lunes, 2 de diciembre de 2024

Upata en dos tiempos: Ayer Vieja casona pueblerina en modo abandono Hoy utilitaria y poco vistosa construcción comercial

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Hace dos décadas imagen de una de las viejas casonas representativas del casco histórico de Upata, en la esquina de la calle Piar con Ayacucho, destacando sus ventanales altos de madera típicos de las construcciones neocoloniales de la ciudad, sus paredes de bahareque y su techo de dos aguas. Vestigio del pueblo que ya se queda sin referentes de su arquitectura tradicional de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

En la misma esquina anterior la nueva construcción comercial común de la Upata del nuevo milenio. Un edificio de líneas utilitarias y lamentable "diseño" exterior, donde la praxis desencadena fachadas que francamente rompen la estética constructiva de la vieja ciudad, donde las humildes casas de dos aguas tenían el encanto del pasado. La señorial fachada de la casona familiar dio paso a este mamotreto arquitectónico que rompe la tradición y la estética de nuestro casi en extinción casco histórico. 

Upata en dos tiempos: Ayer hotel al final de calle independencia Hoy proliferación de comercios

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Comenzando los años 70 del siglo pasado, una imagen serena,con muy poco bullicio y baja concurrencia peatonal en el casco central de Upata, que entonces era una ciudad miníscula de solo unos 20 mil habitantes. La gráfica nos remite al final de la calle Independencia, muy cerca del viejo Mercado Principal de la ciudad, visible apenas al fondo. Allí estuvo uno de los principales hoteles de la Villa del Yocoima de esa época: el hotel Bicenenario. Este inmueble fue parcialmente modificado, conservando actualmente casi sin modificación la construcción de dos aguas y techo de teja, a la izquierda. 

Final de la calle Indendencia, al fondo la estructura metálica de la remodelación paralizada del Mercado Principal de Upata. La imagen data de octubre del presente año 2024, y muestra parte del habitual movimiento peatonal y de vehículos, así como la sucesión de comercios formales e informales típica de este sector de la ciudad. El viejo hotel Bicentenario hoy convertido en sucesión de locales comerciales, así luce hoy. Básicamente conserva su estructura base, pero modificada en múltiples detalles utilitarios: santamarías, avisos y añadidos metálicos.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Voces Indígenas en las denominaciones toponímicas del noreste de la Guayana Venezolana (II)

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Toponimia indígena un legado cultural vigente en los municipios del noreste y sur de Bolívar


En este contexto los pueblos indígenas, todos, y en nuestro particular énfasis los de la región del noreste de Guayana, llegaron a comprender y asumir como un elemento vital de su cultura que los lugares donde ellos habitaban y sus accidentes geográficos, colinas, montañas, aguas, sabanas, selvas, lugares, formaciones rocosas, etc debían tener nombre propio. Estos sitios contienen la huella de lo humano, a través de una identificación concreta, que le permite diferenciarlos, ubicarlos en su territorio, para otorgarle en muchos casos su valor patrimonial, religioso o mítico. Es decir los pueblos originarios y los que posteriormente se arraigaron en sus tierras obviamente poseen la capacidad de asociar su entorno, sus ecosistemas, sus tierras, con sus tradiciones, saberes, historias, mitos y leyendas, y darle significado a cada lugar o elemento natural de su territorio.

Esa huella quedó registrada oralmente en su propia cultura y en sus comunidades, como conocimiento ancestral, y ese referente toponímico fue de tal manera impregnado, como elemento de identidad, en los relatos, crónicas, estudios y registros cartográficos de los conquistadores y colonizadores que llegaron desde Europa para apropiarse de esas tierras y reclamarlas como territorios de sus gobiernos imperiales. Esa tradición toponímica perdura y está presente hoy en el nombre de ciudades, pueblos, cerros, ríos, que se identifican con voces indígenas, y que constituyen uno de los legados más importantes que los pueblos originarios han realizado a nuestra cultura, identidad y conocimiento geográfico y linguístico.


Vamos a lo concreto. Nombres indígenas en el noreste de Guayana.


Las voces indígenas presentes en el registro toponímico de la región del noreste de Guayana provienen de los pueblos pueblos pariagotos, guayanos más al norte y de los caribes, que predominaban estos últimos en los pueblos de misión de Guasipati, Tupuquén, Carapo, El Miamo y Cumamo, en la zona del Yuruari. En menor magnitud perduran voces de los pueblos guaicas, arawacos, arinagotos y guaraunos.

