viernes, 25 de septiembre de 2020

Casas Viejas, Casas Vivas, Casas Muertas: Upata y su arquitectura tradicional

Así lucía la calle Beneficencia entre Van Prag y Monagas hace una década cuando aún no había llegado la fiebre del oro a Upata.
Humildes casas en la calle Páez levantadas a ras de sus altas aceras.
En la calle Urdaneta, a la derecha casa antigua, al frente viviendas más recientes de una sola agua.
Bien conservada esta vivienda en la calle Piar, frente a la quinta de la familia Vera.
En la calle El Calvario curiosa casa tradicional de dos aguas, con paredón frontal incluido, lo que rompe la tradición de la fachada contigua a la acera.

Casas en la calle Unión más allá de la calle Vargas, en dirección a Merecure.
Casas viejas en el casco central, una de ellas mostrando la huella del deterioro, visible el interior de su pared de bahareque.
 
De la Upata del siglo XVIII, su fundación y primeros pasos en la etapa colonial como villa de españoles, qué vestigios quedan...ninguno... quizás alguna herramienta vieja, oxidada, celosamente guardada en el patio de las familias más arraigadas en esta tierra. Pero de las viejas paredes, techos, cuadros, objetos utilitarios o religiosos, adornos, piezas de trabajo, alfarería, qué queda, prácticamente nada. No hubo gobierno, gobernante, benefactor, familia, emprendedor, investigador que nos legara alguna reliquia de aquellos tiempos. Lo más viejo de nuestra ciudad, quizás sus pocas casonas antiguas del casco central, la Casa del Balcón, la pared original de la Casa Verde, y una que otra casa que ha resistido el paso del tiempo, el abandono total, el descuido y el afán de sustituir lo viejo y sobre todo el de venderlo para que otros construyan comercios y edificios. Hubo un proyecto con maqueta incluida para el rescate de la Casa Piar, en el cruce con la Miranda, y se quedó en papel y modelo a escala, nunca tuvo dolientes y hoy la vieja casona ya es historia, después de décadas de abandono donde yacía, es ahora terreno descubierto, provisionalmente utilizado para el comercio informal. Así le pasó a la casa de la familia Sanoja entre Piar y Ayacucho. 

Por igual las casonas de la calle Piar en su mayoría han caído por inercia, o a mandarriazos o por la pala enorme de payloders, igual ha pasado con los viejos inmuebles de la calle Bolívar, de la Sucre, de la Ricaurte, de la Libertad, Miranda y Ayacucho, donde se ha impuesto la modernidad y el comercio utilitario, quedan solo humildes casas de pueblo, la mayoría de dos aguas, otras de líneas más rectas y de una sola agua, en las calles Vargas, Páez, Unión, Polanco, Sucre, Beneficencia, Concordia, Vargas y Ayacucho. Algunas lucen en buen estado de conservación, restauradas, ampliadas, bien pintadas, que pertenecen a familias con tradición de residencia en la ciudad, o comerciantes; otras casas están en penoso estado de ruina, esperando que el viento, las polillas, el calor, el peso de los años, la maleza y la dejadez oficial y particular, las derrumben definitivamente. Poco a poco, lentamente nos vamos quedando sin esa huella, sin ese patrimonio necesario de la vieja arquitectura popular de las casonas de estilo neocolonial, con fachada a ras de las aceras y calles,  sin ese patrimonio arquitectónico, cultural e histórico propio de los pueblos de provincia fundados por el colonizador hispánico, tal como ocurrió con la casona antigua de los Gómez, entre la Sucre y Miranda, primero restaurada o remodelada como muestrario de nuestra tradición arquitectónica familiar, pero luego vendida a inversionistas, hoy ya destruida, esperando por el cemento, la cabilla, el concreto, para su uso comercial.

