jueves, 28 de noviembre de 2024

Voces Indígenas en las denominaciones toponímicas del noreste de la Guayana Venezolana (II)

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Toponimia indígena un legado cultural vigente en los municipios del noreste y sur de Bolívar


En este contexto los pueblos indígenas, todos, y en nuestro particular énfasis los de la región del noreste de Guayana, llegaron a comprender y asumir como un elemento vital de su cultura que los lugares donde ellos habitaban y sus accidentes geográficos, colinas, montañas, aguas, sabanas, selvas, lugares, formaciones rocosas, etc debían tener nombre propio. Estos sitios contienen la huella de lo humano, a través de una identificación concreta, que le permite diferenciarlos, ubicarlos en su territorio, para otorgarle en muchos casos su valor patrimonial, religioso o mítico. Es decir los pueblos originarios y los que posteriormente se arraigaron en sus tierras obviamente poseen la capacidad de asociar su entorno, sus ecosistemas, sus tierras, con sus tradiciones, saberes, historias, mitos y leyendas, y darle significado a cada lugar o elemento natural de su territorio.

Esa huella quedó registrada oralmente en su propia cultura y en sus comunidades, como conocimiento ancestral, y ese referente toponímico fue de tal manera impregnado, como elemento de identidad, en los relatos, crónicas, estudios y registros cartográficos de los conquistadores y colonizadores que llegaron desde Europa para apropiarse de esas tierras y reclamarlas como territorios de sus gobiernos imperiales. Esa tradición toponímica perdura y está presente hoy en el nombre de ciudades, pueblos, cerros, ríos, que se identifican con voces indígenas, y que constituyen uno de los legados más importantes que los pueblos originarios han realizado a nuestra cultura, identidad y conocimiento geográfico y linguístico.


Vamos a lo concreto. Nombres indígenas en el noreste de Guayana.


Las voces indígenas presentes en el registro toponímico de la región del noreste de Guayana provienen de los pueblos pueblos pariagotos, guayanos más al norte y de los caribes, que predominaban estos últimos en los pueblos de misión de Guasipati, Tupuquén, Carapo, El Miamo y Cumamo, en la zona del Yuruari. En menor magnitud perduran voces de los pueblos guaicas, arawacos, arinagotos y guaraunos.

Primeramente hay que destacar que las grandes denominaciones geográficas en la Orinoquia son indígenas en su origen. Por ejemplo la voz Guayana deriva de un pueblo indígena que habitaba en esta región, en sus valles interiores no tan distantes del Orinoco y el Caroní. Paragua es voz indígena cuyo prefijo “para” es reiterativo en toda América y que significa gran curso de agua.

También tenemos algunas toponimias como Piacoa, Imataca, Caroní, que son voces indígenas que identifican pueblos, sierras. Tenemos la denominación Up Ata, que se puede traducir como mi tierra o mi suelo, pati como sinónimo de suelo o tierra presente en Guasipati. Indígenas son los nombres Tumeremo, Paragua, río y pueblo. Caruachi voz indígena de un pueblo de misión y un paso del río Caroní, Huicsatano otro pueblo de misión cercano a Caruachi y al cerro El Retumbo, que es una palabra desaparecida en la toponimia actual pero que tuvo su vigencia en la historia de las misiones capuchinas en los siglos XVIII, XIX y las primeras décadas del XX, cuando este pueblo entró en decadencia y desapareció como referente regional concreto.

  Costumbre castiza, muy española, es la de asociar los lugares o pueblos de misión a sus santos y vírgenes. Allí tenemos a Ayma en maridaje con San José, Tupuquén con San Félix, El Miamo con la Virgen de Monserrat, Puedpa con Nuestra Señores de los Dolores, Guri el pueblito desaparecido en las aguas de su lago con San Buenaventura, Yacuario voz indígena de significado no claro emparentado con Santa María, que  terminó por desterrarlo como nombre de esa comunidad cercana a Upata. Cupapuí y su derivado Cupapuicito, pueblo y río, asociado a San José.

Sigamos con el inventario preliminar de la toponimia indígena

Larga es la huella de lo indígena en el nombre o identificador toponímico de los ríos, lagunas, en esta zona de Guayana. Allí tenemos una larga lista: Yocoima que significa serpiente de agua para los guayanos, Tagroima, Oronata, Puchima, Cume, Caballape, Yuruari, Yuruán, Cuyuní, Botanamo, Venamo, Macorumo, Cunurí, Antabare, Carichapo, Guanaraparo, Nacupay, Supamo Parapapoy, Guariche, Caratupán, Curripia, Cicapra, Guaramal, Chispa, Cicapra, Tucurén, Amarapo, Guaracaroima, Hualpa, Mucupia,  entre otros.

Cerros, saltos, pueblos, muchos son nombrados con denominaciones indígenas, entre otros Cume, Araitepuy, Machí, Cachamay, Chirica, Guri, Nekuima, Curagual, Sucutum, Chiripón, Quiribay, Porore, Peremo, Guayos, Chapire, Guacarapo.
 

También tenemos voces indígenas que no son exclusivas de Guayana y tienen uso similar toponímico en otras regiones del país, entre otras pao, totumo, corozo, guamito, carata, merecure, jua ua, terecay, etc.