Primeramente hay que destacar que las grandes denominaciones geográficas en la Orinoquia son indígenas en su origen. Por ejemplo la voz Guayana deriva de un pueblo indígena que habitaba en esta región, en sus valles interiores no tan distantes del Orinoco y el Caroní. Paragua es voz indígena cuyo prefijo “para” es reiterativo en toda América y que significa gran curso de agua.

También tenemos algunas toponimias como Piacoa, Imataca, Caroní, que son voces indígenas que identifican pueblos, sierras. Tenemos la denominación Up Ata, que se puede traducir como mi tierra o mi suelo, pati como sinónimo de suelo o tierra presente en Guasipati. Indígenas son los nombres Tumeremo, Paragua, río y pueblo. Caruachi voz indígena de un pueblo de misión y un paso del río Caroní, Huicsatano otro pueblo de misión cercano a Caruachi y al cerro El Retumbo, que es una palabra desaparecida en la toponimia actual pero que tuvo su vigencia en la historia de las misiones capuchinas en los siglos XVIII, XIX y las primeras décadas del XX, cuando este pueblo entró en decadencia y desapareció como referente regional concreto.

  Costumbre castiza, muy española, es la de asociar los lugares o pueblos de misión a sus santos y vírgenes. Allí tenemos a Ayma en maridaje con San José, Tupuquén con San Félix, El Miamo con la Virgen de Monserrat, Puedpa con Nuestra Señores de los Dolores, Guri el pueblito desaparecido en las aguas de su lago con San Buenaventura, Yacuario voz indígena de significado no claro emparentado con Santa María, que  terminó por desterrarlo como nombre de esa comunidad cercana a Upata. Cupapuí y su derivado Cupapuicito, pueblo y río, asociado a San José.

Sigamos con el inventario preliminar de la toponimia indígena

Larga es la huella de lo indígena en el nombre o identificador toponímico de los ríos, lagunas, en esta zona de Guayana. Allí tenemos una larga lista: Yocoima que significa serpiente de agua para los guayanos, Tagroima, Oronata, Puchima, Cume, Caballape, Yuruari, Yuruán, Cuyuní, Botanamo, Venamo, Macorumo, Cunurí, Antabare, Carichapo, Guanaraparo, Nacupay, Supamo Parapapoy, Guariche, Caratupán, Curripia, Cicapra, Guaramal, Chispa, Cicapra, Tucurén, Amarapo, Guaracaroima, Hualpa, Mucupia,  entre otros.

Cerros, saltos, pueblos, muchos son nombrados con denominaciones indígenas, entre otros Cume, Araitepuy, Machí, Cachamay, Chirica, Guri, Nekuima, Curagual, Sucutum, Chiripón, Quiribay, Porore, Peremo, Guayos, Chapire, Guacarapo.
 

También tenemos voces indígenas que no son exclusivas de Guayana y tienen uso similar toponímico en otras regiones del país, entre otras pao, totumo, corozo, guamito, carata, merecure, jua ua, terecay, etc.

Extrañamente y digno de estudio que una zona con tanta ascendencia indígena como El Palmar y el municipio Padre Pedro Chien, tengan tan poco referente toponímicos de origen indígena. Salvo Puchima, Guanaraparo, Cume, las denominaciones de sitios lugares con voces caribes y guaicas, aquí lo que abundan son toponimios asociados con santos, animales, plantas y palabras de origen hispano. Una hipótesis en este particular caso es que en El Palmar la cultura y la lengua española, y más aún las referencias toponímicas, se impusieron desde la fuerza de los hechos y el poder económico ejercido por los dueños de hatos que se convirtieron en los propietarios de la tierras ganaderas que anteriormente administraron los padres misioneros.

Diferente la huella indígena en la toponimia que está plenamente vigente en el municipio Sifontes, donde existe al sur y este de Tumeremo, una fuerte presencia de pueblos originarios. Entre otras acá tenemos voces indígenas de lugares, ríos, cerros, que perduran, tales como Kamaria, Lema, Botanamo, Yuruán, Venamo, Anacoco, Turumbán, Kavayape, Tumeremo, Pariche, Kimai, Motovay, Chacupare, Aracapa, Karitupia, Maribisí, Guspa, Caiguao, Riconote.

