jueves, 7 de julio de 2022

Hace 260 años Upata villa de españoles irrumpió en la escena regional. Fundada un 7 de julio de 1762 la Villa del Yocoima y sus hijos está hoy de júbilo. Nos corresponde fortalecerla en lo social y productivo, rescatar su memoria, preservar sus patrimonios y consolidarla como morada para una vida digna y de progreso

Upata actual. En julio del 2022. Enmarcada en un hermoso paisaje de colinas, sabanas y selvas.

Av Valmore Rodríguez sector Tavera Acosta.
Río Yocoima en julio de 2022.

Plaza El Ejército.
Av Raúl Leoni arteria vial principal de Upata.

Bajando a la Valmore, al fondo Iglesia de San Francisco.

En esta oportunidad, en este lluvioso año del 2020 DC, insertamos reflexiones en prosa, algunos datos, imágenes y versos alusivos a nuestra ciudad: su historia, legado, cultura y potencialidad social y productiva. 
 

UPATA 260 AÑOS

Un ventanal se abre y más de dos centurias
develan tu historia de tierra irredenta
Hoy te visten con tus mejores ropas
para celebrar tu aniversario
pero no es suficiente,
Hay cicatrices que nos recuerdan la infamia
a pesar de ello, hay quienes entonan para ti una canción de arraigo
que llevan en sus alforjas vivencias y recuerdos
eternizados en tu espacio vital
que aman tu biosonica de sonidos naturales
cantos de aves que presagian un abrazo de aguacero
O que nos alegran las madrugadas insomnes de los sueños.
Prefiero sentirte afable y risueña, mi tierra, mi flor de roca
tenaz y resiliente ciudad que no se doblega
que siembra y cosecha afectos de quien te estima.
Somos más que dos, multitud que danza 
que te lleva como huella eterna que palpita.
Tu nombre, doscientos sesenta años
orlan tu frente, disfruta tu impronta.
Celebremos tu fiesta, cuando termine
cada quien a lo suyo
El tejedor de ignominia a oradar tu candor,
quienes te estiman y cuidan 
a honrar tu nombre, Upata de mi corazón.

Daniel Ruiz Correa

Breve historia de una villa que primero fue tierra india 
 
Up Ata Mi Tierra, celebra este viernes 7 de julio 260 años de historia, a partir de la fundación en 1762 de la que fue, junto a Barceloneta de La Paragua, las dos únicas villas de españoles, cuyo objeto era el de servir de asiento a familias hispánicas, en su mayoría canarias, y servir como base de operaciones administrativas y de seguridad de los Pueblos de Misión que en gran número surgieron y fueron organizados por los padres capuchinos catalanes en Guayana a partir de 1720, proceso que tibiamente había sido iniciado a finales del siglo XVII, a partir de 1682, según lo reseña en el año 2019 en el "Foro Guayana Sustentable Revista Informativa de Investigación Nº 19" el médico y periodista Atife Habib, entonces cronista oficial del municipio Piar.  

Destacar además que además de su última y definitiva fundación en 1762, la que hoy celebramos, Upata ya había tenido un primer intento de poblamiento hispano e 13 de enero de 1739 impulsado por los padres capuchinos catalanes, bajo la protección o el patronato de Nuestra Señora de la Candelaria, que por lo penoso de la situación de sus primeros habitantes, asediados por las tribus hostiles, que con todo derecho defendían sus tierras, caribes principalmente, enfermedades tropicales, y la falta de apoyo logístico de parte de las autoridades administrativas y militares de España, resultó fallida.   

Afiche de la Alcadía alusivo al Aniversario 

A diferencia de las más estratégicas poblaciones de la región centro norte costera de Venezuela, donde la fundación de villas y pueblos la hicieron los conquistadores, sobre la base de la ocupación violenta de las tierras indígenas,  en la región de los Llanos, y Guayana el proceso de poblamiento, es decir la fundación de pueblos y villas, le correspondió a diferentes congregaciones del catolicismo, que era la religión oficial de la Corona de los Austrias y los Borbones de España. 

