Así lucía la calle Beneficencia entre Van Prag y Monagas hace una década cuando aún no había llegado la fiebre del oro a Upata.
Humildes casas en la calle Páez levantadas a ras de sus altas aceras.
En la calle Urdaneta, a la derecha casa antigua, al frente viviendas más recientes de una sola agua.
Bien conservada esta vivienda en la calle Piar, frente a la quinta de la familia Vera.
En la calle El Calvario curiosa casa tradicional de dos aguas, con paredón frontal incluido, lo que rompe la tradición de la fachada contigua a la acera.
Casas en la calle Unión más allá de la calle Vargas, en dirección a Merecure.
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Casas viejas en el casco central, una de ellas mostrando la huella del deterioro, visible el interior de su pared de bahareque. |
De la Upata del siglo XVIII, su fundación y primeros pasos en la etapa
colonial como villa de españoles, qué vestigios quedan...ninguno...
quizás alguna herramienta vieja, oxidada, celosamente guardada en el
patio de las familias más arraigadas en esta tierra. Pero de las viejas
paredes, techos, cuadros, objetos utilitarios o religiosos, adornos,
piezas de trabajo, alfarería, qué queda, prácticamente nada. No hubo
gobierno, gobernante, benefactor, familia, emprendedor, investigador que
nos legara alguna reliquia de aquellos tiempos. Lo más viejo de nuestra
ciudad, quizás sus pocas casonas antiguas del casco central, la Casa
del Balcón, la pared original de la Casa Verde, y una que otra casa que
ha resistido el paso del tiempo, el abandono total, el descuido y el
afán de sustituir lo viejo y sobre todo el de venderlo para que otros
construyan comercios y edificios. Hubo un proyecto con maqueta incluida
para el rescate de la Casa Piar, en el cruce con la Miranda, y se quedó
en papel y modelo a escala, nunca tuvo dolientes y hoy la vieja casona
ya es historia, después de décadas de abandono donde yacía, es ahora
terreno descubierto, provisionalmente utilizado para el comercio
informal. Así le pasó a la casa de la familia Sanoja entre Piar y
Ayacucho.
Por
igual las casonas de la calle Piar en su mayoría han caído por inercia, o a
mandarriazos o por la pala enorme de payloders, igual ha pasado con los
viejos inmuebles de la calle Bolívar, de la Sucre, de la Ricaurte, de la
Libertad, Miranda y Ayacucho, donde se ha impuesto la modernidad y el
comercio utilitario, quedan solo humildes casas de pueblo, la mayoría de dos aguas, otras de líneas más rectas y de una sola agua, en las calles Vargas, Páez, Unión, Polanco, Sucre,
Beneficencia, Concordia, Vargas y Ayacucho. Algunas lucen en buen estado de
conservación, restauradas, ampliadas, bien pintadas, que pertenecen a familias con tradición de residencia en la ciudad, o
comerciantes; otras casas están en penoso estado de ruina, esperando que
el viento, las polillas, el calor, el peso de los años, la maleza y la
dejadez oficial y particular, las derrumben definitivamente. Poco a
poco, lentamente nos vamos quedando sin esa huella, sin ese patrimonio
necesario de la vieja arquitectura popular de las casonas de estilo neocolonial,
con fachada a ras de las aceras y calles, sin ese
patrimonio arquitectónico, cultural e histórico propio de los pueblos de provincia fundados por el colonizador hispánico, tal como ocurrió con la casona antigua de los Gómez, entre
la Sucre y Miranda, primero restaurada o remodelada como muestrario de
nuestra tradición arquitectónica familiar, pero luego vendida a inversionistas, hoy ya destruida, esperando por el cemento, la cabilla, el
concreto, para su uso comercial.
Casa de dos plantas, con balcón, de un estilo diferente a la tradicional, a su lado inmuebles de construcción más recientes, de una sola agua. En la calle Páez de Upata.
Casas en la calle Sucre con Ricaurte.
