miércoles, 24 de abril de 2024

El Orinoco en Ciudad Bolívar en abril del 2024. El Gran Río en su temporada de aguas bajas.

Muchos turistas no se imaginan que en solo tres meses el Orinoco soberbio en su creciente ocultará piedras, arena y desplegará su fuerte caudal sobre las paredes del malecón, para cumplir su ciclo de aguas altas y bajas. Así ha sido siempre. Notable sin duda las diferencias de caudal entre marzo-abril y julio-agosto, la que se mide en miles de metros cúbicos por segundo. 
El vuelo del gavilán caricari sobre el Orinoco. Al fondo sector La Encaramada de Soledad.

Así está el Río Padre a mediados de abril del 2024.

La Piedra de Medio en todo su esplendor, semejante a una isla rocosa.

En esta oportunidad insertamos en varios bloques temáticos imágenes recientes del río Orinoco, el tercero más caudaloso del mundo. Son imágenes matutinas del imponente Uyapary en plena temporada de sequía, tal como se contemplaba a mediados de abril del presente año 2024 en Ciudad Bolívar, al frente de su malecón o Paseo, entre el Mirador Angostura y el puerto de Chalanas hacia Soledad. 

El Río y su navegación fluvial
Pequeña embarcación en la ruta Ciudad Bolívar La Encaramada de Soledad.

A un costado el puerto de lanchas de la ruta fluvial Ciudad Bolívar Ciudad Orinco(antigua Soledad)
Embarcade de pasajeros, con el telón de fondo del imponente Puente Angostura.
En ruta  Ciudad Orinoco o Soledad, sobre un río de aguas calmas.
Debido a lo corto del trayecto y la rapidez del cruce del Orinoco el transporte fluvial sigue siendo el preferido de los habitantes de Soledad.
Contra viento y marea la lancha llegando a Ciudad Bolívar.

Es de un contraste enorme el Orinoco de la temporada de sequía, que se retira del malecón de Ciudad Bolívar, y se hace una corriente serena, de una tonalidad gris azulada, repleto de enormes lajas, y piedras graníticas oscuras o marrones, cuyas orillas dejan al descubiertos pequeñas dunas de arena gruesa a medianamente fina, de tonalidad amarilla, formadas por el sedimento que depositó el río durante su creciente, en comparación con el Orinoco de la temporada de lluvias, cuyo cauce se eleva más de 10 metros para superar arenales, piedras, y mostrar la impetuosidad de su corriente. 

Medanos, arenales frente al Malecón de la Ciudad
Contraste de minerales, con el río quieto, al lado de su malecón.

Arenales de abril a un costado del río manso de la aguas bajas.
Tonalidades cambiantes según se desplaza el Sol.
Estos sedimentos, que forman pequeñas dunas desde enero a abril,  provienen en mayor parte de los llanos y las cordilleras andinas de Venezuela y Colombia. En julio agosto estas arenas llegarán al océano Atlántico cuando el Orinco alcance sus niveles máximos de caudal.
Como dunas estas arenas cambian su fisonomía, pero a mediados de mayo ya no estarán allí.
Rocas sueltas, arena, peñascos y el río que sigue su curso al oriente. A un costado arriba el Mirador Angostura. Así se ve el paisaje en una mañana ardiente de abril del 2024.

Este arenal es utilizado para deportes de playa, fútbol y voleibol, entre otros.

Rocas graníticas resurgen en temporada de aguas bajas

Estas rocas se dejan ver en su esplendor con el Orinoco en aguas bajas.

Millones de años han dado esplendor a estas rocas sueltas. Mientras tanto el río espera la lluvia para ocultarlas y alisar sus superficies minerales.

Las rocas sueltas, el río en reposo y hermoso Puente Angostura.

El sedimento y la fuerza de la corriente en las crecidas deja su marca en estos peñascos orinoqueños.

Inconfundible, excepcional, gigantesca, se levanta del fondo del río la Piedra del Medio.