A esta orden clerical o congregación religiosa, la de los capuchinos, la Corona asignó en el inmenso espacio geográfico ubicado al este del río Caroní la tarea de evangelizar a las diversas etnias indígenas allí establecidas, indios guayanos, pariagotos, arinagotos, caribes, guaicas, entre otros, como forma "pacífica" de ocupación de los territorios que por "mandato divino, gracia de Dios, y derecho de conquista y colonización" consideraba como suyos el Imperio Español. Upata nace entonces un 7 de julio como villa de españoles, y le tocó desde aquel lejano 1762 jugar un rol estelar como el principal pueblo de los tantos que fueron fundados por los capuchinos en lo que se denominó Las Misiones del Caroní.  Debido a su grato clima, , lo bien protegido de su valle, su ubicación privilegiada en la zona de contacto entre las cuencas del Yuruari al sur y Caroní Orinoco al norte, la calidad de sus tierras para la agricultura y la ganadería, y principalmente por el carácter "apacible" de los habitantes indígenas, que poblaban aquel valle y sus territorios aledaños, donde fueron fundadas primero las misiones de Santa María del Yecuario, San José de Cupapuy, entre Santa Rosa y San Lorenzo, al suroeste de la ciudad, y San Francisco de Altagracia, al norte, Upata nace con buenos augurios y de hecho ha podido sobrevivir y convertirse en la tercera población del estado Bolívar.

Calle Monagas y Raúl Leoni al fondo.
Mucha ha sido la historia de este pueblo o villa, primero como asiento de importantes unidades de producción de cultivos como el tabaco, café, caña, el aceite de copaiba, hatos ganaderos en sus inmediaciones. Luego como centro de operaciones y cuartel general del Ejército Libertador, que se estableció a partir de la toma de Upata por el general Manuel Piar el 6 de febrero de 1817, quien posteriormente nombraría al coronel y presbítero José Félix Sánchez como administrador de esta entidad militar, que fue fundamental para organizar la logística previa al contundente triunfo patriota de la Batalla de San Félix, dos meses después. 

Luego de la independencia, agotada su riqueza ganadera y despoblados la mayoría de sus pueblos misionales, Upata entró en reposo y decadencia. Seguía siendo no obstante capital de Cantón, adormecida, y sin una base económica firme, con una infraestructura urbana muy precaria, a tal punto de que no queda huella alguna, arquitectónica e incluso de herramientas y objetos de interés histórico, en ese periodo que va desde 1817 hasta 1860, cuando por fin despierta de su letargo, y cobra vida gracias al impulso comercial y de transporte de carga terrestre hacia la zona minera de Nueva Providencia, Caratal, El Callao, Tupuquén, y la actividad de extracción del balatá en las zonas boscosas del sur guayanés, que tuvo en Upata un primer centro de operaciones y apoyo logístico. 

Centro de Upata desde el Calvario de la calle Bolívar
Casas comerciales, y la labor encomiable de Don Pedro Cova, como promotor de diversos proyectos, como el primer periódico de Upata, la construcción de su cementerio, fundador de la logia masónica y otras obras sociales, así como el surgimiento de expresiones culturales en este pequeño pueblo, le devolvieron a la Villa del Yocoima su importancia en el concierto regional, a tal punto de que para finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, progresivamente fue adquiriendo mayor relevancia: mejorada un tanto su precaria infraestructura carretera, acueducto, mercados, escuelas, instituciones benéficas, y emprendimientos industriales artesanales, trapiches, papeloneras, queseras, alambiques, carpinterías, fabrica de jabones, curtiembre de cueros, entre otras, surgieron nuevas casonas con techos de tejas, que revitalizaron su centro histórico. 

Esquina de la Miranda con la Sucre fte a la Plaza Bolívar.

Antigua esquina de Los Gómez, hoy comercio en construcción.