Casa de la familia Fernández Lanz, una de las más antiguas de Upata, en la esquina de la Sucre con Libertad. Allí funcionó la imprenta del periódico El Alba, hoy es sede del liceo Divino Salvador.
Frente a la Iglesia San Antonio de Padua, se suceden varias casonas tradicionales, convertidas todas hoy en pequeños comercios, al fondo la Casa del Balcón y más allá la que fue la Casa Verde y la Casa de la Cultura, hoy Centro Cultural Manuel Piar.
Upata
no fue ciudad o pueblo de techos rojos ni calles empedradas, acá la teja solo era privilegio
de muy pocas familias y comercios en la estrechez del cuadrilátero de
su plaza principal, el resto de las casas viejas que aún quedan en pie,
exhiben sus más modernos y simples techos de cinc; por otro lado el el
bahareque fue el material fundamental de ricos y pobres, la mampostería
era muy escasa, y lo poco que se construyó con tal técnica yace oculto o
simplemente ya no existe. El ladrillo era más bien para pisos de gente
adinerada, comercios o edificios públicos, que fueron sustituidos por
modernas construcciones. Lo que sí sobresalía en aquellos tiempos no tan lejanos de mediados del siglo XX hasta la década de los 70 eran sus calles asentadas sobre cuadrículas de concreto, que lentamente dieron paso a las más modernas de asfalto. Vestigios de esas primeras calles quedan en la calle Miranda cerca del Mercado Municipal.
Por no ser zona sísmica y por su bajo costo acá en la Villa del Yocoima
se prefería el barro, los palos, la caña en sus paredes, el fresco
bahareque, y esas son las casas que aún están en pie, en su mayoría
construidas en las primeras décadas del siglo XX, con algunos pocas de
finales del siglo XIX que por la calidad de los trabajos se mantienen
como herencia del pasado. Inmuebles en el más tradicional estilo
colonial, casas de techo alto, con zaguán, con soberaos, dos o tres
corredores interiores, con hermosos patios repletos de jardines,
fragantes flores, plantas medicinales y árboles frutales, algunas con
piso de cerámica, con azulejos, con pequeños monumentos caseros, o
fuentecillas, cuartos cuyos ventanales de madera o hierro forjado, daban
a las calles, casonas que ya no existen o son pocas, y nos imaginamos
que quizás también ocultos bien ocultos en el subsuelo botijas,
morocotas, baúles, pequeños tesoros, entierros se le decía, cuya luz
brillante anunciadora y voz de ultratumba señalando el sitio exacto todo
eso quedó para cuentos de aparecidos.
De
esa Upata pueblerina, vieja, tradicional, histórica, qué queda. Como
dijimos una desordenada sucesión de casas que se alternan con edificios,
centros comerciales, tiendas y comercios. Acá está su evidencia, son
imágenes al voleo, demostrativas que aquello de Casco Histórico
pareciera ser en nuestra villa un nombre muy ambicioso o un eufemismo,
ya que de esa memoria poco. No obstante aquí está la selección en este
2020 de soledad y cuarentena, de crisis y de tránsito casi ausente por
la falta de combustible. Homenaje a esas casonas que ya no están, entre
otras las casas Piar, la de los Sanojas, la casona del bar Capulina, la
del Caney, la del Tropical, las viejas casas comerciales del centro
comercial Tracky, la del restaurant Sabatino, la casona enorme del
Colegio de las Monjas, luego sede provisional del Santiago Mariño, la
casa de la Maestra Celestina, la fuente de soda y cancha de bolas
criolla de la Urdaneta con Piar, todas las casonas antiguas de la
Bolívar entre Miranda y Urdaneta, la que estuvo al lado de la iglesia
San Antonio ahora Palacio Municipal.