Sobre la Iglesia en Upata Siglo XIX triunfante la Independencia 1817/1831

Aparte de otros textos que pudiesen enfocarse en este periodo particular de nuestra historia, posterior a la llegada del Ejército Patriota a Upata en 1817, habría que considerar como una lectura fundamental el  estudio que la investigadora  Juanita  (En la fotografía) integrante del cuerpo de profesores de la Universidad Católica Andrés Bello en su sede Guayana hiciera sobre la presencia, auge y caída de la iglesia católica en la región de las misiones del Caroní. Esa investigación publicada por la UCAB Guayana se titula DE LA PLENITUD A LA ESCASEZ, Problemas de la Iglesia en el Cantón de Upata, 1817-1831. Se trata de una investigación sobre los vaivenes y realidades de la iglesia en las tierras de las antiguas misiones de Guayana de los capuchinos catalanes, una vez que estas tierras fueron tomadas por el Ejército Republicano. Se centra principalmente en la Villa de Upata que fungía como cabeza de Cantón y del circuito que incluía los pueblos de Pastora y Caroní. 
El estudio parte del reconocimiento que la historiadora formula sobre la significación de Upata como el pueblo más importante al oriente de Angostura, lo cual se revela en la documentación elaborada por los Jueces Políticos y el Concejo Municipal de esa Villa. En su investigación describe como en la época anterior a la invasión de Guayana por el Ejército Libertador "los talleres de tejidos, jabones y curtiembre producían constantemente, de las forjas sacaban las herramientas necesarias para las labores agrícolas, y estaban poniendo tejas a todas las iglesias y conventos y hasta a muchas de las casas de los indígenas...el manejo del ganado y la siembra no acarreaban más preocupación que la toma de decisiones, porque los vaqueros y agricultores indígenas bien sabían desempeñar sus faenas". Tal realidad la toma del escrito que al respecto hiciera Fray Buenaventura de Carrocera sobre el estado de las Misiones para su época de esplendor.

Continúa señalando Juanita Buchholz que en 1816 las Misiones del Caroní todavía mantenían su fidelidad al Rey  y ello le permitió seguir conservando sus privilegios, a tal punto de que en aquellos parajes del interior profundo de Guayana contaban con 41 miembros activos en su congregación, esparcidas en los pueblos de misión. A tal punto además que aquel auge le permitía a la Congregación guardar considerable riqueza en metálico en Demerara, en Barcelona España y en sus propias arcas en Guayana, además de los inventarios que guardaban en el almacén de San Joaquín y las miles de cabeza de ganado que pastaban en sus hatos. 

Toda esta realidad nos dice la investigadora cambió en 1817 cuando al poco tiempo de llegar los republicanos y el ejército al mando de Piar no quedó un solo fraile en las misiones: 20 sufrieron el martirio en Caruachi, otros fallecieron por enfermedades contagiosas, muerte natural, y solo 5 lograron escapar y volver a España. "Este ocaso no fue llorado por todos, los indígenas celebraban que ya no serían sometidos a la servidumbre y opresión y los habitantes blancos de Upata veían como una gran oportunidad el rompimiento de las ataduras con los misioneros: tenían abierta la posibilidad de expandir sus tierras e iniciar un gobierno autónomo propio en su ámbito municipal o local".

Reseña en su estudio Buchholz como la población indígena se redujo por efecto del reclutamiento y en 1818 por la mortandad provocada por las fiebres endémicas y enfermedades contagiosas originadas por el consumo de carne en deplorables condiciones sanitarias. "Con la merma de la población desaparecieron mitos, leyendas, cuentos, cosmovisión, conocimientos de caza y vegetación, la historia de familias y tribus, los telares, los herreros, los curtidores, las jaboneras, las forjas ni siquiera había quien trabajara la tierra. Para colmo la iglesia ausente con su voz de consuelo, esperanza, fe, optimismo de una vida mejor. Y los nuevos propietarios se quedaron sin mano de obra". Esta es la situación crítica que refiere de Guayana y su región del Caroní y Yuruari luego de la llegada de los patriotas al poder en la Provincia. La población mermó de más de 20 mil a menos de 4 mil, y no había un solo religioso capaz de llevar consuelo y el mensaje cristiano a los que quedaban, y en ocasiones asediados hasta por bandidos y cuatreros, como un tal Patricio Astudillo, luego capturado y fusilado por las autoridades en 1819. Hasta 1823 no hubo cura en aquellas zonas.

Solo en 1823 se volvió a escuchar la voz de Dios en la persona del cura Pedro Miguel de Aguinagalde, nombrado como párroco del Cantón Upata. Solo duró dos años al frente de aquel rebaño, porque en 1825 le fue ordenado su regreso a Angostura y una vez más la zona se quedó sin titular eclesiástico,. Ante la ausencia de cura los pobladores de Upata, necesitados de un ministro para impartir la eucaristía y los sacramentos, bautizos, matrimonios, etc, lograron el auxilio del párroco del Bajo Orinoco, pero a éste no le fue posible realizar labor pastoral alguna por la negativa del vicario de Angostura, que lo desautorizó para ejercer el apostolado en Upata, ante lo cual los vecinos solicitaron formalmente que se le concediera a este buen padre llevar la palabra y los sacramentos hasta que le fuera asignado un cura a este territorio, esto ocurrió en 1828. Los problemas de la iglesia se habían agudizado recientemente debido al supuesto desfalco que de su patrimonio hiciera el vecino Franciso Villasana, quien fungía como mayordomo del patrimonio, reliquia y haberes de la Iglesia.

