sábado, 15 de octubre de 2011

Mirada breve a los paisajes de la Gran Sabana

Hace un año, en el mes de noviembre de 2010,  los jóvenes, niños, adolescentes, de la Orquesta Sinfónica de Upata, estuvieron visitando el municipio Gran Sabana y llegaron hasta Villa Pacaraima, en un viaje trazado por el compartir, la alegría de conocer la Venezuela profunda de nuestros tepuyes, ríos y suelos de mil tonalidades del verde al amarillento, al marrón, que serpetean por esta extensa porción de la mágica Guayana. 
De este encuentro juvenil infantil por la mítica Gran Sabana recogemos estas sencillas fotografías, puestas en la red por la joven Johdielys Muñoz, hoy de 15 años, ejecutante de trombón en la Orquesta. 
Imágenes que delatan la hermosa presencia telúrica de esta sabana prodigiosa, que se esparce por sus miles de hectáreas como la morada auténtica de nuestros pueblos indígenas y sus ancestrales dioses y leyendas de creación. 
Los paisajes imágenes son los propios de esta Gran Sabana, llanuras alternadas con colinas donde los bosques juegan con la vegetación herbácea. La cascada del Kamá Merú, desde su atalaya cercana, los tepuyes que se dibujan en el horizonte y la serenidad de un pueblo pemón, habituado al turismo que cual alquimista le transfiguró su quietud, para convertirlo en objeto del deseo de recreación de miles de visitantes al año, quienes como los niños y adolescentes de la Orquesta, se sienten maravillados por la extraordinaria majestuosidad y belleza de aquellos parajes.
En el suplemento Venezuela Tierra Mágica publicado por la empresa Corpoven el escritor y poeta Luis Alberto Crespo nos dice de la Gran Sabana y el Parque Nacional Canaima lo siguiente, en emocionada y transparente prosa:
"Hace millones de años esas tierras conformaban el suelo del planeta. Nosotros las llamamos Escudo Guayanés. Son pues, restos de nuestro viejo mundo que se asoman sobre las cimas de los tepuyes, de formas de mesa, torres truncas, ciudades derruídas, castillos, templos. Permanecen la mayor parte del año cubiertos de nubes. En sus faldas crece la selva, con sus árboles de 35 metros, sus lianas, sus flores, sus epífitas, llenas de pájaros, de insectos, de animales gritadores, y broncos, como el mono y el tigre. Desde los bordes de los tepuyes se desprenden los ríos o brotan entre las grandes hendiduras de la roca, o transcurren en las sombras de la selva, cruzan los valles inmensos, cubiertos de gramíneneas y flanqueados de matorrales, bosques y morichales. Por las noches arriba en los tepuyes el clima es helado, desciende a los 0 grados centígrados. En las sabanas la temperatura nocturna es más benigna, parecida a la de la primavera europea. Pero durante el día y si es verano el Sol abraza". 
Fuerte Maricuyá en Luepa, en enero de 2008, ese día la temperatura descendió a 11 grados a las 6 de la mañana. (Foto: Juan Ruiz Correa)

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