Casa del Balcón entre Urdaneta y Sucre.

Calle Piar, casona de la familia Vera, al fte casa tradicional de la familia Sosa.

Calle Urdaneta desde el cruce con la Piar.

Calle Páez, al fondo de una de las 9 Colinas de la ciudad.

Viejas casas de pueblo en la calle Páez.

Calle Vargas, al fondo el cerro El Corozo icónico relieve de la ciudad.

Actividad comercial callejera y tráfico en la calle Piar.

Progresivamente en los años y décadas subsiguientes, con el empuje de la industria siderúrgica, la minera del hierro, el oro, los no metales, el aluminio, las centrales hidroeléctricas, el resurgir de la ganadería vacuna, el incremento de la producción agrícola de yuca, maíz, frutales, hortalizas, la industria del aserrío de la madera, fabricas familiares de catalinas, torrefactoras como Café Yocoima, pequeñas empresas metalmecánicas, bloqueras, y el sucesivo crecimiento exponencial de las actividades del comercio, los servicios, las instituciones de gobierno, aquella pequeña villa de 3 mil habitantes en su centro urbano inició su despegue y expansión. Upata, mantuvo una discreta población de 4000 en 1931, que ascendió apenas a 4100 en 1941. Casi 7 mil en 1951. En 1961, a un año del Bicentenario en Upata residíann 12.753 personas. En 1971 se duplica casi, a 21 mil habitantes. En 1981 asciende a 32 mil personas. En 1990 concentra unos 46 mil habitantes. Para el 2000 Upata según el Censo posee ya 69 mil habitantes.  En el último Censo Oficial en el 2011 su población ascendió a 83.748 habitantes. Se calcula para este 2022 para Upata una población cercana o superior a los 100 mil habitantes. 
Acceso a Urb Manuel Piar, al fondo serranías del este de la ciudad.

Calle Ayacucho eje comercial del casco central, al fondo la Piedra de Santa María.

Empresa concretera en La Romana, vista desde el cerro El Toro.

Portal al Cementerio Viejo de Upata.

Calle Orinoco desde la esquina de El Manguito.

Plaza Miranda Yo Amo a Upata.

Upata la que soñamos

Desde hace una década soñamos con una ciudad villa de esplendor. Una pequeña urbe donde sus aceras sean en verdad sitios para caminar, como pequeños boulevares peatonales. Una ciudad con su museo, que sigue siendo proyecto nunca ejecutado. Con su teatro o sala de concierto, que pareciera estar naciendo allá por esa moderna sede de la Orquesta Sinfónica, que se construye en el antiguo cuartel de los Bomberos de Upata. Frente a ese edificio en ejecución está la Plaza Piar, esperando la restitución de su monumento al General  Victorioso de la Batalla de San Félix, que debería ser más imponente y vistoso que el busto de Piar que durante años lo adornó, y que en acto vergonzoso fuera sustraído para fundirlo y venderlo a empresarios inescrupulosos.

Excelente a iniciativa de la Alcaldía de adecuar, recuperar, embellecer su Plaza Aniversaria, pero falta allí que ese Obelisco enano perdido entre árboles y rocas,  que conmemora el Bicentenario de la Villa, sea elevado en su dimensión vertical, para que realmente sea un hito monumental de mayor altura y vistoso a la distancia. Para que realmente sea un ícono llamativo y patrimonial de ese episodio fundador de la Upata hispana. 

Calle Bolívar en la Upata tradicional.
Su centro histórico está cada vez más "desarrollado", con sus casas comerciales y edificios empresariales,  que son  símbolos de los nuevos tiempos de las operaciones mercantiles de compra venta, en sustitución de viejas y derruidas casas de bahareque y cinz. Pero es cuestionable que sigan ausentes los proyectos de rescate de sus viejas casonas neocoloniales de dos aguas, y que esos mismos edificios se nos presentes como fríos depósitos comerciales, en su mayoría cajones de cemento, sellados con puertas metálicas, cuan cajas fuertes, sin ventanas, sin tejados y sin la placidez que le otorgarían los pórticos, que ya no forman parte de ese paisaje urbano en las cuadras historica de la Upata vieja, y que ya no son tomados en cuenta como requisito para nuevos proyectos inmobiliarios. 

