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Panorámica del este de Upata desde colina de la serranía de El Toro |
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Imagen satelital del cerro El Toro Upata y el punto de observación del Valle (Google Map) |
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Relieve y altitud del Cerro El Toro, imagen tomada de Google Map |
El Toro desde Santa Domingo, predomina vegetación baja sobre manchas boscosas
Cerro El Toro, rocas, chaparrales, bosques y al fondo antenas repetidoras.
Como ya se ha destacado en anteriores entregas alusivas a este patrimonio natural de Upata, hoy en peligro por la tala indiscriminada y el deterioro de su biodiversidad floral y animal, el cerro El Toro esconde- en sus más de 500 hectáreas- una interesante variedad de ecosistemas: desde bosques protectores de quebradas, selvas tropófilas en valles y pendientes, hasta biomas de sabana en áreas escarpadas, terrenos llanos y áreas pedregosas, donde las plantas sobre todo se adaptan a las particularidades del relieve y a la exposición a los vientos dominantes. Cuenta además con pequeños miradores naturales que favorecen la contemplación o recreación pasiva, tanto del valle del Yocoima como de las serranías que bordean la ciudad por todos sus puntos cardinales. Desde su primera colina frontal a Upata, se observa el urbanismo Manuel Piar.
Una de esas colinas que se extiende en paralelo a los sectores Manuel Piar, y San José se eleva hasta los 560 metros sobre el nivel del mar, en su parte más alta, como un muro continuo de sabanas, pedregales y escasos bosques que siguen el curso intermitente y estrecho de pequeñas quebradas montanas que bajan de su tope. A esa altura podemos disfrutar de vistas muy sugestivas del valle, en especial de los barrios, edificaciones y urbanizaciones de su área de expansión, localizada principalmente al este y sureste de Upata, así como de los incontables cerros que rodean la ciudad.
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Tonalidades de verde en este julio lluvioso del 2020 |
En la temporada de sequía esta pared de pendiente muy pronunciada, hasta de 60 grados, tiene la desventura de sufrir los rigores de los incendios forestales, que degradan su paisaje y afectan su fauna, pero por fortuna cuando llegan y se consolidan las lluvias, desde junio hasta finales de año, su verdor es extraordinario, en juego de tonalidades que contrastan con la abundante y oscura presencia de centenares de promontorios, rocas y lajas expuestas a las inclemencias del tiempo.