Pronto desaparecerán estas rocas, cuando el Río Padre aumente su caudal.

Conjunción de elementos mienerales, agua, relieve, caseríos y cielo en el Orinoco de la Angostura.

El río admirado de la sequía, no menos que el imponente curso de las crecientes, que oculta todos estos peñascos y lajas, salvo la imponente Piedra del Medio, jamás superada en toda su dimensión por el Orinoco, Padre de Todos los Ríos, Serpiente enroscada de los pueblos que habitaban sus orillas y planicies cercanas. 

Entre julio y hasta mediados de septiembre, en su creciente anual, el Orinoco en vez de este cauce sereno, acortado y si se quiere tímido de su ciclo de aguas bajas, se convierte no obstante en una enorme serpiente de agua que lava sin descanso las paredes del malecón, que muestra la fiereza de sus remolinos y caudal frente al área de los andamios donde el cauce comienza a reducirse, o frente al Mirador Angostura, donde se hace aún más estrecho, angosto. Se convierte entonces en una autopista de agua, que deja pasar como vehículos acuáticos las miles de plantas de boras, arrancadas de sus centenares de islas y lagunas para acompañar sus aguas ahora leonadas a amarillentas hasta su bifurcación en tres brazos principales: el Caño Mánamo, el Macareo y el Grande. En ese punto a unos 200 kilómetros al este de la capital del estado Bolívar, el Orinoco se ramifica en centenares de caños e islas, que dan forma su Delta de más de 2 millones de hectáreas, donde el Orinoco entrega sus aguas y sedimentos al océano Atlántico. 

Contemplación y nado en el Orinoco calmo de abril

La joven disfrutando del arenal y el admirado río de abril.
Practicantes del nado de aguas abiertas aprovechan la suave corriente de abril para surcar el río.

Un rato de relajación y descanso entre la arena y el río.
En un tono más oscuro la misma imagen de la joven enamorada del río.

Lagunas del Medio y Los Francos con el río Orinoco más arriba. Visible este hermoso paisaje desde las plantas altas del Hospital Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar



Laguna del Medio, vista desde el Hospital Ruiz y Páez. Entre el río Orinoco y la laguna el terraplén y la avenida que enlaza el Paseo Orinoco con el sector Los Coquitos.

Laguna de Los Francos, más al fondo el río Orinoco.

Desde la tercera y cuarta planta del Complejo Hospitalario Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar, podemos observar estos hermosos paisajes de un magnífico verdor, tanto de la zona urbana del noreste de la capital guayanesa, como las dos lagunas más imponentes que durante siglos o milenios han formado parte inseparable de los ecosistemas hídricos o humedales adyacentes al río Orinoco. 

Estas formaciones lacustres de pequeña extensión han sido formadas por el flujo y reflujo de las crecientes de este curso fluvial, que nutren las lagunas tanto a nivel superficial como subterráneo. Conjuntamente con la prácticamente ya intervenida y prácticamente desecada Laguna de El Porvenir, hoy convertido en los espacios vegetales del Jardín Botánico del Orinoco, la Laguna del Medio y la de Los Francos, tienen que soportar el impacto ambiental de los urbanismos, barriadas y la conexión vial que en paralelo al Orinoco comunica la zona de La Alameda y el Paseo Orinoco con el populoso sector de Los Coquitos. 

Otra vista de la laguna Los Francos, la más oriental de las tres lagunas que bordean el Orinoco desde el casco histórico hasta el sector Los Coquitos.

El deterioro de la calidad del agua por la presencia de descargas de aguas servidas, utilización de algunos espacios como vertedero de desechos sólidos así como la afectación de sus cobertura vegetal protectora y de su fauna silvestres, ponen en riesgo la biodiversidad y el equilibrio ecológico de estos espacios protegidos. Pero a pesar de estas presiones siguen siendo zonas naturales de indiscutible belleza escénica y con potencial para la preservación de especies propias de estos ecosistemas. 

Las imágenes datan de mediados de abril del año en curso 2024. 