Seguimos sin los boulevares esperados, apenas un esbozo simple de paseo peatonal esa minúscula acera ampliada que por pocos metros se asoma en a calle Miranda, frente a la Plaza Bolívar. Por cierto si queremos retomar esos proyectos de bulevares en Upata no sería descabellado plantearse la construcción del primero en esa misma calle Miranda, desde la plaza Bolívar hasta el Mercado, obligando a desviar el transporte público desde la calle Piar hacia la calle Ricaurte. Un segundo bulevar  sería el de la Sucre desde la Miranda hasta la Libertad.

Upata y sus nuevas edificaciones entre la Sucre y Vargas.

Calle Sucre entre Ayacucho y Miranda.

Aquí comienza la Avenida Humboldt rumbo al Cementerio Viejo

De la Plaza Bolívar nos parece muy apropiado el uso de su paredón central de rocas como soporte de hermosas vallas sobre héroes patrios, batallas, y la gesta de Piar el héroe epónimo del municipio. Vistoso el juego de colores de su escalinata central adornada con figuras geométricas en sucesión armoniosa. Pero nos parece ya un exceso esas placas irregulares carnavalescas, que rompen la estética de su piso de granito original cuadriculado y ordenado linealmente. Necesario en nuestra plaza mayor la siembra de nuevas especies de árboles que sustituyan para las nuevas generaciones el ornato vegetal de esta infraestructura, y la recuperación de aquellos árboles, en especial los caobos, que puedan ser salvados del ataque de las plantas parásitas. Con respecto al área  para la recreación infantil, con  columpios y subibajas, bueno es limitarla a la ya existente, siempre y cuando se les haga  mantenimiento y se eviten que se conviertan en lagunas, por la falta de un adecuado drenaje.

Es urgente que el sector público, Alcaldía, Gobernación, decidan qué hacer con la inversión del Mirador y el monumento de la Virgen de la Paz, hoy en deterioro en la cima breve del cerro Guacarapo. 

Esencial que el Parque Bicentenario alguna vez pueda tener esa escultura del artista guayanés Alejandro Otero, obviamente una réplica gestionada y autorizada por la fundación o los herederos de este creador plástico nacido en El Manteco, que por varios años tuvo la fortuna de vivir en nuestra Upata pueblerina, tal como lo relató en sus Memorias, que fue para él un hito fundamental en su infancia, que despertó su anhelo temprano por el arte, y la búsqueda de ese azul al que le dedicó tiempo y espacio en su obra. 

Enlace al portal web Upata del Yocoima, otro aporte del Lic Juan Ruiz Correa a su ciudad.

Upata sigue esperando su gimnasio techado con tabloncillo y una tribuna acorde y amplia donde los aficionados puedan acudir en masa a eventos deportivos de calidad. Sigue esperando su polideportivo, su estadio de fútbol más amplio con medidas acordes, una buena tribuna con capacidad suficiente  para que los aficionados puedan disfrutar con mayor comodidad y aforo de este deporte masivo. Que el Simón Chávez, estadio pionero y principal, sea ampliado y mantenido adecuadamente, para realzar su importancia como coso deportivo, para la práctica del béisbol y otros eventos deportivos.  

Tareas pendientes: la ampliación de su acueducto de Guri Chiripón Santa Rosa Monserrat, que siga el plan de perforación de pozos profundos para completar la red de suministro de agua, en aquellos sectores donde no sea posible la conexión con los acueductos principales. La construcción futura de nuevas vialidades para favorecer la conexión sur norte, y evitar los atascos en su casco central. Un plan de asfaltado progresivo para los desasistidos barrios de la ciudad. En este sentido hay que reconocer el esfuerzo positivo que ha significado el inicio de la rehabilitación de la autopista Upata San Félix en el eje hacia el peaje de Palo Grande y el pronto inicio de la misma obra en sentido hacia la Villa del Yocoima. 