Remodelada hace algunas años todavía sigue en pie la vieja y amplia casona del antiguo Hotel Emilia, más de 60 años de historia como posada, luego transformado en el nuevo Hotel Comercio, ahora ya ni exhibe su identificación. Por los costados su aspecto no es tan grato, repleta de remiendos de cinc y desnuda sus paredes de bahareque, pero en su interior sigue conservando parte de su tradicional corredor, jardinerías y ornamentos.
La huella de la Upata tradicional en la esquina de la Ricaurte con la Piar, la casa de la derecha perteneció a la familia Rodríguez Cova.
Lo tradicional y lo moderno, casas viejas, casas más recientes y el Palacio Municipal de Upata, tímidamente se asoma la torre de la Iglesia.Casa de la Responsable Logia Pedro Cova en la calle Bolívar, 150 años tiene esa institución masónica, pero el inmueble remodelado es de fecha mucho más reciente, mediados del siglo XX.
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Casa bien conservada de estilo colonial, en la esquina de la Bolívar con la Beneficencia, al fondo las Escalinatas de El Calvario. |
CASAS MUERTAS CASAS VIVAS
Insertamos
a continuación el contraste entre las casas que ya han sido arrasadas
por el progreso y el deterioro, el abandono, la desidia, la falta de
compromiso con la memoria histórica y arquitectónica del pasado, y los
inmuebles que pese a las circunstancias adversas se mantienen en pie
mostrando el mejor rostro de la ciudad que se niega a enterrar sus
patrimonios materiales de vida: sus viviendas, casas de comercio y
hábitat.
Memoria restaurada conservada
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Patio interior del Centro Cultural Manuel Piar
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Fachada colonial del Complejo Cultural Manuel Piar
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Casco Histórico, con sus viejas casonas, al fondo edificio en construcción que rompe la armonía del conjunto arquitectónico de la Upata histórica.
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Casa restaurada en la calle Libertad de Upata
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Casa del Balcón un rincón de la Upata de ayer.
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La Casa Verde, antes de su restauración, convertida luego en parte de la sede del Complejo Cultural Manuel Piar
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Memoria Borrada o Mutilada
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Vieja casona de la familia Sanoja Valladares, antes de su demolición, estaba ubicada en la calle Piar de Upata.
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Ruinoso estado de la Casa Piar antes de ser demolida.
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Arquitectura popular en bahareque, construcción utilitaria todavía presente en algunos barrios y sectores campesinos de Upata.
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Casas abandonadas y destechadas, esperando demolición en la calle Bolívar.
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Otra vieja casa del centro en ruina, esperando el avance de la modernidad utilitaria del comercio local.
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Inmueble en franco deterioro en el casco histórico
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La vieja casona de los Gómez en el cruce de la MIranda con Sucre, antes de su demolición reciente.
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En la esquina de la Miranda con Sucre viejas construcciones dieron paso a edificios modernos, como el Centro Comercial Yocoima Plaza. |
3 comentarios:
La casona al lado izquierdo de la Iglesia fue de la familia Manosalva García, construida en 1870 por Don Jose Antonio Manosalva, de origen Español, que vino desde Cumaná. Con su socio Abdon Daly fundó la Casa de Comercio Daly & Manosalva para vender ‘de todo’ a los arrieros de Upata, exportar Balatà y Zarrapia y vender productos de sus hatos La Horqueta y Santa Rosa de Irapa. También operaban la mina de Oro San Luis, cerca de Paviche y pueblo de Guri
La Casa Verde perteneció a familia ‘Catiròn’ Lezama y su esposa María Benigna. Con varias habitaciones y jardín interno con matas de Reina de las Palmeras y de flores. El el patio, que daba hasta la calle posterior, había una gran mata de Ponsiguè, los más grandes y sabrosos del Pueblo.
La Casa Piar, esquina de calles Piar y Miranda perteneció a Don Abdon Daly y esposa Eufemia Cabrera García. Allí pernoctó el Gral Manuel Piar en 1817. Don Abdon Daly fue socio de la casa de Comercio Daly & Manosalva, propietarios de negocios, hatos y mina de oro San Luis, cerca de Paviche y El Manteco
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