Luego de prisión preventivas los vecinos y el señor Villasana se comprometen a cancelar y devolver parte de ese patrimonio afectado, para lo cual fue necesaria en la villa la presencia del antiguo cura del Cantón el padre Aguinagalde, quien nombró nuevo mayordomo y aprovechó en ese año 1828 para poner en orden algunos asuntos internos y atender los requerimientos espirituales de la población.

No sería sino hasta el 28 de marzo de 1829 cuando por fin la Iglesia, a través del Obispo, decide encomendar a Fray Blas Caballero como párroco provisional o interino de Upata, Divina Pastora y Caroní. Finalmente fue en 1831 que este acto recibió la aprobación del poder civil, cuando una vez derrotada una conjura contra la naciente República de Venezuela- sancionada un año antes y expulsado el obispo Talavera por negarse a juramentar la nueva Constitución- en compensación Upata pudo gozar del privilegio de contar con un párroco con todas las de la ley. 

En resumen éste es la historia de la Iglesia que rescata la investigadora en su estudio sobre la iglesia en Upata luego de la llegada de los patriotas al poder en 1817. Sin duda un aporte interesante para la adecuada comprensión de la historia local y regional, que debe ser difundido para el cabal conocimientro sobre nuestros orígenes y devenir como pueblo.

Cambios Demográficos en las Misiones. Otro estudio de Buchholz

Además de la investigación sobre la Iglesia Católica en el Cantón Upata Juanita Buchholz de la UCAB Guayana publicó otro estudio denominado CAMBIOS DEMOGRÁFICOS EN LAS MISIONES DEL CARONÍ 1816-1823 en el cual recoge y aporta nuevos datos sobre los efectos de la Guerra de Independencia en la región de las misiones del Caroní durante los primeros años de la Gran Colombia.  En el que destaca el desastre demográfico que provocó la militarización de las misiones a partir de 1817, por el triple daño de recluta forzosa, enfermedades contagiosas y huida de los naturales de sus pueblos. Es un impacto ciertamente tremendo, que da no obstante origen en paralelo a un cambio en la conformación demográfico que se evidencia no solo por el desplazamiento de la población indígena, sino por la cada vez más importante presencia de criollos en los anteriores pueblos de misión, donde vislumbra un esfuerzo de repoblamiento, que se centra en el interés de los nuevos habitantes por reconstruir la capacidad agrícola de la región, una vez terminado el gran conflicto de la lucha de Independencia. 

Utilizando fuentes de la época y autores que tratan el tema Buchholz describe así la realidad de los pueblos de misión al cabo de varios años de control republicano sobre esta zona de Guayana:

"De Huicsatano (San Antonio) dice quedan el comandante y toda su gente, con más de 100 indios...ni 30 permanecían sanos: 230 habían muerto ya, cuatro entierros por día.

De Upata no hay datos... De Cupapuy refiere que los 700 o 800 habitantes... contamos 439 enfermos de la fiebre y muriendo a un ritmo de 12 o 14 por día. "

Altagracia de 8 a 15 personas...Puedpa no más de 150...Guri 150...Esta es la información aportada por John Princep, en noviembre y diciembre de 1818,  citada por la investigadora quien agrega que el desplome de las misiones fue total. A la vez hubo un marcado cambio en el poder en la región...el poder fue asignado en la figura del director de las misiones con sede en Upata ejercido por el militar Pbro José Félix Blanco. En 1819 la región fue elevada al rango de municipio con la Villa de Upata como cabecera...

En relación a Upata detalla que según el informe Estado de la Misión de Guayana elaborada por el prefecto de este territorio Fray Buenaventura de Carrocera...que esta villa tenía 1598 personas, habitada al parecer por solo españoles, porque no hay ningùn intento por indicar en ese recuento la presencia de blancos criollos, mestizos y esclavos, que probablemente vivían allì, además de los indígenas que cumpĺían como servicio de hogar o peones.

Juanita Buchholz estima que mientras Angostura la capital de provincia tenía unos 6 mil habitantes, en la región de las Misiones habitaban unas 21.266 personas dispersas en sus 27 misiones y dos villas, éste era un conglomerado de población considerable para la época, que la convertía en una de las zonas con mayor densidad de las ubicadas al oriente de Caracas. De este total 19.266 eran indígenas.

