sábado, 25 de julio de 2020

Paseos por el Cerro El Toro Julio Agosto 2020

Panorámica del este de Upata desde colina de la serranía de El Toro
Imagen satelital del cerro El Toro Upata y el punto de observación del Valle (Google Map)
Relieve y altitud del Cerro El Toro, imagen tomada de Google Map
Cerro El Toro su colina más cercana a Upata vista desde urbanismo Manuel Piar
El Toro desde Santa Domingo, predomina vegetación baja sobre manchas boscosas
Cerro El Toro, rocas, chaparrales, bosques y al fondo antenas repetidoras.
Como ya se ha destacado en anteriores entregas alusivas a este patrimonio natural de Upata, hoy en peligro por la tala indiscriminada y el deterioro de su biodiversidad floral y animal, el cerro El Toro esconde- en sus más de 500 hectáreas- una interesante variedad de ecosistemas: desde bosques protectores de quebradas, selvas tropófilas en valles y pendientes, hasta biomas de sabana en áreas escarpadas, terrenos llanos y áreas pedregosas, donde las plantas sobre todo se adaptan a las particularidades del relieve y a la exposición a los vientos dominantes. Cuenta además con pequeños miradores naturales que favorecen la contemplación o recreación pasiva, tanto del valle del Yocoima como de las serranías que bordean la ciudad por todos sus puntos cardinales. 
Desde su primera colina frontal a Upata, se observa el urbanismo Manuel Piar.
Una de esas colinas que se extiende en paralelo a los sectores Manuel Piar, y San José se eleva  hasta los 560 metros sobre el nivel del mar, en su parte más alta, como un muro continuo de sabanas, pedregales y escasos bosques que siguen el curso intermitente y estrecho de pequeñas quebradas montanas que bajan de su tope. A esa altura podemos disfrutar de vistas muy sugestivas del valle, en especial de los barrios, edificaciones y urbanizaciones de su área de expansión, localizada principalmente al este y sureste de Upata, así como de los incontables cerros que rodean la ciudad.
Tonalidades de verde en este julio lluvioso del 2020
En la temporada de sequía esta pared de pendiente muy pronunciada, hasta de 60 grados, tiene la desventura de sufrir los rigores de los incendios forestales, que degradan su paisaje y afectan su fauna, pero por fortuna cuando llegan y se consolidan las lluvias, desde junio hasta finales de año, su verdor es extraordinario, en juego de tonalidades que contrastan con la abundante y oscura presencia de centenares de promontorios, rocas y lajas expuestas a las inclemencias del tiempo. 

Piedras, rocas, lajas a flor de suelo, sueltas o ancladas al firme suelo de la colina.
Estas rocas son la herencia del pasado remoto de las eras geológicas, que muestran la huella de procesos intensos de meteorización y de las enormes presiones soportadas por sus minerales durante millones de años de ocultamiento bajo  imponentes  y pesadas estructuras montañosas que hoy se han reducido a colinas. En su composición mineral predominante estas rocas metamórficas - granulitas, gneis y más escasas anfibolitas- exhiben cristales de cuarzo, fedespaltos, micas negras y piroxenos, y uno que otros anfiboles, en un balance en donde la composición félsica o silicia predominan, otorgándole a la roca en su interior su característico color gris o marrón claro, que se suelen ocultar tras su costra negra de óxido de hierro y manganeso. Eventualmente no obstante se observan dispersas rocas tipo gabro, más pesadas y oscuras, de composición máfica, con abundancia de hierro y magnesio, con escasos cristales de cuarzo y feldespasto.
A diferencia de aquel otro sector más elevado de El Toro, que se enlaza con el topo del cerro, es decir con el lomerío de las antenas repetidoras, aquí en esta loma continua y en sus declives o pendientes no hay cuarcitas ferruginosas, sino las rocas metamórficas ya descritas, muchas de ellas muy alteradas por la meteorización o conformando en algunos casos conglomerados, posiblemente surgidos en los lechos de antiguos cursos de agua en altura ya desaparecidos. Con menos frecuencia se observan en ese tope y sus pendientes, a ras de suelo, algunas masas rocosas muy livianas, terrosas, de tipo caolínitico, que revelan lo intenso de la meteorización en esta zona del trópico.

