En otros pueblos de Guayana fueron organizados en sus periferias improvisados hipódromos, que con el paso de las décadas dieron paso a instalaciones más acordes, como el que se construyera en la capital del estado Bolívar en el sector La Carioca iniciando el siglo XX o el que luego se levantó en lo que hoy es la avenida 17 de diciembre, tal como lo señala Mario Cardozo en Origen de la Hípica Venezolana (Ver en https://anecdotashipicas.net/ ).
Estas infraestructuras fueron los antecedentes más lejanos del Hipódromo Municipal de Ciudad Bolívar de la zona de Jobo Liso, que desde finales de la década de los 60 hasta los 90 fue el escenario principal de la hípica no solo en la región Guayana sino en todo el Oriente del país, con una programación de carreras ordinarias con caballos purasangre, copas y clásicos, de primer nivel, a tal punto de que muchos de sus jinetes alcanzarían notoriedad y fama en el Hipódromo La Rinconada, entre otros el recordado Argenis Rosillo y el guariquense Douglas Valiente.
En los 70 florece el Hipódromo Las Guarataras
Upata no escapó a esta afición por el hipismo, de tal manera que además de la tradición de los toros coleados, muy popular en su región ganadera y en el pueblo, las carreras de caballo y las de burros siempre solían ser parte de las atracciones recreativas y de apuestas, tanto en la periferia del pueblo como en sus caseríos cercanos.
Este gusto por la hípica fue el que permitió avanzar a finales de los años 60 del siglo pasado y comienzos de los 70 en el proyecto local de construcción de lo que fue nuestro principal centro de recreación y apuesta a un costado de la vía que conducía al viejo Matadero de Upata, encajonado entre los sectores El Guamito y la entonces reciente urbanización Banco Obrero. Ese escenario fue bautizado Hipódromo Municipal Las Guarataras. Su importancia como patrimonio recreativo de la hípica local, y casa de apuestas legales y remates de la programación de carreras del Hipódromo Nacional La Rinconada, fue de tal magnitud, que configuró conjuntamente con los eventos en el estadio Simón Chávez, y en las mangas de coleo del antiguo MAC hoy Las Tablitas y la manga de Las Guarataras aledaña al propio hipódromo y la del Guamito, los centros de recreación más importantes de Upata entre las décadas de los 70 y 80 de la centuria pasada.
El proceso legal, institucional y organizativo que dio origen a este Hipódromo hoy desaparecido, no está documentado aún en libros, documentos escritos o reportajes de prensa, quedando pendiente avanzar en una investigación más rigurosa y precisa sobre quiénes fueron sus promotores políticos en el viejo Concejo Municipal, así como los primeros propietarios de caballos, jinetes, y divulgadores de la actividad, y la forma jurídica que se adoptó para afectar un extenso terreno ejido de alrededor de 5 hectáreas o 50 mil metros cuadrados, que daría cobijo a esta instalación recreativa.
Así era el viejo Hipódromo
Escudriñando en el tiempo, en viejas reseñas, en la experiencia propia y los testimonios de conocidos aficionados del hipismo en Upata, entre ellos el profesor universitario y poeta Daniel Ruiz Correa, quien nos suministró sus testimonios, podemos rememorar algunas de las características del Hipódromo Las Guarataras, el cual inicialmente contaba con una pista en óvalo de 600 metros con cercas, defensas o barandas de madera. Que luego en una ampliación y mejora fue extendida a 800 metros con barandas metálicas. Internas e internas, para resguardo de la integridad de caballos, jinetes y hasta el público, que en sus años iniciales solía invadir la pista en plena recta final, lo que ocasionó no pocos accidentes o arrollamientos de aficionados. Este hipódromo no tenía aparato de salida, ya que ésta la indicaba un juez de pista con una banderola roja, quien alineaba a los caballos a “pepa de ojo”, y cuando calculaba que no había ventaja de ningún ejemplar y que todos estaban prestos para la acción, daba la orden de partida.
