viernes, 17 de mayo de 2024

Nombres indígenas en la geografía de los lugares, ríos y relieves del sureste del estado Bolívar. Una contribución a la toponimia regional.

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Anexamos en varios segmentos el resumen de la conferencia dictada por el autor de blog Lic Juan Ruiz Correa, en torno a un tema poco tratado en las investigaciones y reseñas sobre la región Guayana, y en especial en la zona geográfica del nororiente del estado Bolívar, municipios Piar, Padre Chien, Roscio, El Callao y Sifontes. Es un abordaje general sobre un tema que trasciende lo geográfico y los estudios linguísticos, por cuanto tiene un elevado componente cultural vinculado con las tradiciones, saberes y la cultura en general de los pueblos indígenas como habitantes primogéneos de este territorio.














 

La Iglesia Católica en Upata. Una breve reseña sobre su templo principal de San Antonio de Upata. Contribución del padre Robert Plancht en su libro publicado por Editorial Trípode

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Diversas tomas de la estructura, feligresía y esculturas de la iglesia parroquial de San Antonio de Padua en Upata. Abajo algunas imágenes de la vieja iglesia demolida para el bicentenario de la fundación de la Villa del Yocoima, así como una histórica foto de la construcción del templo actual en 1961 y una imagen de cómo era la estructura antes de las remodelaciones efectuadas en las dos últimas décadas por los padres Palotinos.
La historia de los templos católicos de Upata, desde su iglesia principal dedicada a San Antonio de Padua, que data de la fundación misma del pueblo en 1762, hasta las más recientes construcciones de capillas y templos como el de la urbanización Nueva Imataca dedicada a San Vicente Palotti a principios del siglo XXI, ha sido recogida con excepcional detalle por el presbítero Robert Placht en su libro "Iglesia Católica en Upata Ayer y Hoy" publicado por Ediciones Trípode en el año 2012. (Anexamos abajo fotos de su portada y contrapartada).



Aunque se trata de una investigación dedicada a resaltar los aspectos más relevantes de la misión pastoral, misionera, del credo católico en la Villa del Yocoima y sus caseríos, en la que uno de su más importantes aciertos es el de arrojar luces y datos precisos sobre la historia de los templos construidos por la feligresía y las autoridades eclesiásticas a lo largo de sus dos siglos y medio de vigencia como la principal religión de esta ciudad y su área de influencia inmediata.

En resumen de este libro podemos extraer las siguientes informaciones, basadas en la revisión documental que el presbítero Placht realiza de diferentes autores:

"El antecedente más antiguo a lo que sería la evolución de la iglesia católica en Upata hay que remitirlo al año 1738 cuando se levantó un primer templo de este credo, meses antes de la primera fundación de Upata, capilla improvisada de materiales precarios dedicada a Nuestra Señora de la Candelaria, donde se realizaron los primeros oficios litúrgicos desde enero de 1739.

Epidemias, carencia de recursos, el asedio de grupos indígenas hostiles a quienes pretendían usurpar sus territorios, así como el ataques de piratas que penetraban hasta el interior de Guayana, provocaron su decadencia absoluta y la temprana muerte de este primer intento de fundación de Upata, que ya en 1740 fue abandonado por sus primeros habitantes. Persistían y sobrevivían a este asedio y a otras calamidades no obstante las cercanas misiones de San José de Cupapuy, Santa María del Yecuario, y San Francisco de Altagracia, fundadas años atrás por los padres capuchinos.

Luego de este fracasado intento Upata, como proyecto de villa, renace en 1762 con la fundación de la localidad el 7 de julio. Desde meses atrás a este fecha ya los padres capuchinos catalanes habían realizados algunos actos religiosos en una sencilla capilla, ubicada en aquel tiempo en lo que hoy es el Hotel Yocoima, antiguo edificio Pararayos, a cuatro cuadras del terreno donde se ubicaría definitivamente la primera y mas importante iglesia parroquial de Upata.