Laguna del Medio, río Orinoco y llanuras del estado Anzoátegui.
Otra imagen del sistema de lagunas del Orinoco en Ciudad Bolívar.

Paseo Orinoco de Ciudad Bolívar, lugar icónico y fundamental de la Vieja Angustura del Orinoco.

Así luce el Orinoco en abril del 2024. Dunas, rocas, aguas azuladas, el puente Angostura al fondo, y el Malecón o Paseo Orinoco a su costado. Visto desde el Mirador Angostura.
Busto de un personaje ilustre, y casas de estilo antillano en el Paseo Orinoco. Acá comienza el Casco Histórico de Ciudad Bolívar.

Ciudad Bolívar a orillas del Río Padre en un amplio espacio abierto del Paseo Orinoco, al fondo la Piedra del Medio el Oriconómetro, como la llamó el Barón Alejandro Von Humboldt.

En aguas bajas, abril del 2024, así se ve el Río Padre en el sector oriental del Paseo Orinoco.
Piedra del Medio, así estaba a mediados de abril del 2024.

Sin el bullicio, el tránsito agobiantes de otros momentos de nuestra historia reciente, el Paseo Orinoco sigue siendo referente fundamental de la Ciudad Bolívar tradicional, con su vialidad arbolada, sus caminerías, su amplios espacios para la caminata en familia y la contemplación del maravilloso espectáculo del Río Padre: sus tonalidades cambiantes de la sequía que lo achica hasta 10 metros más abajo de su Malecón, cuando tiene un tono de gris a azulado; o a la bravura de su creciente de julio agosto, cuando predomina su tono de marrón claro. Sobresale en este Paseo su perenne brisa refrescante del calor extremo de la ciudad, y sus atardeceres espectaculares. 

Ese es el Paseo orgullo de los bolivarenses,  con el telón de fondo del río y su Puente allá en una de las parte más angostas del curso fluvial, con su Soledad hoy Ciudad Orinoco en el vecino estado Anzoátegui, hermana menor de la capital de Guayana, con su humilde población de la Encaramada montada sobre cuestas rocosas, ahora coronada con un nuevo Paseo de excelente arquitectura y mirador magnífico, construido en su parte alta por las autoridades regionales del estado hermano. 

Lancheros de la ruta fluvial Soledad o Ciudad Orinoco a Ciudad Bolívar. Arriba el Malecón.
Desdel el Paseo así se una de las calles del Casco Histórico de Ciudad Bolívar.
Antigua Cárcel de Angostura, hoy museo.
El Paseo Orinoco 
Cartel o valla educativa sobre la sapoara una de las especies piscícolas representativas del Orinoco.
Sobre la orilla  del Orinoco de la sequía la garza, la curiara, el arenal, las rocas, el Mirador Angostura, el río calmo y azulado de abril, sus peñascos graníticos y el pueblo hermano de Soledad o Ciudad Orinoco.

Con su Piedra del Medio, atalaya de roca granítica tan nuestra como el Orinoco Padre, y con esos medanos o arenales típicos de la temporada seca, y los omnipresentes lancheros que siguen cubriendo la ruta fluvial Ciudad Bolívar Ciudad Orinoco, y con la aparición repentina en ese espejo de agua calmo de marzo y abril de las toninas y los delfines grises, que forman parte esencial de su fauna. Todo ello es esencia del Paseo más emblemático y amado de los bolivarenses. 

Imágenes sencillas, imágenes de un Paseo que como bien señalamos y a pesar de sus bajas actuales sigue siendo uno de los íconos patrimoniales del paisaje urbano de la Vieja Angostura. Acá las compartimos. 

El río, los barrancos de la Encaramada y arriba en la colina el nuevo Mirador construido por la Gobernación del estado Anzoátegui.

Caminería arbolada en el Paseo a tempranas horas de la mañana.

Samanas, masaguaros, robles, caros caros, algarrobos, y otras especies de sombra en el Paseo Orinoco.

Otra vista del Orinoco y el sector La Encaramada de Soledad.