica unas metáforas a Upata en sus 248 años de fundada.

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Upata es un pie desnudo de mujer
besando el  lodo
en un atardecer nostálgico
al son de chicharras Ponribilin
 Upata es la palabra que arma
Canto de grillos
Como collares
Para  prenderlos en el cuello
De una ceiba noctambula
 Upata  es un presentimiento
Bañado de rocas
Zurcidas en el valle sabana de su desandar
 Upata es un corazón ave carpintero
 Picoteando sarrapias  en su vuelo etéreo
 Upata es un  revolotear de aves
Paraulateando en el corazón distante
De  aquel  que abandonó su  lar
 Upata es un ave  lapislázuli que traza trinos
En el cielo curvo
 Upata es una bandada de periquitos
Con la cara sucia
Manchada de arcilla
 Upata es una estrella  fabuladora
contándole cuentos a un grillo noctámbulo
 Upata es una dama vestida de encajes
esperando serenatas de gallos 

Upata pinta voz de silencios
Sus atardeceres  sueltan un collar de
caracoles
y  su río lázaro  nada la puerta del sol
mientras llora trinos que tiritan turbios
Upata se ríe como una jaula sin voces
y escribe ojos como frutas
Su pie sigue el tenor de los conciertos matutinos
Upata juega como un lagarto en la niebla
 Y evoca sonidos sin ecos sin lamentos 


  Daniel Ruiz Correa
 La Upata que se fue
Por supuesto la de las puertas abiertas, sillas y conversatorios en el frente silencioso.
La de los juegos infantiles, conchas, librao, trompos, cometas y boliches
La de los guaricongos danzantes, tricolores y juguetones
La de Pantaleta, con sus burros tristes y sus perros andrajosos, vendiendo estierco y profiriendo palabras intrincadas con su voz grave adornada con su solemne paltó no menos oloroso.
La de la Llorona que jamás lloró y el chivato que jamás se dejó ver, pura fantasía de pueblo
La de las Brujas que trepaban ramas en actos de equilibrismo en noches sombrías y al otro día iban presurosas a pedir sal, siempre las estuvimos esperando pero siempre fueron esquivas
La del tapón del Burro, La Viuda, Laguna Larga y el Dique, fuentes o depósitos de agua, acabados, arruinados por el progreso y ecocidas sin escrúpulos
La de los pocicles y la leche cruda y errante vendida a puerta de casa
La de la Perfecta y su azulado coche de reparto distribuyendo camisas, pantalones y trajes perfectamente planchados.
La de Capulina y su bar céntrico, la del Principal y el Caney, la de Polaco y Carmelo Los Compadres abriendo espacios para la parranda
La de los aguinaldos decembrinos, cuatro en mano, balde tamborero y desafinadas voces de muchachos pedigueños. “deme mi aguinaldo aunque sea un centavo”
La del helado de moriche, cada vez más escaso, la del almedrón y el mango besito, burrero, trinitario, nombres olvidados hoy por la moderna muchachada
La de los cines Bolívar, paraiso de películas chinas y mexicanas, la del Principal y el Canaima, diversión suprema en aquellos tiempos silenciosos.
La de las inolvidables orquestas, los Hermanos Bracho y su Maracaibo 5, Tilo, Banda X de El Pao de rotundo éxito en Upata.
La Upata de la inocencia, la vecinita mostrando su picardia y jugando al papá mamá por patios y salas, en ausencia de los celosos padres
La Upata de los bachacos culones, todo un carnaval en junio, al amparo de inviernos fortísimos, alimentos para la maldad infantil, víctimas de quemas inquisitoriales en envases de vidrio
La de los tari tari, los cigarrones, los congorochos, los feos tuqueques y las taras verdosas.
La de las latas de sardina y leche convertidas en prodigiosos coches, carromatos, trenes y carritos chocones, rines, cauchos, zapatos, imitando automóviles.
La de la hoja del cedro pisoteada arrojando su perfume fétido, provocando la estampida de la clase de turno, la del Babandí milagroso para rescatar virilidades fallidas, hoy extinto ante los empujes de la farmaceútica industrial y por culpa de quemas y talas irracionales.
La de las corridas de burras, viejo deporte varonil fallecido a Dios Gracias
La de los sapitos lipones, émulos de peces extraños, la de las viejas y guabinas, especímenes de agua dulce para los acuarios de niños pobres
La de los paseos al Corozo, desde abajo se veía la gente como hormiga trepándolo por su frente para coronarlo de cruces, flores, caratillo y la infantable agurdiente.
La de la calle Independencia que nacía allí al lado del Hospital Gervasio Vera Custodio y se esparramaba hasta La Romana en una linea carretera pueblerina, estrecha y poco transitada.
La de los carrizales utilizados como escondites y rines de boxeo, provocando luego picor, prurito para rato, a veces peligrosos refugios de picos de botella causantes de no pocos accidentes infantiles.
La de la cueva del Toro y su candado inexistente, la de los pasillos o túneles que comunicaban ficticiamente Toro con Corozo, la de los cristofués acusando a Cristo y los teu teu alcaravanes delatando a las muchachas embarazadas
La de la Semana Santa silenciosa, sagrada, sin carne, sin baños, sin paseo, sin música, sin nada, sólo el culto al Señor y su Pasión, apenas excusa para el juego de parapara al lado de la procesión.
En fin Upata es pasado y es historia sencilla de las cosa, expresión feliz de nuestro inmortal poeta caraqueño Aquiles Nazoa.  
Juan Ruiz Correa Upata-06 de Julio de 2010