Especies vegetales típicas de sabana se exhiben en esta pedregosa colina.
En estos suelos pedregosos predominan los suelos arenosos de tonos más bien oscuros, con algo de arcilla en lo profundo. En la colina los bosques tanto en su cima como en las pendientes surgen como breves manchas de bosques bajos y de mediana densidad, donde sus especies de flora raramente sobrepasan los 10 metros de altura. Por las condiciones del suelo ácido, pedregoso, arenoso, de escasa fertilidad naturales, por las precipitaciones no tan abundantes, se trata de una formación o ecosistema donde predomina la vegetación de sabana. Más atrás, al saliente, en la loma de las Antenas sí hay una franja más humeda en el valle y zona de pendiente, que facilita  la formación de un bosque más denso, de mayor altura y exhuberancia. Esos con los contrastes que podemos admirar de cerca cuando recorremos estos parajes de este singular Cerro El Toro, regalo de Dios y patrimonio natural de Upata. 

La travesía en esta oportunidad fue accidentada por caminos inexistentes, sorteando peñascos, piedras sueltas, caminando sobre una espesa hierba, que obligan al visitante, al caminante, al excursionista, a transitar lentamente y con extremo cuidado, en un andar de 20 minutos a media hora, que se inicia a la margen izquierda de la Quebrada de El Caballo, hasta el topo continuo de la colina alargada que se visualiza desde prácticamente toda la ciudad de Upata y que constituye una de las tantas experiencias que podemos disfrutar en nuestro cerro, parque natural y mirador principal: El Toro. 
 
Otras excursiones:maravillosas vistas del valle 
y naturaleza silvestre para la contemplación 
 
Además en el mes de julio del 2020 y el 11 de agosto de este mismo año realizamos otras dos incursiones al cerro El Toro y su entorno natural. Una nos llevó por la ladera izquierda ubicada al lado de la serranía principal por tortuosos caminos de piedra y herbazales, por otros parajes desconocidos para los excursionistas, que nos regalaron vistas espectaculares del valle y de otros recodos de este parque natural, pasamos muy cerca de las nacientes de agua que drenan hacia las dos lagunas ubicadas en las cercanías del sector La Viuda, y desde allí pudimos observar otros ángulos del cerro principal el de las antenas, que en la cartografía antigua aparece registrado como cerro El Jobo. Pasamos por un estrecho valle donde hay cultivos de maíz y cebollín, y pudimos contemplar además de grandes lajas oscuras confundidas con espesa vegetación la forma curvada del cerro La Mesa, otro espectacular colina que compite en tamaño y exhuberancia con el El Toro, y que obviamente por la característica de su suelo, altura y por estar más influenciada por la corriente de humedad que viene de Piacoa y El Delta, posee una mayor cobertura de bosques. Abajo algunas imágenes de este otro paraje del parque natural El Toro. 

En el otro recorrido el más reciente avanzamos por la misma colina del cerro El Toro que visitamos en julio, rumbo hacia otra colina más distante ubicada en la proximidad de la vía a Guasipati frente a la sede de la Guardia Nacional y en la frontera con el centro campestre que se construyó a 500 metros del comando de la GN. Desde allí el cerro continuo se eleva aún más hasta alcanzar casi los 600 metros sobre el nivel mar, y se divisa desde una perspectiva más cercano el topo mayor del Toro, el de las antenas y la inmensidad del bosque interior de este parque natural, incluyendo una franja oculta de este valle interior donde se encuentra una zona de cultivo. Este paraje está sí más alterado por el ruido de la ciudad que se percibe con mayor amplitud desde este mirador, enormes piedras de roca metamórficas muy alteradas, granulitas, gneis, algunas cuarcitas ferruginosas y uno que otro suelo con rastros de cuarzo flotante, se alternan con la típica vegetación de la sabana guayanesa y con las especies xerófitas que crecen abrazadas o por entre las cuarteaduras y fragmentos de estas lajas de color ennegrecido por los óxidos, esta formación vegetal saxícola o sobre afloramientos rocosos es sumamente frágil y debe ser conservada de toda intervención humana. En la época de lluvias allá arriba en las lajas es común observar pequeños pozos de agua, que son también parte de este particular ecosistema. Abajo insertamos nuevas imágenes del cerro El Toro, esta vez desde la parte más lejana de la colina que forma su ladera de cara a la ciudad de Upata. 

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