Mientras la carrera se desarrollaba por la recta posterior a la tribuna, los aficionados, apostadores, y hasta muchachos, invadían la pista de la recta final frente a la zona de llegada, y en la medida en que los caballos se acercaban a la meta en esa recta, más y más gente se sumaba, apostadores moviendo sus manos en forma de látigo corto para darse ánimo y “chujar” o “ligar” al de su preferencia.
Jinetes y caballos
Los jinetes más conocidos o populares de aquella primera etapa, eran entre otros El Burro, el Catire Gutiérrez, y el de mayor edad y veteranía Campitos. Entre los ejemplares estelares recordamos al alazán Balín, y Payaso, un caballo “pintao”. De los propietarios pioneros destacaban Ódreman y López. Ya en esta época temprana además de Leonel Gómez, Ángel Miraba Chirelito, laboraban allí otros upatenses, encargados de activar y organizar las actividades hípicas en las apuestas o remates, como el popular Lencho y Rizzi Márquez, también hay que recordar a los personajes vinculados al Hipódromo, que lo tenían como centro de recreo y vida, como el señor Juan con su muletilla o expresión “Eso es”, quien esperaba a Dios allí en Las Guarataras, afrodescendiente, pelo bachaco, ensortijado, que religiosamente recibía su paga semanal en colaboración del Concejo Municipal que administraba las instalaciones. También había allí un herrero, encargado de fabricar o reparar los herrajes de los cascos de los caballos de carrera, quien ocupaba un pequeño local al final de las caballerizas del Hipódromo.
En fin todo estos eran los detalles de este Hipódromo Las Guarataras en su primera etapa de consolidación como centro hípico.
En ese proyecto de remodelación se ampliaron las caballerizas, se hicieron mejoras eléctricas, se construyó un nuevo espacio techado anexo a las tribunas, con su área de remate, taquilla de apuestas a ganador y placé, y oficina administrativa. Además de esta ampliación y mejora, en parelelo se logró avanzar en la modernización del estilo de carrera con el uso generalizado de los estribos cortos y la posición agachada del jinete,. Fue la época de la llegada a Upata de un lote de decenas de caballos purasangres ya no aptos para la cría, provenientes de haras y stud de La Rinconada, los cuales fueron subastados y rifados entre los propietarios locales, que redundó en una mejora sustancial del espectáculo hípico, con ejemplares finos muy superiores a los criollos y mestizos. Hasta Ángel Mirabal “Chirelito”, recibió un ejemplar purasangre pero no tuvo la fortuna de inscribirlo en carrera alguna, ya que por enfermedad el ejemplar murió repentinamente, dejando al narrador oficial sin su anhelado caballo.
En esta nueva etapa de esplendor de la hípica en Las Guarataras destacaron los ejemplares Bambino, Morichal Largo, Sundeli, Shogún, la yegua Jenny, Tabarro, entre otros. Mientras que nuevos propietarios y otros ya consolidados como el caraqueño Olavarría, el Dr Yépez, López, Ódreman, y Rocco Capone, mantuvieron vigentes sus colores en las jornadas hípicas dominicales. En estos años hay que resaltar la actuación de los jinetes Bastardo, los hermanos Velásquez: Argenis, quien mantuvo su dominio en las estadísticas y luego hizo carrera como traqueador en Caracas al aumentar de peso, y Raúl, ganador de más de 300 carreras en Upata, debutante como ganador con el caballo El Rebelde, quien luego de su pasantía por el Hipódromo de Ciudad Bolívar descolló como aprendiz en La Rinconada, donde extendió su carrera desde 1986 hasta la primera década de los 2000.
El Hipódromo Las Guarataras entonces mantuvo y se fortaleció como el espacio recreativo de mayor prestigio en Upata, hubo años de rivalidad sana entre los propietarios, jinetes y hasta la figura del entrenador se impulsó para adecuarlo a los nuevos tiempos. Apuestas en taquilla, incremento en las premiaciones, venta de bebidas, todo un movimiento comercial se hizo más fuerte y los domingos familias, aficionados en general y hasta turistas provenientes de Ciudad Guayana, en su mayoría upatenses residenciados en esa zona, visitaban el Hipódromo y le dieron resonancia a nivel regional, donde comenzaban a surgir nuevos jinetes como E Delgado y Reinaldo Márquez, juvenil que hizo luego carrera en Ciudad Bolívar.