El valle luminoso desde su cerro El Toro.

Un sueño quizás a un plazo mayor es que Upata pueda contar con su Parque Natural Metropolitano Cerro El Toro, de centenares de hectáreas, para la preservación de los ecosistemas boscosos, nacientes de agua, miradores, paisajes de sabana, sitios de interés geológico por la abundancia de lajas, piedras enorme a flor de suelo, y el resguardo de la biodiversidad, localizados al noreste de la ciudad, desde cerro Guacarapo hasta el Toro y la serranía del Buey, zona protectora del río Yocoima. 

Imprescindible el rescate de la memoria y el reconocimiento a personajes olvidados de la historia patria y la Guerra de Independencia, que jugaron un papel destacado en esa gesta, como el general y presbítero José Félix Blanco, quien durante meses desempeñó en Upata el cargo de Administrador de las Antiguas Misiones y jefe del Cuartel General del Ejército Libertador establecido en la villa por iniciativa del general Manuel Piar.  Lamentable que en Upata no haya ninguna institución, calle, avenida o sector que rememore a este ilustre personaje y abunden en exceso los homenajes a dirigentes políticos, algunos de dudosos méritos, sin ningún vínculo con la ciudad. 

Deseable que el aseo urbano, que funcionó correctamente en el primer periodo de gobierno de la actual Alcaldesa, en lo más crudo de la crisis financiera del Estado, vuelva a tener en parte la eficiencia que mantuvo en esos años 2018 al 2021. Y que se hagan las inversiones para ampliar la capacidad de las subestaciones eléctricas de La Armonía y La Romana, para aliviar las continuas deficiencias y apagones en la ciudad. Punto esencia de una gestión acertada de gobierno la constante limpieza de quebradas y canales, así como el cauce de río Yocoima, para contener un poco y reducir el impacto de las inundaciones provocadas por el desborde anual en las zonas ubicadas en los márgenes de estos cursos de agua.  

Cuando podamos contar con un mejor servicio eléctrico, de agua potable, transporte, ordenación urbana, seguridad ciudadana, y se restituya la confianza y la inversión privada, Upata estaría en condiciones de retomar su senda de crecimiento demográfico, expansión de iniciativas socioproductivas, hotelería, empresas de servicios, recuperación de su vocación y potencial para proyectos industriales de aserrío y procesamiento de la madera, entre otros programas en el ámbito agroindustrial, lácteo, que permitan agregarle valor a la producción vegetal y animal, en especial la ganadería. Lo cual pasa por el ordenamiento de la minería aurífera en las zonas de explotación cercanas a a ciudad y al municipio Piar, y el establecimiento de convenios y programas de desarrollo sustentable y apoyo a la red de servicios e infraestructura, que sería factible ejecutar mediante la cooperación con las empresas de mediana minería establecidas en el sector Guacamayo, por ejemplo. 

En fin Upata a sus 260 años sigue en espera. Nosotros como sus hijos nativos o adoptivos de esta tierra hermosa, este valle infinito en paisajes y posibilidades, también formamos parte de esa espera. Pero con la diferencia que tenemos que estamos obligados a darle impulso a los proyectos, sueños y anhelos de su población. 

Bosques, pastos y casas de campo en el antiguo Hato El Candado al este de Upata.
Hotel Andrea desde la Av Raúl Leoni.


Sede de una unidad militar de la Brigada del Ejército, en lo que fue el Hospital Oxford.
Calle Piar rumbo a la Perimetral de Upata.


Calle Piar entre Ayacucho y Vargas.


Calle Vargas, al fondo Puente San Félix.


Calle Ayacucho entre Bolívar y Piar.

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