domingo, 2 de enero de 2011

Sostiene el periodista Misael Briceño desde su fundo Cumbre Azul en Upata: La expresión más sublime de la fe es rescatar los sueños y el equilibrio hombre naturaleza

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Texto: Juan Ruiz Correa
Fotos: El Propio Misael Briceño
Upata/ Especia
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Desde las tardes apacible de la Upata bicentenaria aprendimos a conocer a Misael Briceño, periodista de larga data y oficio incansable, por décadas corresponsal al Sur de Bolívar, acuicioso, enamorado de la noticia audaz, del buen reportaje y la opinión certera.
Hoy en el 2010,  con casi 50 años de torbellinos comunicacionales, el autor de la leída Columna El Babandí, de gran impacto en los años 80,  sigue vigente en el periodismo. Repartiendo enseñanzas, orientando a los nuevos comunicadores y expresando sus opiniones con entera libertad y con firmeza.
De su Facebook tomamos su autodefinición existencial de la ruta del nacimiento a su Otoño Primavera. Así lo declama el Poeta Prosista:
-Nací en una ruta de alcaravanes, entre las colinas del Yocoima, cuando los sueños y esperanzas eran la única propiedad de la gente honesta y sencilla. Estudié la educación primaria en la Unidad Escolar Morales Marcano. Secundaria en el liceo Tavera Acosta de Upata. Me gradué de periodista en la universidad de la calle y sobreviví a la represión de todos los gobiernos de turno.Hoy tengo menos enemigos, gracias a la acción justiciera de la muerte que los ha ido eliminando poco a poco.
En tertulias sencillas y conversas de duro verbo dialéctico y potente,  el ayer hombre de izquierdas ha devenido con el paso de los años en incrédulo socialdemócrata sin afiliación partidista. Lo que no contradice su condición humana de amante de los matorrales, bosques, arbustos y de no pocas hierbas aromáticas, de químicos medicinales, cosméticos y culinarios.
Su credo existencial, filosófico, político, ecológico, y por sobre todo poético, no tiene desperdicio:
- Todo lo que se desea con fe se obtiene tarde o temprano. Cada quien tiene un santo por dentro. Orar, como recitar un poema, es la mas sencilla forma de comunicarnos con nosotros y con el enigmático creador del universo, es un inmenso poder pocas veces utilizado en medio del materialismo desbordado y ambicioso. La expresión más sublime de la fe son los sueños.
Su credo, su visión misión del universo la ratifica con esta declaración de principios.
-El mundo será más habitable cuando restablezcamos el equilibrio entre los seres vivos y el entorno ambiental. Formemos desde aquí una red espiritual de nuestros sueños, entrelazados en cada pétalo con sus aromas y colores. Busquemos en cada figura arquitectónica la imagen divina de la espiritualidad, porque cada quien ve lo que quiere”.


