Esquina de la Sucre con la Beneficencia, donde una vistosa construcción moderna se alterna con las casas típicas de la ciudad. |
Calle Ricaurte, antes de la esquina con la Piar, rincón típico del casco central upatense. |
Calle Sucre subiendo hacia la Plaza Bolívar. |
En horas de la tarde de un día laborable de semana, salvo las concurridísimos corredores comerciales de las calles Miranda e Independencia, el resto de las vías del centro de la ciudad de Upata, suelen presentar un tránsito de moderado a muy bajo de vehículos y peatones.
Esta calma de pueblo provinciano es típico de la Villa del Yocoima, que pese a su crecimiento poblacional y urbano, suele mantener en muchas de sus calles céntricasw este aire plácido y hasta solitario, semejante al que nuestros padres y abuelos, presenciaron y vivieron durante la primera y segunda década del siglo XX, cuando la capital del municipio Piar era sin duda una localidad de provincia adentro, tranquila y de poco bullicio.
Aunado al declive económico de la actividad productiva y comercial experimentado por el país en la última década, por las causas o razones que sean, así se muestra nuestra amada ciudad en las horas postreras de una tarde de julio del 2024.
Pero que las apariencias no engañen, a esa misma hora en la calle Miranda desde la Plaza Bolívar, hasta el corredor con la calle Independencia, desde el Mercado Central hasta las conexiones con las avenidas Valmore Rodríguez y Raúl Leoni, otra Upata distinta a esta de quietud, reposo y hasta abandono parcial o total de muchos de sus inmueble, forma parte esencial y vital de la ciudad.
En este blog hemos mostrado las dos realidades. La Upata que bulle en sus corredores de comercio, donde los vehículos y ahora con fuerza las motocicletas dejan poco espacio a la calma, y la gente de a pie ingresa y sale de su actividades de consumo en los centenares de negocios que allí se acumulan en una sucesión desordenada de edificaciones. Sí. Ese centro de actividad y ruido está presente y es duro a veces de disfrutarlo, porque hay que evadir y tener ojo avizor, para sortear a tanto motorizado inconsciente en sus caballos de hierro y colmarse de paciencia ante la proliferación de compradores de oro y de dólares, que nos recuerdan que estamos en un tiempo de dinámica económica muy distinto al que vivieron nuestros antepasados recientes.
Y claro existe otra ciudad, donde se respira y se vive como en el olvido de los tiempos idos, con viejas casonas en ruinas, e inmuebles comerciales cerrados y deshechos, santamarías abajo y calles sin autos, donde uno puede darse el lujo de caminar plácidamente hasta por el medio de la calzada sin temor alguno a ser atropellado. Esa es la Upata provinciana que se resiste a morir en nuestro centro histórico, y que claro en este momento histórico de recesión económica y tanta inmigración y negocios inactivos, obviamente es una cara de moneda que está allí presente.
Pese a todo este complejo de situaciones Upata sigue siendo muy activa en lo económico y productivo, sosteniendo con sus vaivenes ese potencial que le sigue alimentando como la tercera ciudad en importancia de estado Bolívar.