Caso especial el de nuestro río Padre el Orinoco, en la frontera de nuestra Guayana del noreste, que entre otras expresiones indígenas, ha sido llamado Joga-Apururú, Paragua, Bazagua, Parava, Maraguaa, Barraguán, Aparia, Yupaparia, Huriaparia Viaparia, Uyapari, Uyapar, Urinoco, Worenoque, Ibirinoco.
En lo atinente a lo linguístico hay que resaltar aparte del uso generalizado del prefijo “para” como referente a gran curso de agua, los sufijos uní, ení, arí, asociados como raíz en el nombre de muchos de nuestros ríos Caroní, Cuyuní, Cunurí, Yuruaní. Ata que aparece en Up Ata y Oron Ata, siendo una anomalía Yuruari, porque en este caso la raiz iare es más bien propia de pueblos de alto y medio Orinoo.


Importante resaltar que mucha de las denominaciones toponímicas, si bien hacen referencia a referentes concretos, materiales, físicos, de los pueblos indígenas, otras tantas voces alusivas a lugares o accidentes geográficos tienen un significado no claro, ya que la etimología de esas palabras es desconocida.

Conclusión: Hay que rescatar el patrinomio toponímico indígena

Finalmente y como reflexión final tenemos la necesidad y el reto de promover el rescate y conocimiento de nuestra voces indígenas toponímicas; y avanzar , ahondar, en el origen de esas palabras geográficas, asociarlos a lo concreto de su significado o etimología. Reconocer además por qué se adoptaron para señalar o o identificar lugares, sitios, y porque han perdurado la mayoría o han sido borradas otras en la nomenclatura actual. Indagar que así como la toponimia local guayanesa en castellano hace referencia a seres vivos, situaciones, objetos concretos, también muchas de esas voces indígenas hoy lamentablemente son desconocidas en sus significados léxicos originales.

Nuestros pueblos indígenas fueron y son prodigiosos en otorgar atributos humanos y riqueza expresiva a su referentes espaciales o geográficos, a sus sitios, a sus ríos y relieves.

Lamentablemente se han perdido los significados de tales voces indígenas o son desconocidos. Quedando así esas toponimias convertidas en expresiones fonológicas, sonidos, expresiones verbales sin significados simbólicos, metafóricos, míticos, episódicos o concretos, reducidas a servir como referentes de sitios y lugares.

Queda abierta la inquietud, el exhorto a los especialistas, humanistas, académicos, investigadores, a estudiar este tema tan poco explorado en su profundidad y dimensión histórica, cultural, antropológica, como lo es la toponimia indígena.

En homenaje a los pueblos indígenas debemos avanzar finalmente en el objetivo de rescatar nuestro patrimonio toponímico originario en el noreste de Guayana. Ojalá y avancemos pronto en esa dirección.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Voces Indígenas en las denominaciones toponímicas del noreste de la Guayana Venezolana (I)

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Voces indígenas en la toponimia del noreste de Guayana fue el título de una conferencia dictada por el licenciado Juan Ruiz Correa, autor del blog Hemisferio Sur Guayana en el mes de abril del 2016 en la Universidad Nacional Experimental de Guayana Núcleo Menca de Leoni en Upata capital del municipio Piar del estado Bolívar.

En esa oportunidad ante un auditorio compuesto por estudiantes y docentes de este centro de Educación Superior, el periodista y autor de este blog realizó una disertación sobre un tema poco investigado como lo es la toponimia, un campo del conocimiento que se vincula directamente de la geografía, la linguística y las tradiciones, y que ahonda en el estudio de los nombres de los sitios, poblaciones, relieves, cursos de agua, y cualquier espacio natural, tanto en sus aspectos etimológicos como culturales.

 

Un poco de teoría. Qué es la toponimia

De la toponimia que viene del griego "topos" lugar, "onoma" nombre, se nutren precisamente los especialistas en las ciencias geográficas y sobre todo los cartógrafos, para darle identificación a los lugares y espacios naturales de nuestro entorno ambiental.

En palabras del catedrático español Maximiano Trapero un topónimo es una forma léxica que tiene una función semántica localizadora, para identificar un punto concreto de la geografía, donde entran en juego dos magnitudes: la geografía y la lengua.