Cumbre Azul un proyecto ecológico en marcha

Misael Briceño se nos define como un errante cultivador del verde de la floresta tropical en su pequeña finca Cumbre Azul vecina del Cerro California, al Noroeste de Upata, con una vista espectacular sobre el valle del Yocoima. También es un escultor de las ideas y los argumentos firmes. Se define además como un fiel convencido de que el conservacionismo y la ecología son dos palabras un tanto venidas a menos, por culpa de supuestos ambientalistas y polítiquillos que las han usado para provecho propio.
- Aquí tenemos a cada rato jornadas ambientales que sirve bien para la siembra inoportuna de árbolitos, que luego son dejados al amparo de las aves y las plagas y la mano criminal de quien no quiere bosques sino caminos, parcelas habitacionales, conucos o pastizales sin ningún tipo de aditivos de flora. Miles de bolívares, millones de los de antes, se han ido por estas cruzadas sin cruz y por estos programas que son solo excusas para algunos negocios y pantallería comunicacional.
Empecinado sigue en que el Planeta Tierra, la Pacha Mama, su Upata vital, sea algún día un auténtico refugio o escenario de relaciones más armoniosas entre seres humanos y la naturaleza de los árboles, de los montes, de los cantos de aves, del silencio deambular de las lagartijas e iguanas, mil veces agujereadas y obligadas al exterminio. Nos los recuerda con esta queja:
-Bueno Líder qué sentido tiene la locura esa de agarrar una pobre iguana, extraerle los huevos, malcocerla y rellenarle el abdomen, para que luego muera con una gran infección. Más fácil, lógico y ético no sería desenterrarle los huevos, escoger un pequeño o mediano lote y dejar que los demás vivan o luchen por su vida con las sagradas leyes de la evolución de los más aptos.
La Cumbre es su Jardín Botánico
Misael Briceño, con su verbo particular, con melodía de ironias y humor sencillo,  con su voz serena, cantarina como la de los guaros de las sierras caroreñas e incansable como el canto de grillos, nos ratifica que una vez más está de vuelta a la patria chica, a su Upata tan asolada por carroñeros del engaño y por vándalos con poder ocasional.
Desde su atalaya, allá muy cerca del Cerro California, al final de la urbanización Libertador de Upata, ve el presente con ojos críticos y clama por un futuro mejor para sus hijos y nietos. En su finca Cumbre Azul. con un clima fresco, con una vista hermosísima del Valle del Yocoima y las serranías que van al encuentra de la Sierra de El Pao, estribaciones de las pequeñas cordilleras de la cinturón ferrífero de Imataca,  el periodista Briceño, político a ratos,  se declara amante de la naturaleza para proponer allí en ese pequeño vergel la concreción de un proyecto novedoso, un jardín botánico en miniatura.
Allí en esa Cumbre Azul, descansa su proyecto de pequeño parque de flora. Se trata de un espacio para la siembra de especies vegetales olvidadas, en trance de desaparecer, y tradicionales del valle del Yocoima y sus colinas. Un terreno plano en una especie de terraza, cercana a farallones y colinas, donde junto a sus hijos, nietos, amigos, pretende convertirle muy pronto, en su Otoño, en una especie de centro de   educación ambiental, para el reencuentro del hombre, mujer, niño con lo mejor de su entorno, con las aves que se han ido, y que eventualmente regresan a ese refugio: “como las guacharacas trepadoras y bulliciosas, como el inquieto colibrí, como el gusano colorido pero hostil a la piel humana con sus fibrillas de algodón picoso, o con el caracol de baba medicinal y cosmética”.

Su manifiesto ecológico: hay que reestablecer el equilibrio

Misael Briceño toma la palabra y nos recita su transparente manual y sus ideas sobre lo que debe ser esta relación ser humano Madre Tierra, así con mayúscula.
-Otro ejemplo lamentable de esta relación tan suígeneris de hombre y naturaleza, la vivimos a diario, por décadas en estos campos, repletos de cultivos, uno o dos, monocultivo, mientras los bosquecitos, los matorrales primarios, son talados, así sin pena y sin razón alguna. Me da tristeza ver tanto fundo repleto de todo menos de vida silvestre, triste, sin esas especies autóctonas de árboles, que son refugio de vida silvestre. O un hato gigantesco donde la sombra es la noche y no hay matas para el refugio del ganado o como hábitat de vida salvaje o de fuentes hídricas.
En su reflexión nos dibuja un escenarío sombrío para esas plantas ayer amadas, hoy arrasadas:
“El cartán ya es escaso, a pesar de su noble uso en la carpitería, como cerca, incluso como leña de excelente calidad, ni que hablar del pardillo arrasado y muy poco sembrado, nadie lo quiere como sombra o como ornato, lo que ven en su tronco es dinero y negocios, y no muy grande lo cortan y adiós noble amigo, lo mismo pasa con el palo blanco, el chiguiere, el zapatero, la  occidental caoba, el cedro, los apamates, el samán frondoso, el indio desnudo, el yagrumo, el ya ausente camoruco, se nos fueron los almendrones, los uveros, la pesjua, los tamarindos, las ceibas enormes, ya casi no quedan en la ciudad algarrobos, ni quebrahachos, ni cujíes, sustituidos por los bloques, el cemento, la cabilla, el asfalto y la modernidad de la electricidad, las computadoras, los blacberrys, los vergatarios y los carros, y el estrépito del reagetón, capaz de apabullar el melodioso canto de paraulatas, cucaracheros, reinitas y azulejos, casi enmudecidos ante tanto ruido mediático”.