Así se veía el viejo templo de San Antonio, casi 200 años estuvo en pie, pero ante su deterioro estructural y lo pequeño de su interior fue suplantado por la actual iglesia entregada en el marco del Bicentenario de Upata.

Otra estampa muy común de la vieja Iglesia de San Antonio en la década de los 50 y 40 del siglo pasado.

En ese mismo año se inició la construcción de ese templo parroquial dedicado a San Antonio de Padua, en el sitio que hoy ocupa la iglesia parroquial primogénita de Upata, el cual fue culminado en octubre de 1762, tres meses después de la fundación de la Villa. En esa iglesia se ofició la primera Misa Solemne el 13 de junio de 1763 en los actos conmemorativos del día de San Antonio, una liturgia que estuvo a cargo del párroco José Antonio de Cervera.

Este templo de modestas dimensiones, pero levantado con madera más trabajada, mampostería y otros refuerzos estructurales, estuvo en pie durante dos siglos. Con algunas restauraciones se mantuvo en pie, hasta que dado su nivel de deterioro fue sustituido por el templo actual, inaugurado en 1962 en la fecha conmemorativa del bicentenario de la fundación de Upata.

Campanas y otros artilugios litúrgicos, en aquel viejo templo de 200 años fueron trasladados a Upata desde la parcialmente destruida misión y Castillo de Araya al norte de Cumaná.

Posteriormente a esta primera etapa de administración misionera de los padres capuchinos catalanes en 1817, con la entrada del Ejército Libertador al mando del General Piar, la situación de estabilidad y relativa prosperidad de las denominadas Misiones del Caroni cambia por completo. Los religiosos fueron apresados y martirizados luego en Caruachi, quedando Upata y sus misiones cercanas sin la presencia de religiosos católicos, salvo ocasionales oficios anuales. Situación que se prolonga hasta el séptimo decenio del siglo XIX, cuando desde el obispado se nombran los primeros párrocos de la villa, Luis Benigno Pérez (1870-1893), Rafael Mora (1894), José Aristiguieta (1895-1897), Adrián María Gómez (1897-1902), y Juan de la Torre (1902-1924).

Upata sede del Vicariato de Caroní

1924 marca el renacer de Upata como principal centro religioso católico de Guayana, después de la Diócesis de Ciudad Bolívar, cuando por Bula de Papa Pío XI se crea en 1922 el Vicariato de Caroní con sede en esta ciudad, el cual se le entrega a la Orden de las Padres Menores Capuchinos de San Franscisco de Asís, quienes formalmente ese mismo año se trasladan a la zona. En total eran 16 sacerdotes y frailes, siendo su primer Vicario Monseñor Diego Antonio Alonso Nistal,quien ejerció este apostolado hasta 1938 cuando fallece y es sustituido por Monseñor Constantino Gómez Villa, párroco de Upata

A Gómez Villa le correspondió una tarea estelar, ya que bajo se mandato se crea en abril de 1940 el Seminario Misional para el clero indígena, en los terrenos y edificaciones que tres décadas después fueron entregados al Estado para su uso como sede de la Escuela Granja ETI Monseñor Garcia Mohedano, en el sector Alaska. Al Monseñor Villa le corresponde también el logro de gestionar la creación del Convento Religioso de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia en septiembre de ese mismo año y un mes después fundar el Colegio María Inmaculada de Upata, una de las instituciones de enseñanza pre-escolar, primaria y media diversificada más importantes de la ciudad.

30 años después de su instalación en la ciudad el Vicariato del Caroní abandona Upata en 1954 y se traslada a su nueva sede en Santa Elena de Uairén, con todo su personal eclesiástico. Al mismo tiempo por mandato del Papa se crea un nuevo vicariato con sede en Tucupita, para atender los asuntos religiosos de los pueblos indígenas y la feligresía en general de la jurisdicción del Delta del Orinoco y parte de Imataca, que durante esas tres décadas también estuvieron bajo el mandato eclesiástico del Vicariato del Caroní con su sede central en Upata.