Al respecto agrega Trapero que "en la toponimia han quedado preservados infinidad de elementos linguísticos característicos de épocas pasadas, de tipo léxico y fonológico”. Esto quiere decir a su criterio que los estratos de la lengua histórica están allí presentes, pero no están muertos, están vivos funcionales, actualizados de continuo en el habla común, con una mayor riqueza en el mundo rural".

En este mismo sentido el investigador de la Universidad de Los Andes Luis Alfonso Rodríguez Carrero señala que la toponimia representa la posibilidad de comprensión de una cultura que de manera cotidiana hace mención a los diversos nombres de regiones, ciudades, sitios, pueblos, que están ligados a tradiciones culturales, muchas veces desconocidas. Concluyendo en la necesidad actual de promover el conocimiento del significado de dichas denominaciones a través de la educación formal y no formal para lograr la comprensión de la pluralidad cultural de Venezuela".

En este orden de ideas el licenciado Ruiz señaló en la conferencia: “Estamos en pañales con respecto a este propósito, y debe ser prioridad en nuestros centros académicos, escuelas, organizaciones culturales, promover el conocimiento de la toponimia como un elemento de identidad y patrimonio de la venezolanidad”. Por lo que sostiene y tiene plena vigencia hoy "la toponimia tiene valor patrimonial y está vinculada a nuestra identidad geográfica y cultural, por lo que ha sido incorporada como un componente básico de la legislación venezolana.

Instituto Geográfico autoridad en materia de toponimia

Esta tarea institucional le corresponde por ley a un ente oficial como lo es el Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar, al que corresponde la responsabilidad de ser la autoridad nacional en materia de nombres geográficos, tal como lo establece la Ley de Geografía Cartográfica y Catastro Nacional, que le asigna la responsabilidad de administrar, conservar y difundir el patrimonio toponímico de la nación mediante la actualización de la Gacetilla de Nombres Geográficos. Este registro documental es el registro metodológico y sistemático de los nombre propios de lugar y accidentes geográficos, asociados a parámetros como tipo de accidente, coordenadas del lugar, ubicación político administrativa, fuente cartográfica y referencia cuadricular.

Importante destacar que además existe otra rama de estudio toponímico que es la cartografía histórica, contenida en mapas, planos, producidos en el pasado, la cual permite reconocer los geotopónimos que ha  entrado en desuso, como por ejemplo la nomenclatura de la Colonia y la de siglo XIX, la primera etapa republicana de Venezuela.

En este contexto teórico legal el licenciado Ruiz aclaró que su disertación estuvo basada en un estudio preliminar de tipo exploratorio y muy básico, de tipo documental y con fuentes vivas, que no tiene obviamente la rigurosidad de las investigaciones formales académicas.  Todo partiendo de una pregunta generadora, que a continuación insertamos:

¿ Qué nos queda hoy de esas palabras de las lenguas aborígenes de América que forman parte del patrimonio toponímico en la región del noreste de la Guayana venezolana?

En cuanto al alcance de su estudio exploratorio documental precisó que la investigación estuvo centrada en el espacio geográfico de los municipios Piar, Roscio, El Callao, Sifontes, Padre Chien y parte de Caroní. Concretamente desde las márgenes del río Caroní al oeste hasta la zona de Imataca localizada al Sur de la Boca Grande del río Orinoco, y de esta porción de la Guayana hasta la región colindante con el territorio Esequibo venezolano, concretamente en la franja del piedemonte de la Sierra de Lema y otras estribaciones montañosas que separan la cuenca del Cuyuní de la Cuenca Alta del Río Caroní.


Este territorio tiene aproximadamente unos 70 mil kilómetros cuadrados de superficie, donde aún y pese al proceso de exterminio demográfico, cultural e histórico por parte de los conquistadores y colonos que se apropiaron de sus tierras sobreviven algunas comunidades de las etnias pemón y cariña, ambas de la rama caribe, que habitan al norte de la Gran Sabana y Sur del Orinoco y este del Caroní. Pese a ese proceso de exterminio lo cierto es que en la zona así como en gran parte del territorio venezolano con un importante componente indígena persisten las huellas de la cultura indígena en lo relativo a la toponimia, que no ha sido borrada y está viva en los nombres de los accidentes geográficos.