Sostiene que eran evidentes los conflictos y tensiones en el territorio de las misiones antes de la llegada de los patriotas, debido al creciente número de habitantes de las villas, en especial Upata, quienes quisieron extender sus terrenos y asumir más control de sus poblados, con lo que aumentó la fricción entre los frailes y los españoles.

Al respecto Buchholz hace referencia a la investigación que en su momento hiciera  el cronista de Upata profesor Ángel Romero Cabrera, en la cual indaga el por qué los upatenses se adhieren al régimen nuevo después de la toma de la provincia de Guayana por el Ejército Libertador. Tal situación fue descrita en el estudio Papeles del Archivo Histórico, Origen de la Villa de San Antonio de Upata y la Primera lucha por la Autonomía del Cabildo Municipal de Upata.

En la investigación Buchholz se enforca en el proceso de ocupación y sometimiento de los indígenas por los misioneros para construir sus pueblos y a la fundación de las dos villas de españoles, con población mayoritaria canaria, quienes tenían el deber de apoyar a los frailes las entradas y control de los neófitos. Sostiene que desde 1724 hasta 1816 los capuchinos catalanes laboraron industriosamente en la creación y consolidación de una cadena de misiones al oriente del río Caroní, con el fin de evangelizar y cristianizar la tribus indígenas que habitaban las tierras guayanesas e instruirlas en ocupaciones útiles para su nuevo papel como súbditos de la Corona Española. En el transcurso de sus labores extendieron y aseguraron el dominio del Rey sobre los terrenos entre el océano Atlántico, el río Orinoco, y el río Caroní que dio nombre a la zona y a la vez desarrollaron un sistema misional coherente con concepto de vida religiosa, dedicada al servicio de Dios y del rey por medio del rescate de las almas salvajes. Finalmente hace una valoración positiva del Archivo Histórico de Guayana en Ciudad Bolívar, que tiene a su juicio una bien ordenada documentación en buen estado desde 1820 hasta nuestros días.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Campos y paisajes en zona alta de Libertador y El Tanque al Oeste de Upata

Yagrumo a la distancia, al fondo una mancha de bosque intervenido en una de las lomas.
Sobre estas zonas de pendientes se práctica la agricultura de subsistencia
Isla de rocas, cuarcitas ferruginosas, en lo alto de una loma, con algunas especies arbóreas representativas de la flora silvestre de esta zona del oeste de Upata.
Siembra en lo alto, al fondo paisaje del valle del Yocoima, ciudad y colinas.
A la izquierda y al fondo la silueta del Corozo, el cerro más tradicional de Upata.
Prosiguiendo con esta serie dedicada a los paisajes urbanos y semirurales de Upata en septiembre de 2020, segundo semestre del año de la cuarentena por la pandemia del Covid 19, nos adentramos a las colinas, pequeñas unidades de producción agropecuaria, y miradores de la parte alta de la urbanización Libertador y el sector El Tanque. Se trata de un espacio rural ubicado en la antesala de la zona agrícola La California, donde las familias que habitan en el sector oeste de Upata durante décadas han venido aprovechando estos espacios fundamentalmente para la práctica de la agricultura de subsistencia en conucos familiares. 

Desde esta zona se visualiza la ciudad en su casco central y zonas urbanas de los ejes de las calles 23 de Enero, 19 de Abril, Piar, Pugas Padilla, Bolívar y los sectores Borbón, Merecure, San Antonio, Las Malvinas, 17 de Mayo, Cerro El Toro, Valle Alto, La Caramuca, Maturín, Obelisco, Los Chivos, Colinas del Yocoima, Terrazas de La Armonía, y las comunidades del primer tramo de la carretera Upata El Pao hasta la urbanización Villa Paraíso de Chapire. 

Favorecida por el viento fresco de altura y por la cercanía de los frondosos bosques que la rodean este sector posee un clima un tanto más agradable que el de la ciudad abajo, aunque le juega en contra el hecho de que la masa arbórea más cercana a estas colinas en su mayor parte ha sido deforestada para ampliar el área de cultivo. 

