miércoles, 2 de octubre de 2019

El chaparro soberano de las sabanas guayanesas

Vegetación de sabana en una colina de Upata, donde predomina visiblemene el chaparro Curatella americana como arbusto principal, todo sobre un suelo arenoso, alternado con afloramientos y rocas sueltas.

El "Curatella Americana" mejor conocido como Chaparro es una especie de gran abundancia al Norte y centro de Guayana. Este arbusto pertenece a la familia Dilleniaceae, de amplia distribución en casi todas las sabanas del norte de Suramérica, sus hojas por su peculiar textura en las zonas rurales son aún muy usadas para el lavado de platos y vasillas, y como lija natural. Destaca el chaparro por su particular forma arbustiva, dominante en las sabanas del trópico americano, y por su resistencia a las sequias y quemas forestales, pues salvo el daño a sus hojas, y a su corteza externa, si no es carbonizado puede sobrevivir a los típicos incendios del verano. 
Chaparro en una ladera mostrando su característico follaje.
Esta especie arbustiva de pequeño porte, quizá la más abundante de nuestras sabanas, ya que se adapta con facilidad a suelos ácidos, arenosos, pedregosos, donde crece en colonias, acompañada con otras plantas igual de resistentes al calor extremo y las quemas forestales como el manteco, el alcornoque llanero y carne asada: (Byrsonima crasifolia, Bowdichia virgiloides y Roupala montana).
En Venezuela el chaparro es arbusto de amplia distribución, observable en los terrenos arenosos, secos y bajos, desde el Zulia hasta el Delta, en la región de Los Llanos y Guayana es abundante su presencia, al igual que se encuentra en las tierras bajas y de menor humedad del piedemonte de las cordilleras andina y de la Costa.
Extensos chapararrales se extienden por leguas de sabana en la vía Upata El Manteco, también en la carretera Upata Guasipati, en la que une a Upata con Guri, y en buena parte de la ruta a San Félix, en las colinas de las sabanas altas que anteceden al sector rural boscoso de El Buey, en los cerros del norte de la ciudad, Guacarapo y El Toro. Extensos chaparrales crecen a sus anchas en las llanuras y colinas de la franja Sur del valle del Yocoima, hacia San Lorenzo, Laguna Larga, Unión 2000, La Madama. 

Poema al Chaparro Autor Daniel Ruiz Correa
 
Pequeños arbustos desperdigados por la sabana
 
Tallos retorcidos como la aridez del suelo
Rugosos duendecillos donde la sombra
Se cobija del agobiante sol
Semejan perritos de la pradera
Oteando los pasos del caminante
Gregario ser vegetal que ofrendas
Tu rugosa hoja, que desviste
El hollín de las perolas
Autoctono ser vegetal
Criollito como una arepa
Curatella americana 
Tu nombren evocan sin querer
Cuando le ofrendan a un niño su escarmiento
Hasta en los aposentos del sexo
Tu nombre ocupa un lugar privilegiado
Hasta en la gramática estas presente
Como diminutivo 
Pero yo te estimo en la sabana
En los pedregosos caminos de mi alma
Metáfora de células
Dendritas de ramas
Que hacen sipnasis con el viento

El Salto de Santa María de Upata en la zona de contacto de Imataca con Pastora

Aspecto del Salto de Santa María de Upata, en la temporada lluviosa del 2018.

Además de su privilegiada ubicación que le permite excelentes vistas panorámicas de la extensa región del Yuruari y de las serranías de Guacamayo, Machí, Apurito, El Cume y Tomasote, el sector de Santa María de Upata, cuenta con otros atractivos naturales, que deben ser adecuadamente preservados y acondicionados para el disfrute de la población local y visitantes. Entre éstos destaca El Salto, una irregular cascada de aguas cristalinas que desde sus cerros cercanos del Complejo de Imataca, ricos en cuarcitas ferruginosas, y rocas metamórficas abundantes en silicio,  se precipitan hasta los bosques más bajos, que marcan el inicio de las tierras de Pastora, una provincia geológica que en su vastedad constituyó durante millones de años el lecho de un antiguo y desaparecido mar, donde la actividad hidrotermal y los complejos procesos de mineralización dieron origen a uno de los yacimientos auríferos más ricos del continente americano.

martes, 16 de abril de 2019

4 meses sin lluvias y temperaturas máximas de 35 grados padecen habitantes de Upata en esta temporada de sequía extraordinaria generada por activación del Fenómeno del Niño

Cerro El Toro al este de Upata visto desde la serranía de Guacarapo.
Desde el la última semana de diciembre del año pasado 2018 en Upata, concretamente en la zona del piedemonte del Cerro El Toro, prácticamente no se registra ninguna precipitación, lo cual constituye una evidencia contundente de que nos encontramos en una de las temporadas de sequía más extrema de las últimas tres décadas, solo comparable a la vivida en 1984 y semejante a la que nos tocó padecer en el año 1995, cuando fuimos testigos no sólo de condiciones extremas sino de una pesada calina de polvo y humo que provocó alarma en la población. 
En esta oportunidad coinciden esas condiciones de sequía con la activación del Fenómeno del Niño, que ha provocado en el caso particular de Venezuela y la región Guayana condiciones muy particulares de temperaturas extremas y ausencia casi total de lluvias. En el mes de abril y con fuerza desde el ventoso mes de marzo nos ha tocado a los upatenses experimentar temperaturas en extremo cálidas, con máximos que en fecha reciente, el 15 de abril, rozaron los 35 grados centígrados a la sombra, un registro que supera en casi 3 grados el máximo promedio para esta época del año. Ese mismo día tuvimos valores inusuales de 31 grados a las seis de la tarde, y 28 grados a las 9 de noche.