domingo, 21 de junio de 2020

Excursión al Cerro El Toro Junio 2020

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Vegetación arbustiva y peñascos de cuarcita ferruginosa, al fondo el Valle del Yocoima
Valle interior de la serranía de El Toro
Luego de dos semanas de intensas precipitaciones el verdor y la humedad vuelven al cerro El Toro, que tiene aproximadamente un perímetro de 9 kilómetros y una superficie de 600 hectáreas,  uno de los patrimonios naturales más importantes y por largo el más visitado de la ciudad de Upata. 
Bosques en la franja de altura al Este del Toro.
Este año 2020 fue extraordinario en cuanto durante casi 5 meses en todo el valle del Yocoima las lluvias desaparecieron provocando el deterioro del paisaje, ya que a su ciclo anual de sequía se vio incrementado por la falta total de precipitaciones y las incursiones depredadoras de personas talando su bosque seco y zonas protectoras de quebradas, que fueron prácticamente arrasadas en buena parte de su franja paralela al camino principal del cerro.  Unos con el fin de obtener la ansiada leña para el fogón familiar, ante la falta del gas domésticos en la ciudad. Otros para expandir sus sembradíos de hortalizas, sin tomar en cuenta que toda naciente de agua, como la quebrada de El Caballo requieren de estos bosques protectores para mantener su estabilidad y preservación como área de biodiversidad.  Ambos grupos han generado esta situación de degradación del paisaje natural del Cerro El Toro.
Al fondo la colina de las Antenas, desde el mirador de las cuevas
Crece en muchos igualmente la preocupación por cuanto el uso generalizado de agroquímicos pudiese estar afectando, lo que es más grave, la calidad de las aguas que se filtran hacia los acuíferos ubicados en el piedemonte y planicie cercana al cerro, pozos que se han convertido en la opción alternativa de suministro de agua "limpia" para miles de hogares de Upata. 

Requerimos sin falta que alguna entidad pública, o centro de investigación o universidad, realicen estudios detallados para establecer la magnitud de daño ambiental a estos espacios naturales, su impacto en los bosques protectores, vida silvestre, microclima, posible deterioro en los suelos ubicados en pendientes, y el nivel de contaminación química que pueden medirse tanto en la propia quebrada de El Caballo como en los pozos subterráneos o acuíferos localizados cerro abajo, para determinar si esta intervención humana ha alcanzando niveles de extremo peligro incluso para la población que utiliza esta fuente de agua.    
Un momento de reposo, contemplando la selva
El otrora espeso manto vegetal se muestra hoy destruido, talado, quemado, sus árboles más grandes, representativos, incluyendo algunos zapateros, indios desnudos, caramacates, robles, rosas de montaña, bauhinia o pata de vaca, jobillo, entre otros, ya no forman ese dosel impresionante, que favorecía la presencia permanente de los araguatos y otras especies de animales silvestres. 
Desde una de las colinas de El Toro se observa parte del valle
Esa es la realidad que hoy padece nuestro cerro El Toro, patrimonio natural del municipio Piar, así decretado en 1995 por el entonces alcalde Américo De Grazia, una zona de reserva natural de agua, biodiversidad, complejidad geológica, paisajes y miradores excepcionales, clima agradable, que hoy luce abandonado, y cercado con alambradas y portones,  por toda clase de propietarios de bienechurías agrícolas o pastos para una pequeña ganadería igual de contaminante para su suelo y aguas, quienes impiden el paso a sus sitios de recreo emblemático como el Dique, partes de la propia quebrada El Caballo, la ruta al cerro La Mesa y el Mirador de las Antenas.
Poza en la quebrada de El Caballo
Con lluvia, con un tiempo atmosférico nublado y una agradable temperatura de 27 grados al mediodía, este 20 de junio de 2020 nos reencontramos con este pequeño paraíso de vida silvestre, de más  que alguna vez soñamos parque, jardín botánico, zona de reserva, monumento natural, área protegida, pero que cada vez se nos aleja más como patrimonio común de los upatenses y se nos convierte en una muestra de que las relaciones entre el ser humano y su entorno si no hacen con reacionalidad y respeto al ambiente pueden dar paso a la destrucción de hábitat y el deterioro de un medio natural que alguna vez fue magnífico y pleno. Sin embargo, aún podemos aprovechar algunos recodos del Cerro y sus colinas, para contemplar desde la altura, ese paisaje boscoso que aún queda en las cercanías de Upata, y para extasiarnos con las siluetas de los centenares de cerros que rodean el valle del Yocoima, y la propia presencia lejana de la ciudad y sus áreas urbanas en expansión.
Ya en la parte baja se divisa la planicie del valle y la laguna que represa la quebrada de El Caballo
Tiempo de lluvia desde lo alto
Contraste de la sabana con la selva a los lejos hacia el cerro La Mesa
La quebrada de El Caballo mostrando su pequeño caudal
Paisaje montano, rocas, sabana, selvas y colinas
Enorme roca o laja en el tramo inicial del Cerro El Toro
Desde uno de los miradores del Toro
Lamentablemente esto ha ocurrido con la mirada cómplice de autoridades, de la propia comunidad, que no lo ha valorado en su dimensión como fuente de vida y patrimonio natural, y con la impunidad de quienes, inocentes o no, sin títulos de propiedad que los avalen, se han apoderado de lo colectivo con el argumento de que talan y extienden sus huertas para llevar el sustento a sus hogares, satisfacer la demanda colectiva de alimentos, sin tomar en cuenta que toda explotación agrícola debe tener límites cuando se trata de espacios naturales protegidos, como nacientes de aguas, acuíferos, bosques en pendiente y zonas protectoras en general. 
NOTA: En esta entrega resaltamos una vez los paisajes y la naturaleza plena que nos regala el cerro El Toro. En una segunda mostraremos la huella destructora que lo amenaza si no se controla a tiempo.

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