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Además de su privilegiada ubicación que le permite excelentes vistas panorámicas de la extensa región del Yuruari y de las serranías de Guacamayo, Machí, Apurito, El Cume y Tomasote, el sector de Santa María de Upata, cuenta con otros atractivos naturales, que deben ser adecuadamente preservados y acondicionados para el disfrute de la población local y visitantes. Entre éstos destaca El Salto, una irregular cascada de aguas cristalinas que desde sus cerros cercanos del Complejo de Imataca, ricos en cuarcitas ferruginosas, y rocas metamórficas abundantes en silicio, se precipitan hasta los bosques más bajos, que marcan el inicio de las tierras de Pastora, una provincia geológica que en su vastedad constituyó durante millones de años el lecho de un antiguo y desaparecido mar, donde la actividad hidrotermal y los complejos procesos de mineralización dieron origen a uno de los yacimientos auríferos más ricos del continente americano.
A El Salto se accede por una vía que en su primer tramo está asfaltada y se circula sin sobresalto, que luego da paso a una carretera engranzonada en regular estado, que en la medida en que se adentra por zonas más escarpadas se convierte en una vía más difícil de transitar. Sin un solo aviso que nos permita identificar su ubicación, es necesario contar con el auxilio de algún vecino del sector para dar con el punto exacto desde el cual acceder a la cascada, la cual durante los meses de lluvias intensas, nos ofrece un hermoso espectáculo, que constituye para los habitantes de Santa María un sitio de recreación de indudable valor paisajístico y natural.
Esta catarata de pequeña alzada está compuesta por un afloramiento rocoso complejo, cuyos minerales exhiben tonos, desde el marrón oscuro hasta el naranja, que son evidencia del choque soberbio de las dos provincias geológicas más antiguas del Escudo de Guayana: Imataca y Pastora. Estas rocas forman parte de la denominada Zona Milonítica de la Falla de Guri, que es la franja de colisión o contacto de estas dos provincias, por lo tanto y poseen la particularidad de contener trituradas, comprimidas o parcialmente fusionadas, las rocas predominantes de ambas estructuras. Al contacto con el agua el tono de la roca, lisa o irregular, según la magnitud del roce, deslumbra y llama la atención
por la complejidad de su brillo. La pequeña catarata no cae totalmente
en vertical sino con una inclinación muy pronunciada y posteriormente se
adormece en su recorrido al recorrer terrenos menos abruptos, donde la
roca se alterna con suelos arenosos. Su altura está cercana a los 20
metros en su caída más prolongada, y de ancho tiene entre 20 y 30
metros. El Salto de Santa María, o la roca que lo delimita al contemplarla se
nos exhibe como una abertura o herida en la ladera sur de los cerros
localizados al oeste del sector, donde el suelo cedió por completo para
mostrarnos en todo su esplendor cómo las fuerzas de la tectónica
terrestre son capaces de modelar y alterar las rocas.
Se trata en suma de un área de particular interés geológico, digna de ser admirada, contemplada o estudiada, por quienes nos maravillamos con estos accidentes naturales, frutos de antiguas colisiones geológicas que dieron origen a fallas. Fracturas que son la evidencia de la acción de poderosas fuerzas en pugna, que alteran y le dan su aspecto actual a todos los rincones de la superficie terrestre, en una dinámica tectónica ancestral y permanente, que jamás cesa de modelarla y darle forma.
Con una vegetación típica de sabana en su parte alta, alternada con formaciones de bosques bajos en su parte inferior, El Salto de Santa María, también da cobijo a un importante número de especies botánicas que deben ser preservadas y valoradas, así como a una oculta fauna, donde el estruendo, el canto de las aves, o la sinfonía de los anfibios, apenas alteran la tranquilidad y el silencioso rumor de este paraje, alejado del bullicio de la rural Santa María que se despliega en casas y comercios de la carretera Upata Guasipati o Troncal 10.
Se trata en suma de un área de particular interés geológico, digna de ser admirada, contemplada o estudiada, por quienes nos maravillamos con estos accidentes naturales, frutos de antiguas colisiones geológicas que dieron origen a fallas. Fracturas que son la evidencia de la acción de poderosas fuerzas en pugna, que alteran y le dan su aspecto actual a todos los rincones de la superficie terrestre, en una dinámica tectónica ancestral y permanente, que jamás cesa de modelarla y darle forma.
Contraste de la sabana con el Salto de Santa María. |
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