A partir de 1954 Upata pasó a formar parte de la Diócesis de Ciudad Bolívar, y luego de la de Ciudad Guayana. Ese mismo año el presbítero Tirso de Escalante fue el primer sacerdote en recomendar y proponer la construcción de un nuevo templo para la comunidad católica asentada en esta población.

En octubre de 1954 monseñor Constantino Gómez Villa comisionó al presbítero Manuel Pinto Gómez para formalizar la entrega de la parroquia a los padres Redentoristas, en la persona del sacerdote Juan Calvo, quien ejerció como párroco hasta 1955, cuando los padres Capuchinos retoman la administración de la parroquia.

La actual iglesia de San Antonio en construcción en 1961.
La iglesia con su nuevo pórtico.
Así lucía el templo con sus líneas rectangulares predominantes..
El templo en la actualidad 2024.

En 1961 llega a Upata el recordado padre Juan Louro, de origen español, quien ejerció su apostolado hasta su deceso en 1976. Al padre Louro le correspondió dirigir los trabajos finales de construcción del nuevo templo parroquial de San Antonio de Padua, el cual fue inaugurado en Misa Solemne el 6 de julio de 1962 oficiada por Moseñor Juan José Bernal arzobispo de Ciudad Bolívar, contando con la presencia de monseñor Constantino Gómez Villa antiguo Vicario Apostólico de Upata".

Hasta aquí este apretado resumen de la historia del principal templo católico de Upata y sus tres etapas, desde aquel precario aposento eclesiástico del año inicial de la fundación de Upata en 1762-1763, pasando por la iglesia de modestas dimensiones que tuvo una vigencia de 200 años, hasta su actual estructura de líneas más modernas y estructura más estable y resistente, entregada a la ciudad hace 62 años en el marco de sus fectividades del Bicentenario de la ciudad. Es una contribución del presbítero Robert Placht, quien en su libro ya mencionado dedicado a la historia de la iglesia católica en Upata hace mención a las sucesivas creaciones de otras parroquias, vicarías y templos menores en la jurisdicción de Upata y su zona campesina inmediata. 

Tomas a la distancia y desde las alturas de la Iglesia San Antonio de Padua, el principal templo católico de Upata. (Fotos propias y las aéreas cortesía de la Alcaldía de Piar).

 

miércoles, 24 de abril de 2024

El Orinoco en Ciudad Bolívar en abril del 2024. El Gran Río en su temporada de aguas bajas.

Muchos turistas no se imaginan que en solo tres meses el Orinoco soberbio en su creciente ocultará piedras, arena y desplegará su fuerte caudal sobre las paredes del malecón, para cumplir su ciclo de aguas altas y bajas. Así ha sido siempre. Notable sin duda las diferencias de caudal entre marzo-abril y julio-agosto, la que se mide en miles de metros cúbicos por segundo. 
El vuelo del gavilán caricari sobre el Orinoco. Al fondo sector La Encaramada de Soledad.

Así está el Río Padre a mediados de abril del 2024.

La Piedra de Medio en todo su esplendor, semejante a una isla rocosa.

En esta oportunidad insertamos en varios bloques temáticos imágenes recientes del río Orinoco, el tercero más caudaloso del mundo. Son imágenes matutinas del imponente Uyapary en plena temporada de sequía, tal como se contemplaba a mediados de abril del presente año 2024 en Ciudad Bolívar, al frente de su malecón o Paseo, entre el Mirador Angostura y el puerto de Chalanas hacia Soledad. 

El Río y su navegación fluvial
Pequeña embarcación en la ruta Ciudad Bolívar La Encaramada de Soledad.

A un costado el puerto de lanchas de la ruta fluvial Ciudad Bolívar Ciudad Orinco(antigua Soledad)
Embarcade de pasajeros, con el telón de fondo del imponente Puente Angostura.
En ruta  Ciudad Orinoco o Soledad, sobre un río de aguas calmas.
Debido a lo corto del trayecto y la rapidez del cruce del Orinoco el transporte fluvial sigue siendo el preferido de los habitantes de Soledad.
Contra viento y marea la lancha llegando a Ciudad Bolívar.

