Continúa señalando Juanita Buchholz que en 1816 las Misiones del Caroní todavía mantenían su fidelidad al Rey y ello le permitió seguir conservando sus privilegios, a tal punto de que en aquellos parajes del interior profundo de Guayana contaban con 41 miembros activos en su congregación, esparcidas en los pueblos de misión. A tal punto además que aquel auge le permitía a la Congregación guardar considerable riqueza en metálico en Demerara, en Barcelona España y en sus propias arcas en Guayana, además de los inventarios que guardaban en el almacén de San Joaquín y las miles de cabeza de ganado que pastaban en sus hatos.
Toda esta realidad nos dice la investigadora cambió en 1817 cuando al poco tiempo de llegar los republicanos y el ejército al mando de Piar no quedó un solo fraile en las misiones: 20 sufrieron el martirio en Caruachi, otros fallecieron por enfermedades contagiosas, muerte natural, y solo 5 lograron escapar y volver a España. "Este ocaso no fue llorado por todos, los indígenas celebraban que ya no serían sometidos a la servidumbre y opresión y los habitantes blancos de Upata veían como una gran oportunidad el rompimiento de las ataduras con los misioneros: tenían abierta la posibilidad de expandir sus tierras e iniciar un gobierno autónomo propio en su ámbito municipal o local".
Reseña en su estudio Buchholz como la población indígena se redujo por efecto del reclutamiento y en 1818 por la mortandad provocada por las fiebres endémicas y enfermedades contagiosas originadas por el consumo de carne en deplorables condiciones sanitarias. "Con la merma de la población desaparecieron mitos, leyendas, cuentos, cosmovisión, conocimientos de caza y vegetación, la historia de familias y tribus, los telares, los herreros, los curtidores, las jaboneras, las forjas ni siquiera había quien trabajara la tierra. Para colmo la iglesia ausente con su voz de consuelo, esperanza, fe, optimismo de una vida mejor. Y los nuevos propietarios se quedaron sin mano de obra". Esta es la situación crítica que refiere de Guayana y su región del Caroní y Yuruari luego de la llegada de los patriotas al poder en la Provincia. La población mermó de más de 20 mil a menos de 4 mil, y no había un solo religioso capaz de llevar consuelo y el mensaje cristiano a los que quedaban, y en ocasiones asediados hasta por bandidos y cuatreros, como un tal Patricio Astudillo, luego capturado y fusilado por las autoridades en 1819. Hasta 1823 no hubo cura en aquellas zonas.
Solo en 1823 se volvió a escuchar la voz de Dios en la persona del cura Pedro Miguel de Aguinagalde, nombrado como párroco del Cantón Upata. Solo duró dos años al frente de aquel rebaño, porque en 1825 le fue ordenado su regreso a Angostura y una vez más la zona se quedó sin titular eclesiástico,. Ante la ausencia de cura los pobladores de Upata, necesitados de un ministro para impartir la eucaristía y los sacramentos, bautizos, matrimonios, etc, lograron el auxilio del párroco del Bajo Orinoco, pero a éste no le fue posible realizar labor pastoral alguna por la negativa del vicario de Angostura, que lo desautorizó para ejercer el apostolado en Upata, ante lo cual los vecinos solicitaron formalmente que se le concediera a este buen padre llevar la palabra y los sacramentos hasta que le fuera asignado un cura a este territorio, esto ocurrió en 1828. Los problemas de la iglesia se habían agudizado recientemente debido al supuesto desfalco que de su patrimonio hiciera el vecino Franciso Villasana, quien fungía como mayordomo del patrimonio, reliquia y haberes de la Iglesia.
Luego de prisión preventivas los vecinos y el señor Villasana se comprometen a cancelar y devolver parte de ese patrimonio afectado, para lo cual fue necesaria en la villa la presencia del antiguo cura del Cantón el padre Aguinagalde, quien nombró nuevo mayordomo y aprovechó en ese año 1828 para poner en orden algunos asuntos internos y atender los requerimientos espirituales de la población.
No sería sino hasta el 28 de marzo de 1829 cuando por fin la Iglesia, a través del Obispo, decide encomendar a Fray Blas Caballero como párroco provisional o interino de Upata, Divina Pastora y Caroní. Finalmente fue en 1831 que este acto recibió la aprobación del poder civil, cuando una vez derrotada una conjura contra la naciente República de Venezuela- sancionada un año antes y expulsado el obispo Talavera por negarse a juramentar la nueva Constitución- en compensación Upata pudo gozar del privilegio de contar con un párroco con todas las de la ley.
En resumen éste es la historia de la Iglesia que rescata la investigadora en su estudio sobre la iglesia en Upata luego de la llegada de los patriotas al poder en 1817. Sin duda un aporte interesante para la adecuada comprensión de la historia local y regional, que debe ser difundido para el cabal conocimientro sobre nuestros orígenes y devenir como pueblo.