Justificación de este estudio exploratorio

Pero por qué es importante la toponimia, conocer el origen y el por qué de la nomenclatura y la denominación exacta que deben tener los lugares, sitios o accidentes geográficos. Lo es porque la toponimia otorga identidad al conocimiento geográfico y la cartografía, que sin este componente cultural o linguístico carecería del sabor local, el componente autóctono,la cultura y la historia de los pueblos que habitan o habitaron esos lugares, y que tuvieron el privilegio de nombrar o identificar con un nombre preciso a dichos espacios, lugares o puntos de interés, como un cerro, una llanura, un río, una laguna, una laja, una localidad o centro poblado. Sin esa nomenclatura específica toponímica esos lugares o sitios e interés geográfico quedarían reducidos en un mapa a un conjunto un tanto “ahistórico” de códigos, líneas imaginarias, coordenadas y simbología cartográfica, carentes de significado para sus habitantes y los propios intereses de los interesados en conocer esos territorios.

Antecedentes al estudio de la toponimia indígena en Venezuela

Ahora para indagar sobre algunas de estas voces, o los posibles nexos de los nombres indígenas de los accidentes geográficos, es posible hacerlo consultando en vivo a los indígenas que siguen habitando algunos territorios ancestrales, o acudiendo a fuentes documentales, como los estudios del padre Miguel Angel de Gerona, autor de un compendio de la lengua pariagota, o el padre Buenaventura de Carrocera, autor del libro "Linguística Indígena Venezolana y las Misiones del Caroní".

Algunas otras referencias las tenemos en el "Glosario de Voces Indígenas", importante obra del intelectual larense Lisandro Alvarado, donde indaga sobre palabras de uso cotidiano indígenas que quedaron luego registradas como nombres geográficos, tales como píritu, cabima, niquitao o guaira, nombres e plantas o utensilios. Otro importante aporte lo realizó el padre Cesareo Armellada investigador de la UCAB, autor de un diccionario del idioma pemón.

martes, 27 de agosto de 2024

Parque Mirador José Antonio Anzoátegui. Un regalo visual para el turista que contempla el Río Padre desde Ciudad Orinoco antigua Soledad

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* Desde el primer semestre del año 2024  el Parque Mirador Antonio José Anzoátegui, ubicado en la zona alta  del sector La Encaramada de Ciudad Orinoco, antigua Soledad, se ha transformado en la principal infraestructura turística de la capital del municipio Independencia del estado Anzoátegui. 

* Se trata de un proyecto construido para la contemplación  del río Orinoco, sus riberas, su puente Angostura, Ciudad Bolívar, Ciudad Orinoco y todo el paisaje natural y humano ubicado en el entorno del curso fluvial, en la zona más angosta de su cauce, que comparten los estados Anzoátegui y Bolívar.

Parte de la cerca perimetral del Parque Mirador José Antonio Anzoátegui.         

Pequeño anfiteatro para eventos culturales, con el Orinoco como telón de fondo.
Una obra de gran impacto para el municipio Independencia.
Así se le da la bienvenida a los turista ya en el interior del Parque Mirador.
El Orinoco con Ciudad Bolívar al fondo, visto desde el Mirador en agosto de 2024.
Atardecer en el Orinoco con el Puente Angostura al fondo.

Con una construcción espectacular, con enormes bases y columnas metálicas tubulares, que le dan sostén a sus corredores y miradores, áreas de recreo, anfiteatro, caminerías, y espacios cerrados para diversos usos, este Parque Mirador ofrece a quienes lo visitan la posibilidad de admirar desde la terraza de lo colina sobre la cual fue construido los paisajes naturales de los bosques protectores del Río Padre, el curso sinuoso, ancho y angosto del Orinoco a su paso por Ciudad Bolívar, el movimiento de los pescadores en sus pequeñas embarcaciones a canalete o motor,  el transporte fuvial de pasajeros en las "lanchitas" de Puerto Blonh y los imponentes atardeceres, que se dibujan al fondo del Puente Angostura.
Este Parque Mirador permite visibilizar igualmetente desde su ubicación privilegiada tipo atalaya, la línea de costa del río Orinoco en su margen derecha, correspondiente a la Guayana venezolana. Visible también desde estas instalaciones la elevada estampa del Casco Histórico de Ciudad Bolívar, el Mirador Angostura, el Paseo Orinoco, obviamente la Piedra del Medio, las islas de Panadero al este, y la del Degredo, al Oeste, así como la franja costera repleta de bosques naturales, ubicados en la margen izquierda de río, sur del estado Anzoátegui.