Es de un contraste enorme el Orinoco de la temporada de sequía, que se retira del malecón de Ciudad Bolívar, y se hace una corriente serena, de una tonalidad gris azulada, repleto de enormes lajas, y piedras graníticas oscuras o marrones, cuyas orillas dejan al descubiertos pequeñas dunas de arena gruesa a medianamente fina, de tonalidad amarilla, formadas por el sedimento que depositó el río durante su creciente, en comparación con el Orinoco de la temporada de lluvias, cuyo cauce se eleva más de 10 metros para superar arenales, piedras, y mostrar la impetuosidad de su corriente. 

Medanos, arenales frente al Malecón de la Ciudad
Contraste de minerales, con el río quieto, al lado de su malecón.

Arenales de abril a un costado del río manso de la aguas bajas.
Tonalidades cambiantes según se desplaza el Sol.
Estos sedimentos, que forman pequeñas dunas desde enero a abril,  provienen en mayor parte de los llanos y las cordilleras andinas de Venezuela y Colombia. En julio agosto estas arenas llegarán al océano Atlántico cuando el Orinco alcance sus niveles máximos de caudal.
Como dunas estas arenas cambian su fisonomía, pero a mediados de mayo ya no estarán allí.
Rocas sueltas, arena, peñascos y el río que sigue su curso al oriente. A un costado arriba el Mirador Angostura. Así se ve el paisaje en una mañana ardiente de abril del 2024.

Este arenal es utilizado para deportes de playa, fútbol y voleibol, entre otros.

Rocas graníticas resurgen en temporada de aguas bajas

Estas rocas se dejan ver en su esplendor con el Orinoco en aguas bajas.

Millones de años han dado esplendor a estas rocas sueltas. Mientras tanto el río espera la lluvia para ocultarlas y alisar sus superficies minerales.

Las rocas sueltas, el río en reposo y hermoso Puente Angostura.

El sedimento y la fuerza de la corriente en las crecidas deja su marca en estos peñascos orinoqueños.

Inconfundible, excepcional, gigantesca, se levanta del fondo del río la Piedra del Medio.

Pronto desaparecerán estas rocas, cuando el Río Padre aumente su caudal.

Conjunción de elementos mienerales, agua, relieve, caseríos y cielo en el Orinoco de la Angostura.

El río admirado de la sequía, no menos que el imponente curso de las crecientes, que oculta todos estos peñascos y lajas, salvo la imponente Piedra del Medio, jamás superada en toda su dimensión por el Orinoco, Padre de Todos los Ríos, Serpiente enroscada de los pueblos que habitaban sus orillas y planicies cercanas. 

Entre julio y hasta mediados de septiembre, en su creciente anual, el Orinoco en vez de este cauce sereno, acortado y si se quiere tímido de su ciclo de aguas bajas, se convierte no obstante en una enorme serpiente de agua que lava sin descanso las paredes del malecón, que muestra la fiereza de sus remolinos y caudal frente al área de los andamios donde el cauce comienza a reducirse, o frente al Mirador Angostura, donde se hace aún más estrecho, angosto. Se convierte entonces en una autopista de agua, que deja pasar como vehículos acuáticos las miles de plantas de boras, arrancadas de sus centenares de islas y lagunas para acompañar sus aguas ahora leonadas a amarillentas hasta su bifurcación en tres brazos principales: el Caño Mánamo, el Macareo y el Grande. En ese punto a unos 200 kilómetros al este de la capital del estado Bolívar, el Orinoco se ramifica en centenares de caños e islas, que dan forma su Delta de más de 2 millones de hectáreas, donde el Orinoco entrega sus aguas y sedimentos al océano Atlántico. 

Contemplación y nado en el Orinoco calmo de abril

La joven disfrutando del arenal y el admirado río de abril.
Practicantes del nado de aguas abiertas aprovechan la suave corriente de abril para surcar el río.

Un rato de relajación y descanso entre la arena y el río.
En un tono más oscuro la misma imagen de la joven enamorada del río.