Aparte de otros textos que pudiesen enfocarse en este periodo particular de nuestra historia, posterior a la llegada del Ejército Patriota a Upata en 1817, habría que considerar como una lectura fundamental el estudio que la investigadora Juanita (En la fotografía) integrante del cuerpo de profesores de la Universidad Católica Andrés Bello en su sede Guayana hiciera sobre la presencia, auge y caída de la iglesia católica en la región de las misiones del Caroní. Esa investigación publicada por la UCAB Guayana
se titula DE LA PLENITUD A LA ESCASEZ, Problemas de la Iglesia en el
Cantón de Upata, 1817-1831. Se trata de una investigación sobre los
vaivenes y realidades de la iglesia en las tierras de las antiguas
misiones de Guayana de los capuchinos catalanes, una vez que estas
tierras fueron tomadas por el Ejército Republicano. Se centra
principalmente en la Villa de Upata que fungía como cabeza de Cantón
y del circuito que incluía los pueblos de Pastora y Caroní.
El estudio parte del reconocimiento que la historiadora formula sobre la significación de Upata como el pueblo
más importante al oriente de Angostura, lo cual se revela en la
documentación elaborada por los Jueces Políticos y el Concejo
Municipal de esa Villa. En su investigación describe como en la época anterior a la invasión de Guayana por el Ejército
Libertador "los talleres
de tejidos, jabones y curtiembre producían constantemente, de las
forjas sacaban las herramientas necesarias para las labores
agrícolas, y estaban poniendo tejas a todas las iglesias y conventos
y hasta a muchas de las casas de los indígenas...el manejo del
ganado y la siembra no acarreaban más preocupación que la toma de
decisiones, porque los vaqueros y agricultores indígenas bien sabían
desempeñar sus faenas".
Tal realidad la toma del escrito que al respecto hiciera Fray Buenaventura de Carrocera sobre el estado de las Misiones para su época de esplendor.
Continúa señalando Juanita Buchholz que en
1816 las Misiones del Caroní todavía mantenían su fidelidad al Rey y ello le permitió seguir conservando sus privilegios, a tal punto de que en aquellos parajes del interior profundo de Guayana contaban con 41
miembros activos en su congregación, esparcidas en los pueblos de
misión. A tal punto además que aquel auge le permitía a la Congregación guardar considerable riqueza en
metálico en Demerara, en Barcelona España y en sus propias arcas en
Guayana, además de los inventarios que guardaban en el almacén de
San Joaquín y las miles de cabeza de ganado que pastaban en sus
hatos.
Toda esta realidad nos dice la investigadora cambió en 1817 cuando al poco tiempo de llegar los
republicanos y el ejército al mando de Piar no quedó un solo fraile
en las misiones: 20 sufrieron el martirio en Caruachi, otros
fallecieron por enfermedades contagiosas, muerte natural, y solo 5
lograron escapar y volver a España. "Este ocaso no fue llorado por
todos, los indígenas celebraban que ya no serían sometidos a la
servidumbre y opresión y los habitantes blancos de Upata veían como
una gran oportunidad el rompimiento de las ataduras con los
misioneros: tenían abierta la posibilidad de expandir sus tierras e
iniciar un gobierno autónomo propio en su ámbito municipal o local".
Reseña
en su estudio Buchholz como la población indígena se redujo por
efecto del reclutamiento y en 1818 por la mortandad provocada por las
fiebres endémicas y enfermedades contagiosas originadas por el
consumo de carne en deplorables condiciones sanitarias. "Con la merma
de la población desaparecieron mitos, leyendas, cuentos,
cosmovisión, conocimientos de caza y vegetación, la historia de
familias y tribus, los telares, los herreros, los curtidores, las
jaboneras, las forjas ni siquiera había quien trabajara la tierra.