Pesca artesanal y Feria del Orinoco grandes atractivos de Ciudad Bolívar en el mes de agosto

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A canalete y con remo buscando un mejor sitio para lanzar la atarraya en el canal principal y más angosto del río Orinoco frente a la histórica Ciudad Bolívar.
La pesca y los paseos por el Malecón dan reace a la  Feria de Orinoco 2024. Junto al comercio ambulante y los eventos culturales y deportivos, atraen a miles de turistas durante el mes de agosto, mes de la creciente máxima del Río Padre frente a Ciudad Bolívar.
Preparando las redes. Con destreza
Remando a contracorriente los pescadores en sus faenas de pesca frente al Mirador Angostura.
Desde los andamios en las cercanías del Puente Blonh, los expertos pescadores con atarrayas esperando capturar bocachicos y zapoaras, especies de mayor demanda en la temporada de aguas altas de río Orinoco.
 
En reciente visita al Paseo Orinoco en horas diurnas se pudo visualizar la dinámica de las decenas de pescadores que aprovechan la creciente anual máxima del río Orinoco para lanzar sus redes y anzuelos, en una labor incansable que se extiende desde bien temprando hasta el atardecer. Es una actividad admirada por los visitantes de este paseo, tanto nativos, residentes en Ciudad Bolívar, como los turistas nacionales que recorren estos espacios para sorprenderse o extasiarse con la impetuosidad de la corriente fluvial y las habilidades de las faenas de los pescadores bolivarenses, quienes las despliegan con pericia desde sus canoas, impulsadas o mantenidas sobre el río con remos artesanales, justo frente al Mirador Angostura y los remansos del curso de agua. También reclaman atención los pescadores con atarraya que desde los andamios ubicados en las cercanías del Puerto de Blonh esperan capturar los bocachicos y sapoaras, y otras especies fluviales tan apetecidas por los consumidores locales.
Venta de pescado fresco en el Malecón del Paseo Orinoco, en las cercanías del Mirador Angostura de Ciudad Bolívar.
Desde el Paseo se observa el Mirador de Angostura y los pescadores en su faena de agosto.
En la mañana moderada presencia de turistas y bolivarenses por el Paseo. Al atardecer y en la noche estos espacios se llenan de público, todo en el marco de la Feria del Orinoco, recién finalizada a finales de agosto, con eventos festivos y culturales.

Esplendor y atractivo paisajístico del Orinoco en Ciudad Bolívar. En agosto del 2024 su creciente fue moderada.

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Sobre un promontorio de rocas se alza el Casco Histórico de Ciudad Bolívar, con la Catedral dominando el paisaje urbano. Vista desde el Orinoco en la navegación en lanchas hacia la vecina Ciudad Orinoco antigua Soledad.
Remorcador de gabarras navegando el Río Padre, frente a la Encaramada de Ciudad Orinoco, en lo alto destaca la estructura del Parque Mirador José Antonio Anzoátegui.
Remanso del río frente a pequeño puerto de pescadores de La Encaramada.
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Paisaje fluvial del río credido en agosto del 2024 junto al Paseo Orinoco.
El Orinoco en creciente, a un costado el Puerto de lanchas, y al fondo el Puente Angostura, patrimonio de Ciudad Bolívar y Ciudad Orinoco.
Por pocos días el río Orinoco frente a Ciudad Bolívar exhibió este mes de agosto del 2024 su máximo nivel de aguas, que en esta oportunidad apenas alcanzó los 17 metros con 10 centímetros sobre el nivel del mar, 1 metro con 24 centímetros menos que su record histórico de 18,34 m alcanzado en agosto del 2018 . Fue en consecuencia una moderada creciente del Río Padre. Para la segunda semana de agosto el Orinoco inició su cabeceo, es decir comenzó a bajar o subir pocos centímetros de manera alternada, y para la segunda quincena de este mes el río comenzó a descender ya de forma continua, hasta aproximarse a los 15 metros para finales de agosto. Septiembre es el mes en que el río deja de exhibir su creciente máxima y mayor caudal para comenzar lentamente a develar las rocas, arenales y pequeños farallones en la zona en que su cauce hace contanto con sus márgenes.

La Piedra del Medio, el Orinocómetro de Humboltd, casi engullida por el Río Padre en su anual creciente de agosto.