Desde una loma se observa la carretera principal Troncal 10 al fondo cordillera de Tomasote.
"De Cupapuy pasé a Santa María, la desventurada. Este pueblo presenta el inaudito robo de que yo no tenía idea.Yo había visto y sabido, robos de diferentes especies; pero robarse un pueblo entero, no lo había visto hasta aquí. Ahuyentar los moradores de un lugar para apropiárselo; destruir las edificaciones para producir ruinas; producirlas para aparentar despojos; y adueñarse en seguida de estos despojos, es cosa que hasta se corre el riesgo de escribirlas porque, en verdad, pudiera no ser creída. Sin embargo, documentadamente he dado cuenta del hecho a la Direccion, pues por desgracia es harto cierto, que la desventurada Santa María, por su inmediación a la Villa de Upata despertó su codicia. Desde ella le fueron desmembrados sus vecinos, ahuyentaron al que sostenía un resto, pidieron en seguida la extinción de la parroquia, mintieron la ruina inminente del convento, y a poco fue subastado por cincuenta pesos y deshecho.
La hermosísima Iglesia que le era contigua quedó en ruina, despojada de su teja, y en pos, lo demás vino a ser un objeto de espanto y grima para el pasajero. Lo pavoroso de las ruinas y la desolación, acibara el goce que proporcionaría el imponente paisaje, que domina la espléndida posicion de Santa María.
Al acabarse los padres fundadores, quedó con 661 habitantes. Hoy tiene por todo morador los ganados, y un indio herrero que con su limitada familia vive fuera de las ruinas, en la colina que se ve en el plano. Tiene sí la fragua en una casa de la población. Su martillo es la única muestra de vida que resta en aquel cadáver de pueblo. Ese herrero, hombre octogenario, parece como el encargado por el tiempo, de hacer repetir diariamente a su yunque, la sagrada demanda de la vida, para un moribundo que todavía puede alcanzarla. Y con un grito de hierro sobreviviente a cuanto le rodea, preconiza el pueblicidio, y clama por un Gobierno. Ese clamor es el suspirar de cuantos creen que la existencia de los gobiernos supone la existencia de los pueblos. Así, pues, yo doy cuenta de Santa María al poder público, en letras, mientras queda el herrero dándola con su martillo a todo pasajero. Todo mi deseo es poderle decir algun día: Hubo quien oyera tu martillo y mi voz. Mi voz no ha cesado de martillar diez años ha, así como tu martillo no ha dejado de vocear por espacio de seis.”
Con toda consideracion me suscribo de US. muy atento servidor.
Andres E. Level.”
Anexo al escrito Level inserta un plano con lo que queda del pueblo de Santa María, resto de una de las Misiones del Caroní, fundada por los MR. PP. capuchinos, en el siglo XVIII. Anexa también una pequeña relación histórica sobre la misión señalando que SANTA MARÍA DE YACUARIO fue fundada en 1730 con indios guayanos y panacayos. Su población entre 1788 y 1816 se mantuvo entre los 700 y 400 habitantes. En 1788 tenía 481 habitantes. En 1791 subió a 512, cuando la dirigía el misionero Fr Agustín de Barcelona de 52 años, y 18 de misión en aquellas zonas. En 1803 la poblaban 570 personas. En 1816 eran 661 sus habitantes.