Decadencia y cierre del Hipódromo. Adios a la hípica local.
A pesar del impacto económico que significó el Viernes Negro, febrero de 1983, hasta 1997 Las Guarataras pudo mantenerse como escenario de la hípica local, consolidada ya la permanencia de caballos purasangres y mestizos en sus programas de carreras dominicales y como centro de apuestas hípicas, remates sobre todo, pero comenzando a perder espacio con otros centros hípicos establecidos en el centro de la ciudad, donde era más fácil y menos riesgosos que los jugadores habituales realizaran sus apuestas.
Aunado al encarecimiento de los costos de mantenimiento del rebaño equino, es decir de la cría de los caballos, en lo atinente al pago de vacunas, medicinas, servicios veterinarios, alimentación, transporte, entrenador, cabellerizos, la actividad comenzó a disminuir y mermar, a finales de los 90, en el gobierno de alcalde Orlando Salazar, ya no había casi propietarios, solo carreras donde los caballos eran todos de un mismo stud, y otras donde apenas había dos propietarios; otras, donde solo participaban 2 ó 3 ejemplares.
En fin el espectáculo bajó de nivel competitivo, las tribunas comenzaron a quedar solas, ya no existía esa pasión por la hípica de otros tiempos, cada vez más escasos los jinetes y el personal, las premiaciones se hicieron menos atractivas, todo lo cual llevó a suspender reuniones, jornadas completas, carreras, a tal punto de que el Hipódromo quedó en pie solo como casa de apuestas, y progresivamente la infraestructura por abandono, falta de mantenimiento y pillaje se fue deteriorando hasta que iniciado el siglo XXI, sus instalaciones fueron clausuradas, cerradas, con lo cual llegó a su fin un ciclo hípico tres décadas, cuya historia está aún por escribir o contar.
El Hipódromo quedó sumido en el olvido, a tal punto de que ya ni hierro le quedó, fueron desmanteladas sus tribunas, el metal de las barandas del óvalo oxidado por falta de pintura o extraído, el aparato de salida, quedaba a lo lejos como un monumento de la decadencia, cayeron por ruina y derrumbe las caballerizas y la sala administrativa y de apuestas, también desapareció.
Después del 2010 parte de los terrenos del antiguo Hipódromo Las Guarataras fueron transferidos, traspasados, o cedidos por la Municipalidad, para un proyecto habitacional de trabajadores de la salud, y donde hace décadas hubo el bullicio, relincho de caballos y apostadores, y la presencia agitada de los aficionados a la hípica hoy existe un conjunto residencial, símbolo de los nuevos tiempos, donde esta actividad ya no tiene cabida.
Más allá entre el monte y la humedad, lodazal y escombros, permanece muda la tierra por donde el casco herrado de los caballos tejió rivalidades, abonó premios en metálico, trofeos y copas, activó empleos y hasta fue testigo de trampas con las pilas y sustancias prohibidas, que propiciaron triunfos inusitados por la vía de la ilegalidad. De todo ello hubo en este óvalo, cuyo nombre rememora a las guarataras o rocas irregulares, que por cierto jamás llegamos a ver por aquellos parajes.
Hola hermano muy bueno tu blogs necesito saber si puedo usar tu informacion del hipodromo de upata para terminar unas preguntas y respuestas y algunas publicaciones en las redes todas dandote la autorias a tibpor supuesto gracias de antemano
ResponderEliminarQue tal amigo. NO hay ningun problema. Esa es la idea de este blog. Que nuestra gente de Upata y quienes necesitan tener informacion o datos sobre nuetra Guayana puedan utilizarla para sus trabajos y conocimientos. Saludos. Y espero por lo menos conocer tu investigaci{on o reseña. Saludos.
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