Para colmo la iglesia ausente con su voz de consuelo, esperanza, fe,
optimismo de una vida mejor. Y los nuevos propietarios se quedaron
sin mano de obra". Esta es la situación crítica que refiere de Guayana y su
región del Caroní y Yuruari luego de la llegada de los patriotas al
poder en la Provincia. La población mermó de más de 20 mil a menos
de 4 mil, y no había un solo religioso capaz de llevar consuelo y el
mensaje cristiano a los que quedaban, y en ocasiones asediados hasta
por bandidos y cuatreros, como un tal Patricio Astudillo, luego
capturado y fusilado por las autoridades en 1819. Hasta 1823 no hubo
cura en aquellas zonas.
Solo
en 1823 se volvió a escuchar la voz de Dios en la persona del cura
Pedro Miguel de Aguinagalde, nombrado como párroco del Cantón
Upata. Solo duró dos años al frente de aquel rebaño, porque en
1825 le fue ordenado su regreso a Angostura y una vez más la zona se
quedó sin titular eclesiástico,. Ante la ausencia de cura los
pobladores de Upata, necesitados de un ministro para impartir la
eucaristía y los sacramentos, bautizos, matrimonios, etc, lograron
el auxilio del párroco del Bajo Orinoco, pero a éste no le fue
posible realizar labor pastoral alguna por la negativa del vicario de
Angostura, que lo desautorizó para ejercer el apostolado en Upata,
ante lo cual los vecinos solicitaron formalmente que se le concediera
a este buen padre llevar la palabra y los sacramentos hasta que le
fuera asignado un cura a este territorio, esto ocurrió en 1828. Los
problemas de la iglesia se habían agudizado recientemente debido al
supuesto desfalco que de su patrimonio hiciera el vecino Franciso
Villasana, quien fungía como mayordomo del patrimonio, reliquia y
haberes de la Iglesia.
Luego
de prisión preventivas los vecinos y el señor Villasana se
comprometen a cancelar y devolver parte de ese patrimonio afectado,
para lo cual fue necesaria en la villa la presencia del antiguo cura
del Cantón el padre Aguinagalde, quien nombró nuevo mayordomo y
aprovechó en ese año 1828 para poner en orden algunos asuntos
internos y atender los requerimientos espirituales de la población.
No
sería sino hasta el 28 de marzo de 1829 cuando por fin la Iglesia,
a través del Obispo, decide encomendar a Fray Blas Caballero como
párroco provisional o interino de Upata, Divina Pastora y Caroní.
Finalmente fue en 1831 que este acto recibió la aprobación del
poder civil, cuando una vez derrotada una conjura contra la naciente
República de Venezuela- sancionada un año antes y expulsado el
obispo Talavera por negarse a juramentar la nueva Constitución- en
compensación Upata pudo gozar del privilegio de contar con un
párroco con todas las de la ley.
En resumen éste es la historia de
la Iglesia que rescata la investigadora en su estudio sobre la
iglesia en Upata luego de la llegada de los patriotas al poder en
1817. Sin duda un aporte interesante para la adecuada comprensión de la historia local y regional, que debe ser difundido para el cabal conocimientro sobre nuestros orígenes y devenir como pueblo.
Cambios Demográficos en las Misiones. Otro estudio de Buchholz
Además de la investigación sobre la Iglesia Católica en el Cantón Upata Juanita Buchholz de la UCAB Guayana publicó otro estudio denominado
CAMBIOS DEMOGRÁFICOS EN LAS MISIONES DEL CARONÍ 1816-1823 en el
cual recoge y aporta nuevos datos sobre los efectos de la Guerra
de Independencia en la región de las misiones del Caroní durante los
primeros años de la Gran Colombia. En el que destaca el desastre demográfico que provocó la
militarización de las misiones a partir de 1817, por el triple daño
de recluta forzosa, enfermedades contagiosas y huida de los naturales
de sus pueblos. Es un impacto ciertamente tremendo, que da no obstante origen en paralelo a un cambio en la conformación demográfico que se evidencia no solo por el desplazamiento de la
población indígena, sino por la cada vez más importante presencia de criollos en los anteriores pueblos de misión, donde vislumbra un esfuerzo de repoblamiento, que se centra en el interés de los nuevos habitantes
por reconstruir la capacidad agrícola de la región, una vez terminado el gran
conflicto de la lucha de Independencia.