Cambios Demográficos en las Misiones. Otro estudio de Buchholz
Además de la investigación sobre la Iglesia Católica en el Cantón Upata Juanita Buchholz de la UCAB Guayana publicó otro estudio denominado CAMBIOS DEMOGRÁFICOS EN LAS MISIONES DEL CARONÍ 1816-1823 en el cual recoge y aporta nuevos datos sobre los efectos de la Guerra de Independencia en la región de las misiones del Caroní durante los primeros años de la Gran Colombia. En el que destaca el desastre demográfico que provocó la militarización de las misiones a partir de 1817, por el triple daño de recluta forzosa, enfermedades contagiosas y huida de los naturales de sus pueblos. Es un impacto ciertamente tremendo, que da no obstante origen en paralelo a un cambio en la conformación demográfico que se evidencia no solo por el desplazamiento de la población indígena, sino por la cada vez más importante presencia de criollos en los anteriores pueblos de misión, donde vislumbra un esfuerzo de repoblamiento, que se centra en el interés de los nuevos habitantes por reconstruir la capacidad agrícola de la región, una vez terminado el gran conflicto de la lucha de Independencia.
Utilizando fuentes de la época y autores que tratan el tema Buchholz describe así la realidad de los pueblos de misión al cabo de varios años de control republicano sobre esta zona de Guayana:
"De Huicsatano (San Antonio) dice quedan el comandante y toda su gente, con más de 100 indios...ni 30 permanecían sanos: 230 habían muerto ya, cuatro entierros por día.
De
Upata no hay datos... De Cupapuy refiere que los 700 o 800
habitantes... contamos 439 enfermos de la fiebre y muriendo a un
ritmo de 12 o 14 por día. "
Altagracia de 8 a 15 personas...Puedpa no más de 150...Guri 150...Esta es la información aportada por John Princep, en noviembre y diciembre de 1818, citada por la investigadora quien agrega que el desplome de las misiones fue total. A la vez hubo un marcado cambio en el poder en la región...el poder fue asignado en la figura del director de las misiones con sede en Upata ejercido por el militar Pbro José Félix Blanco. En 1819 la región fue elevada al rango de municipio con la Villa de Upata como cabecera...
En relación a Upata detalla que según el informe Estado de la Misión de Guayana elaborada por el prefecto de este territorio Fray Buenaventura de Carrocera...que esta villa tenía 1598 personas, habitada al parecer por solo españoles, porque no hay ningùn intento por indicar en ese recuento la presencia de blancos criollos, mestizos y esclavos, que probablemente vivían allì, además de los indígenas que cumpĺían como servicio de hogar o peones.
Juanita Buchholz estima que mientras Angostura la capital de provincia tenía unos 6 mil habitantes, en la región de las Misiones habitaban unas 21.266 personas dispersas en sus 27 misiones y dos villas, éste era un conglomerado de población considerable para la época, que la convertía en una de las zonas con mayor densidad de las ubicadas al oriente de Caracas. De este total 19.266 eran indígenas.
Sostiene que eran evidentes los conflictos y tensiones en el territorio de las misiones antes de la llegada de los patriotas, debido al creciente número de habitantes de las villas, en especial Upata, quienes quisieron extender sus terrenos y asumir más control de sus poblados, con lo que aumentó la fricción entre los frailes y los españoles.
Al respecto Buchholz hace referencia a la investigación que en su momento hiciera el cronista de Upata profesor Ángel Romero Cabrera, en la cual indaga el por qué los upatenses se adhieren al régimen nuevo después de la toma de la provincia de Guayana por el Ejército Libertador. Tal situación fue descrita en el estudio Papeles del Archivo Histórico, Origen de la Villa de San Antonio de Upata y la Primera lucha por la Autonomía del Cabildo Municipal de Upata.
En la investigación Buchholz se enforca en el proceso de ocupación y sometimiento de los indígenas por los misioneros para construir sus pueblos y a la fundación de las dos villas de españoles, con población mayoritaria canaria, quienes tenían el deber de apoyar a los frailes las entradas y control de los neófitos. Sostiene que desde 1724 hasta 1816 los capuchinos catalanes laboraron industriosamente en la creación y consolidación de una cadena de misiones al oriente del río Caroní, con el fin de evangelizar y cristianizar la tribus indígenas que habitaban las tierras guayanesas e instruirlas en ocupaciones útiles para su nuevo papel como súbditos de la Corona Española. En el transcurso de sus labores extendieron y aseguraron el dominio del Rey sobre los terrenos entre el océano Atlántico, el río Orinoco, y el río Caroní que dio nombre a la zona y a la vez desarrollaron un sistema misional coherente con concepto de vida religiosa, dedicada al servicio de Dios y del rey por medio del rescate de las almas salvajes. Finalmente hace una valoración positiva del Archivo Histórico de Guayana en Ciudad Bolívar, que tiene a su juicio una bien ordenada documentación en buen estado desde 1820 hasta nuestros días.
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