Pequeño inventario vegetal

Inquieto plantea la necesidad de que estas fincas pequeñas, como la suya de dos hectáreas, se reserven por lo menos media hectárea o un tercio como área de reserva de flora o bosque, tal como lo exige la ley.
“Mi aporte en Cumbre Azul es pequeño pero vigoroso, aquí en este fundo tenemos una breve muestra de nuestras plantas y de algunas exóticas. Acá hay desde narajanjales, mangos, árboles de totumo, guanabana o catuche, ciruelas de huesito, aguacates, cambures, una florida cañafistola, maizal en tiempo de lluvias, plantas xerófitas, tomillo, cúrcuma base asiática del curry, chaya ideal para el refrescante jugo con limón, un exótico bambú, el enorme y medicinal eucaliputus australiano, jemjibre, frijoles, mandarina el oro ecológico, arándonos, flores y verdosas plantas ornamentales, además del tradicional instrumental campesino: el budare, la hamaca, el horno, las cercas, las tinajas, los hierros de la faena agrícola”.
Aún con este patrimonio Misal Briceño siente que el camino por recorrer es enorme, lleno de espinas y obstáculos. Le sigue preocupando la tala irracional, el sufriminto de los suelos despojados de su cobertura vegetal protectora, la poca agua que queda en los montes y el exterminio de esos animales que nos alegran la existencia y que tienen tanto o más derecho a sentirse dueños de su naturaleza, que desaparecen o simplemente emigran a los bosques más lejanos y difíciles de acabar. “Pero que por igual son amenazados por mercaderes de madera y de aves y animales de gran demanda en el mercado negro de la gastronomía silvestre o de la exhibición enjaulada”.

La política compañera de siempre

Al término de este paseo por su Cumbre Azul, su rincón cerca y lejos de todo, muy cerca de su Upata mágica, el periodista Misael Briceño, no podría ser de otra manera, tiene tiempo y ganas para disparar su dardo combatiente de las ideas, como para recordarnos que todo humano además de amante de la biodiversidad debe serlo del verbo y la política, porque de otra manera quedaría reducido al estoicismo y la conformidad de los que aún con voz prefieren callarse.
“Jamás el país-dice- estuvo tan necesitado del esfuerzo de todos los venezolanos para defender la libertad y la democracia. Difícil tarea cuando dos minorías se atacan despiadadamente en una batalla a muerte por el poder, menospreciando la justicia. Pero eso no debe doblegar a las mujeres y hombres justos, en permanente lucha por los valores fundamentales de la humanidad. Siembra y Combate”.
Con este mensaje Briceño agarra su lápiz, su libreta, su vieja máquina de escribir, echa el grabador a un lado, y se va cantando silencioso a seguir sembrando en su fundo Cumbre Azul, su auténtico refugio y proyecto de vida, tan esencial para él como el periodismo, que por casi medio siglo le ha marcado y que él, inquieto y dinámico, a pesar de su fornido cuerpo, lo ha cultivado sin descanso.
La palabra es su reino. Y la siembra de conciencia para él no tiene límite como tampoco lo tiene el canto de la guacharaca que retumba en su finca o el agudísimo canto del colibrí o el silencioso caminar del caracol con su casa a cuesta. Así es Misael. Así es el Briceño del Babandí y la poesía, que también lo convida de vez en cuando a su casa de sueños.

Upata, 21 de noviembre de 2010.

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