Vegetación secundaria, conucos, remanentes de bosque en colinas, al fondo antenas del cerro El Algarrobo.
Desde el tanque panorámica del sector Libertador de Upata y urbanización El Bosque.
Libertador y Colinas del Yocoima, al fondo siluetas de los cerros del Norte de Upata.
Otra imagen de la urbanización Libertador con su campo de fútbol menor.
Ya en lo bajo humildes casas, calles de tierra colorada y mucha vegetación.
Acá la altura del valle se eleva a unos 400 metros sobre el nivel del mar, y el relieve muestra la irregularidad propia de los lomeríos, que constituyen la formación más representativa de su geomorfología. En estas lomas, en sus suaves o empinadas laderas, es donde desde hace varias décadas se práctica la agricultura del conuco de rubros tradicionales: maíz, granos, yuca, frutales, entre otros. 

Persisten en los pequeños fundos espacios donde afloran con frecuencia las lajas y fragmentos grandes y medianos de cuarcita ferruginosa, que es el componente rocoso predominante junto al suelo franco arcilloso, y que por lo general se concentra en "islas" en la parte alta de las lomas. Entre las colinas o lomas no obstante persistente parte del bosque original ya recuperado o que ha sido dejado como zona protectora. 

También se visualiza en las fincas vegetación herbácea y secundaria, con predominio del gamelote, carrizo o guinea "panicum máxima", o algunas especies pioneras. Ya en la frontera con el área urbanizada se encuentran también remanentes de bosques bajos y vegetación xerófita. Algunos árboles aislados o agrupados, que van quedando como zona verde de refresco para los campesinos, tanto de especies propias de los bosques ya intervenidos o como especies introducidas, complementan la singularidad de esta zona de Upata.

Carretera Perimetral de Upata

Finalizada la autopista a San Félix, así se encuentra la avenida Perimetral en su único tramo de doble calzada, espaciosa y ambientada con dátiles.
En el corto tramo de 300 metros de avenida con isla, al fondo cerro  Guacarapo, sector 3 de Mayo y casi oculto el cerro El Toro.
Culminada la avenida con isla la vía se estrecha, a un costado el centro lácteo o más bien galpón de Alimentos Bolívar. al fondo línea de los cerros más elevados de Upata.
El 16 de septiembre del 2020 la localidad de Upata estaba en cuarentena radical, y sus avenidas principales mostraban ya avanzada la mañana un panorama de soledad, caracterizado por la ausencia de tráfico automotor. A esta realidad no escapa ni siquiera la avenida perimetral de la ciudad, que constituye la vía principal de alivio y desvío del flujo vehicular que se desplaza por la Troncal 10 con rumbo al sur de estado. Para mostrar su actual estado, condición de sus zonas verdes y urbanas circundantes acá insertamos una galería de imágenes de esta avenida, que, salvo en el tramo de doble calzada desde el cruce del Rayado iniciando la autopista a a San Félix hasta la entrada al sector Los Chivos, sigue siendo la misma vieja "carretera" construida en los años 60/70 del siglo pasado para evitar el ingreso sobre todo del transporte pesado al centro de la ciudad. Ya en el sector Santo Domingo la vía a pesar de conservar su misma antigua calzada deja mostrar algunas señales de modernidad, debido a la construccion progresiva de galpones, comercios, y edificios públicos como el Cuartel de Bomberos, que le han cambiado un tanto su fisonomía.
La Perimetral en el sector Santo Domingo Las Tablitas vista desde el cerro Guacarapo.
Galpones y comercios en la Perimetral antes de su enlace con la Av Raúl Leoni.
Después de esta curva doble canal al final de la Perimetral se encuentra el famoso  Rayado, punto de control de la GNB localizado exactamente en el kilómetro 48 de la autopista.
Centro comercial en la Perimetral al lado del Cuerpo de Bomberos de Upata

Para mostrar su actual estado, condición de sus zonas verdes y urbanas circundantes acá insertamos una galería de imágenes de esta avenida, que, salvo en el tramo de doble calzada desde el cruce del Rayado iniciando la autopista a a San Félix hasta la entrada al sector Los Chivos, sigue siendo la misma vieja "carretera" construida fundamentalmente para evitar el   transporte pesado al centro de la ciudad, evitando mayor congestionamiento en este sector de Upata y facilitar la movilidad hacia el Sur del estado.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Árboles de Upata: Indio desnudo, jobo y jabillo

Indio Desnudo o Pellejo de Indio 

Ramaje copioso e irregular del indio desnudo de un árbol visible en la quebrada de El Caballo en el cerro El Toro.

A pesar de la desforestación que padece el bosque de galería de la quebrada de El Caballo en el cerro El Toro, aún se conservan vivos estos indios desnudos, los de las izquierdas jóvenes y el de la derecha un ejemplar adulto.
 