Utilizando fuentes de la época y autores que tratan el tema Buchholz describe así la realidad de los pueblos de misión al cabo de varios años de control republicano sobre esta zona de Guayana:
"De
Huicsatano (San Antonio) dice quedan el comandante y toda su gente, con más de 100
indios...ni 30 permanecían sanos: 230 habían muerto ya, cuatro
entierros por día.
De
Upata no hay datos... De Cupapuy refiere que los 700 o 800
habitantes... contamos 439 enfermos de la fiebre y muriendo a un
ritmo de 12 o 14 por día. "
Altagracia
de 8 a 15 personas...Puedpa no más de 150...Guri 150...Esta es la
información aportada por John Princep, en noviembre y diciembre de
1818, citada por la investigadora quien agrega que el desplome de las misiones fue total. A la vez hubo un marcado cambio
en el poder en la región...el poder fue asignado en la figura del
director de las misiones con sede en Upata ejercido por el militar
Pbro José Félix Blanco. En 1819 la región fue elevada al rango de
municipio con la Villa de Upata como cabecera...
En
relación a Upata detalla que según el informe Estado de la Misión
de Guayana elaborada por el prefecto de este territorio Fray
Buenaventura de Carrocera...que
esta villa tenía 1598 personas, habitada al parecer por solo
españoles, porque no hay ningùn intento por indicar en ese recuento la
presencia de blancos criollos, mestizos y esclavos, que probablemente
vivían allì, además de los indígenas que cumpĺían como servicio
de hogar o peones.
Juanita Buchholz
estima que mientras Angostura la capital de provincia tenía unos 6
mil habitantes, en la región de las Misiones habitaban unas 21.266
personas dispersas en sus 27 misiones y dos villas, éste era un
conglomerado de población considerable para la época, que la
convertía en una de las zonas con mayor densidad de las ubicadas al
oriente de Caracas. De este total 19.266 eran indígenas.
Sostiene que eran evidentes los conflictos y tensiones en el territorio de las misiones antes de la llegada de los patriotas, debido al
creciente número de habitantes de las villas, en especial Upata,
quienes quisieron extender sus terrenos y asumir más control de sus
poblados, con lo que aumentó la fricción entre los frailes y los
españoles.
Al
respecto Buchholz hace referencia a la investigación que en su momento hiciera el cronista de Upata profesor Ángel
Romero Cabrera, en la cual indaga el por qué los upatenses se adhieren al
régimen nuevo después de la toma de la provincia de Guayana por el
Ejército Libertador. Tal situación fue descrita en el estudio
Papeles del Archivo Histórico, Origen de la Villa de San Antonio de
Upata y la Primera lucha por la Autonomía del Cabildo Municipal de
Upata.
En
la investigación Buchholz se enforca en el proceso de ocupación y
sometimiento de los indígenas por los misioneros para construir sus
pueblos y a la fundación de las dos villas de españoles, con
población mayoritaria canaria, quienes tenían el deber de apoyar a
los frailes las entradas y control de los neófitos. Sostiene
que desde 1724 hasta 1816 los capuchinos catalanes laboraron
industriosamente en la creación y consolidación de una cadena de
misiones al oriente del río Caroní, con el fin de evangelizar y
cristianizar la tribus indígenas que habitaban las tierras
guayanesas e instruirlas en ocupaciones útiles para su nuevo papel
como súbditos de la Corona Española. En
el transcurso de sus labores extendieron y aseguraron el dominio del
Rey sobre los terrenos entre el océano Atlántico, el río Orinoco,
y el río Caroní que dio nombre a la zona y a la vez desarrollaron
un sistema misional coherente con concepto de vida religiosa,
dedicada al servicio de Dios y del rey por medio del rescate de las
almas salvajes. Finalmente hace
una valoración positiva del Archivo Histórico de Guayana en Ciudad
Bolívar, que tiene a su juicio una bien ordenada documentación en
buen estado desde 1820 hasta nuestros días.