En Upata este hermoso árbol pellejo de indio o indio desnudo, el representante más notable, reconocido y singular del género Bursera, ha sobrevivido a la devastación de los bosques que circundan la ciudad, por lo que sigue siendo una especie observable tanto en su zona norte, en las serranías de El Toro y sus alrededores, también se exhibe en las colinas boscosas del Oeste, en los sectores de Chapire, California, El Algarrobo y en general en gran parte de las zonas campesinas del valle del Yocoima, habitando y sobresaliendo su tronco brilloso en los manchones boscosos que se alternan con sabanas y tierras de pastoreo o cultivo. Un magnífico ejemplar muestra su belleza en la parte alta de la quebrada de El Caballo, donde junto al roble, palo blancos, yiguires, aceitunos y hasta zapateros, conforma el espeso manto selvático protector de este escarpado torrente. En el área urbana de Upata no hemos observado este árbol, que exclusivamente es una especie que crece en espacios silvestres, nos parece que no sería descabellado intentar su siembra o plantación, tal como se ha hecho en otras ciudades donde igualmente ha logrado adaptarse a las condiciones del hábitat urbano.
Esta especie es típica de bosques secos recibe por nombre Caratero, resbala mono (Colombia). Caraña, indio desnudo, jiñocuabe (Costa Rica).Aceitero, almácigo, azucarero, cachibú (Cuba). Chacá, hinacahuite, palo chino, palo jiote (Guatemala). Copón, jinicuite, jiote, palo chino (Honduras, El Salvador). Chacah, hukup, palo mulato, quiote (México) Indio desnudo, jiñocuabo (Nicaragua). Indio Desnudo y Pellejo de Indio (Venezuela). Almácigo, carate, cholo pelao, indio desnudo (Panamá). Su nombre científico es Bursera simaruba L. Es una especie de la familia de las Burseraceae, nativa de  las regiones tropicales de Américas desde el sudeste de EE. UU. (sur de Florida), México, América Central, el Caribe, Brasil, Colombia y Venezuela. Es un árbol pequeño a mediano, de hasta 25 m de altura y de 10 a 100 cm de diámetro en su tronco principal, el cual es cilíndrico, ramificado de baja a mediana altura y copa irregular y dispersa. Las hojas son en arreglo espiralado, pinnadas con 7 a 11 folíolos, cada folíolo es ovalado ancho, de 4 a 10 cm de longitud y 2 a 5 cm de ancho.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Recorrido vía rural Sabaneta cruce de Montaña de Lino

Por los alguna vez espesos bosques, que en su mayor parte han sido intervenidos desde hace más de un siglo, por agricultores y ganaderos, la población de Sabaneta se enlaza con Montaña de Lino y Buen Retiro. En un tramo carretero que como todas las vías rurales del municipio Piar se encuentra hoy en condiciones no óptimas debido al deterioro que provocan las lluvias y la falta de mantenimiento de las vías. 
 
Paisajes de Guayana adentro, más allá de Sabaneta hay un camino de tierra y granzón, una ruta histórica, de tradición, que nos lleva a los parajes de selva, pastizales recientes, pequeños y grandes fundos ganaderos, conucos sobre las empinadas cuestas. Es la vieja ruta al sector La Argentina, al cruce del Chihuaco, o a la ruta no tan lejana a Buen Retiro, es también el camino que nos lleva al más lejano Montaña de Lino. Son tierras rojizas, bajo un calor abrazador o con frecuencia refrescado el clima con la humedad de los grandes aguaceros que de junio a noviembre permiten el respiro de la vida silvestre, de las siembras y el engorde del ganado. Por esta zona de Upata hay silencio y trabajo duro de campo. Por fortuna no hay minas depredadoras, su relieve y sustrato es el propio de Imataca, suelos rojizos de hierro y un tanto más claro de los aluminosilicatos. Peñasco surgen de pronto como en toda esta provincia geológica, rocas metamórficas, gneis, granulitas y eventualmente por las lomas cuarcita ferruginosa. A línea recta, ya entrando al cruce de Montaña de Lino, apenas a 10 kilómetros están las cerros ferríferos de El Pao. Esta zona depende de Upata, en lejanos tiempos llegar hasta sus fincas era cosa de valientes, en burro o a pie, por una montaña, un bosque denso, donde se escuchaban eventualmente fieras salvajes, cafetales habían protegidos por los corpulentos árboles, y quebradas pocas,  a pesar de la lluvia, más bien esto es tierra de lagunas, tapones y algunos humedales de vegetación herbácea.
Hoy el camino es transitable a medias, o en condiciones duras, cuando hay patroleo se llega rápido, cuando no y llueve copiosamente los carros sufren, por eso se necesitan vehículos todo terreno preferiblemente. Esta no es zona de gran tránsito, ahora menos con la recurrente falta de combustible. No obstante los obstinados productores rurales no la abandonan, aquí están establecidos. Recuerdo que hicimos un último recorrido o paseo allá por el año 2016, en un viaje familiar hacia el fundo de la familia Muñoz, donde la amabilidad y don de gente del tío Manuel y su prole nos recibió y atendió con afecto y buena comida campestre, la infaltable cachapa.
Aquí en esta galería de imágenes mostramos ese paisaje serrano, inquieto, que conforma parte de nuestra extensa geografía rural. Un escenario para la actividad humana que bien podría ser más armónico con el necesario deber de conservación de muchos de estos bosques protectores de cursos de agua y asientos de biodiversidad. Será siempre tarea de nuestros campesinos, hombres y mujeres de trajinar y apego por sus tierras, preservar estos paisajes, y equilibrar sus explotaciones agropecuarias con la valoración de los ecosistemas silvestres que también merecen ser conservados.


En la secuencia gráfica fundo a la orilla de la carretera, bosques intervenidos, rocas a flor de suelo, una foto para el recuerdo y una palma carata recién plantada.

sábado, 12 de septiembre de 2020

El parque natural o zona protectora norte de Upata es una propuesta de biodiversidad y conservación de su medio ambiente circundante. La meta es proteger su patrimonio botánico, de fauna, recursos hídricos y afloramientos rocosos del Complejo Imataca

Sobre las cimas de los colinas más bajas de la serranía de El Toro surgen enormes lajas intensamente meteorizadas conformadas fundamentalmente por cuarzo, feldespatos, micas y en menor proporción piroxenos y anfibol.
Hermoso bosque tropófilo, o caducifolio, sobre suelos rocosos ocultan pequeños cuerpos de agua que drenan hacia la quebrada de El Caballo.
Las rocas más enormes suelen brotar como afloramientos, tipo laja, sin embargo esta imponente mole de 7 metros de alto por 15 m de largo y 7 m  ancho, descansa a ras de suelo; se encuentra en la larga cadena de colinas que une al cerro El Toro con su cerro gemelo de La Viuda. Se trata de un material rico en cuarzo fedespato, es decir es una roca félsica, ácida, que en su parte exterior se encuentra fuertemente meteorizada, y exhibe varios desprendimientos de su estructura.
A lo lejos al Oriente visible la silueta del Toro y más atrás la colina de El Jobo o las Antenas. Desde esta vista se evidencia la variedad vegetal de estos paisajes, donde se alternan flora saxícola, es decir que crece sobre substratos rocosos, bosques bajos y medios, densos la mayoría, y la dominante sabana de sus laderas más próximas a la ciudad.
Rocas metamórficas, vegetación de sabana, relieve abrupto al fondo y el valle del Yocoima, todo ello configura un mágico escenario natural digno de ser preservado para el disfrute de nuestras generaciones futuras y la conservación de frágiles ecosistemas que están siendo afectados progresivamente por actividades antrópicas.

En el cerro El Toro, superada la cota 550 metros sobre el nivel del mar, surgen como rocas predominantes las cuarcitas ferruginosas, como peñascos flotantes de hasta 3 metros de diámetro, también como material suelto a nivel del suelo o formando parte del perfil del subsuelo.   
 
Con la finalidad de preservar su patrimonio geológico, y garantizar la perpetuidad de sus formaciones vegetales de sabana y bosques Upata requiere con urgencia su geoparque y reserva de flora silvestre protectora de nacientes de agua. El sitio a proteger es el que por tradición y variedad de sus paisajes, relativo buen acceso a caminantes, excursionistas, debe ser ratificado como Parque Natural El Toro la Mesa y Guacarapo Manantiales de la Viuda. 
Se trata de un área que en su conjunto supera largamente las 4 mil hectáreas o 40 kilómetros cuadrados, una superficie semejante al del valle del Yocoima, si efectivamente se logran extender sus linderos hasta la cadena de cerros y estribaciones más elevadas de la Sierra Imataca y próximas a la ciudad al norte: desde su franja cercana a las nacientes del río Upata, en los lomeríos Sur y este del embalse El León hasta las colinas y montañas del eje El Candado Hato Maiquetía en la ruta a El Buey. 
Sería sin duda un proyecto ambicioso, factible de ser impulsado desde la Alcaldía de Piar, la Gobernación, el mismo Ministerio de Ecosocialismo, y con el peso de las agrupaciones conservacionistas, ONG, universidades como la UNEG, y especialistas y ciudadanos preocupados por el medio ambiente, que tengan a bien sumarse a esta iniciativa. Quizás la circunstancia actual de deterioro de la institucionalidad del Estado por la grave crisis de ingreso que sufre la nación y por la ausencia de iniciativas ciudadanas en ese sentido no hagan viable la concreción de esta propuesta en el futuro inmediato, pero sin duda se trata de una idea a tomar en consideración, más aún cuando la ciudad de Upata no cuenta con una zona protectora de vegetación, biodiversidad y recursos hiídricos, tal como la que le fuera asignada en la década de los 70 y 80 por las autoridades gubernamentales. En esos años el Ministerio del Ambiente y el extinto Ministerio de Desarrollo Urbano Mindur emitieron sendas resoluciones al respecto en consonancia con el Plan de Desarrollo Urbano de Upata. 
Pero estas decisiones y orientaciones quedaron en el papel y se desvanecieron, mientras en paralelo se incrementaron las intervenciones humanas sobre los frágiles ecosistemas de bosque, sabanas y valles, que abrazan al valle por sus cuatro puntos cardinales, y en especial por esta zona verde del norte y noreste de la ciudad. Upata bien podría haber tenido su Parque Natural, Zona Protectora, y por qué no un gran Parque Metropolitano, o un  Parque Nacional, sobre estos parajes y sus variados relieves, ecosistemas y valores paisajísticos, así como lo tienen la mayoría de las ciudades. 
Lamentablemente no fuimos capaces de conformar un movimiento de presión en ese sentido y el Estado en todas sus instancias tiene una deuda en material ambiental con nuestra ciudad, asediada en toda su geografía por la contaminación de su río Yocoima y sus afluentes, por la quema y tala, la invasión de espacios naturales, la devastación de bosques, la extracción desordenada de material arcilloso para la construcción y la contaminación de su suelo por la acumulación de desechos sólidos. 
Para colmo el hecho de reservar áreas naturales para futuras explotaciones mineras, relacionadas con la extracción de caolín y bauxita, algunas de las cuales se llevaron a cabo sin mayor rigurosidad por controlar los impactos ambientales, fue la excusa perfecta esgrimida por quienes argumentaron que no era viable la creación de la zona protectora verde de Upata y su gran parque natural.  Lo justificaron señalando que en gran parte el macizo colinoso del norte de la ciudad estaba destinado al uso minero, debido a la supuesta cuantía de las reservas de bauxita y caolín  en los cerros Copeyal, Los Chorros, y La Mesa. Por tal razón alegaban que tales áreas de reserva minera nacional no podían ser integradas como parte de la zona protectora propuesta para la ciudad.
En cualquier caso esas consideraciones quedaron sin efecto, debido a que las reservas de bauxita y caolín de nuestros cerros, por su reducido volumen, pues no llegan en su conjunto ni a 10 millones de toneladas métricas, no son competitivas con respecto a los enormes yacimientos de Los Pijiguaos, La Sirena en El Palmar y el Km 88 en Sifontes. Por ello no se justifica que se siga insistiendo en que son tierras aptas exclusivamente para la minería, es tiempo ya de redefinir ese uso y evitar en consecuencia que  sigamos permitiendo invasiones, abusos, y el destrozo de esos espacios geográficos, que obviamente si se adicionan como zonas protectoras pueden mantener y recuperar su valor como áreas naturales de biodiversidad y protección ambiental.  
Finalmente insertamos en esta entrada una extensa galería fruto de nuestras incursiones recientes en estos escenarios naturales que- a pesar de estar siendo sometidos a mucha presión antrópica, humana, por el tema de la falta de gas y la necesidad de leña para la preparación de alimentos, y por la extensión progresiva de la frontera agrícola y la cría de ganado vacuno en algunos espacios abiertos- todavía cuentan con amplias zonas no intervenidas, donde la naturaleza y la biodiversidad, y las evidencias rocosas del complejo pasado geológico están presentes y deben ser preservadas. Algunas plantas y rocas están debidamente identificadas y descritas por el autor del blog, pero obviamente por el hecho de no ser experto en botánica y geología, en otros casos esos elementos son colocados sin su debida denominación, a la espera de contar con la información precisa al respeto. 
 
GALERÍA DE ROCAS  Y PLANTAS DE LA SERRANÍA NORTE ESTE DE UPATA