Extrañamente y digno de estudio que una zona con tanta ascendencia indígena como El Palmar y el municipio Padre Pedro Chien, tengan tan poco referente toponímicos de origen indígena. Salvo Puchima, Guanaraparo, Cume, las denominaciones de sitios lugares con voces caribes y guaicas, aquí lo que abundan son toponimios asociados con santos, animales, plantas y palabras de origen hispano. Una hipótesis en este particular caso es que en El Palmar la cultura y la lengua española, y más aún las referencias toponímicas, se impusieron desde la fuerza de los hechos y el poder económico ejercido por los dueños de hatos que se convirtieron en los propietarios de la tierras ganaderas que anteriormente administraron los padres misioneros.

Diferente la huella indígena en la toponimia que está plenamente vigente en el municipio Sifontes, donde existe al sur y este de Tumeremo, una fuerte presencia de pueblos originarios. Entre otras acá tenemos voces indígenas de lugares, ríos, cerros, que perduran, tales como Kamaria, Lema, Botanamo, Yuruán, Venamo, Anacoco, Turumbán, Kavayape, Tumeremo, Pariche, Kimai, Motovay, Chacupare, Aracapa, Karitupia, Maribisí, Guspa, Caiguao, Riconote.

Caso especial el de nuestro río Padre el Orinoco, en la frontera de nuestra Guayana del noreste, que entre otras expresiones indígenas, ha sido llamado Joga-Apururú, Paragua, Bazagua, Parava, Maraguaa, Barraguán, Aparia, Yupaparia, Huriaparia Viaparia, Uyapari, Uyapar, Urinoco, Worenoque, Ibirinoco.
En lo atinente a lo linguístico hay que resaltar aparte del uso generalizado del prefijo “para” como referente a gran curso de agua, los sufijos uní, ení, arí, asociados como raíz en el nombre de muchos de nuestros ríos Caroní, Cuyuní, Cunurí, Yuruaní. Ata que aparece en Up Ata y Oron Ata, siendo una anomalía Yuruari, porque en este caso la raiz iare es más bien propia de pueblos de alto y medio Orinoo.


Importante resaltar que mucha de las denominaciones toponímicas, si bien hacen referencia a referentes concretos, materiales, físicos, de los pueblos indígenas, otras tantas voces alusivas a lugares o accidentes geográficos tienen un significado no claro, ya que la etimología de esas palabras es desconocida.

Conclusión: Hay que rescatar el patrinomio toponímico indígena

Finalmente y como reflexión final tenemos la necesidad y el reto de promover el rescate y conocimiento de nuestra voces indígenas toponímicas; y avanzar , ahondar, en el origen de esas palabras geográficas, asociarlos a lo concreto de su significado o etimología. Reconocer además por qué se adoptaron para señalar o o identificar lugares, sitios, y porque han perdurado la mayoría o han sido borradas otras en la nomenclatura actual. Indagar que así como la toponimia local guayanesa en castellano hace referencia a seres vivos, situaciones, objetos concretos, también muchas de esas voces indígenas hoy lamentablemente son desconocidas en sus significados léxicos originales.

Nuestros pueblos indígenas fueron y son prodigiosos en otorgar atributos humanos y riqueza expresiva a su referentes espaciales o geográficos, a sus sitios, a sus ríos y relieves.

Lamentablemente se han perdido los significados de tales voces indígenas o son desconocidos. Quedando así esas toponimias convertidas en expresiones fonológicas, sonidos, expresiones verbales sin significados simbólicos, metafóricos, míticos, episódicos o concretos, reducidas a servir como referentes de sitios y lugares.

Queda abierta la inquietud, el exhorto a los especialistas, humanistas, académicos, investigadores, a estudiar este tema tan poco explorado en su profundidad y dimensión histórica, cultural, antropológica, como lo es la toponimia indígena.

En homenaje a los pueblos indígenas debemos avanzar finalmente en el objetivo de rescatar nuestro patrimonio toponímico originario en el noreste de Guayana. Ojalá y avancemos pronto en esa dirección.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Voces Indígenas en las denominaciones toponímicas del noreste de la Guayana Venezolana (I)

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Voces indígenas en la toponimia del noreste de Guayana fue el título de una conferencia dictada por el licenciado Juan Ruiz Correa, autor del blog Hemisferio Sur Guayana en el mes de abril del 2016 en la Universidad Nacional Experimental de Guayana Núcleo Menca de Leoni en Upata capital del municipio Piar del estado Bolívar.

En esa oportunidad ante un auditorio compuesto por estudiantes y docentes de este centro de Educación Superior, el periodista y autor de este blog realizó una disertación sobre un tema poco investigado como lo es la toponimia, un campo del conocimiento que se vincula directamente de la geografía, la linguística y las tradiciones, y que ahonda en el estudio de los nombres de los sitios, poblaciones, relieves, cursos de agua, y cualquier espacio natural, tanto en sus aspectos etimológicos como culturales.

 

Un poco de teoría. Qué es la toponimia

De la toponimia que viene del griego "topos" lugar, "onoma" nombre, se nutren precisamente los especialistas en las ciencias geográficas y sobre todo los cartógrafos, para darle identificación a los lugares y espacios naturales de nuestro entorno ambiental.

En palabras del catedrático español Maximiano Trapero un topónimo es una forma léxica que tiene una función semántica localizadora, para identificar un punto concreto de la geografía, donde entran en juego dos magnitudes: la geografía y la lengua.

Al respecto agrega Trapero que "en la toponimia han quedado preservados infinidad de elementos linguísticos característicos de épocas pasadas, de tipo léxico y fonológico”. Esto quiere decir a su criterio que los estratos de la lengua histórica están allí presentes, pero no están muertos, están vivos funcionales, actualizados de continuo en el habla común, con una mayor riqueza en el mundo rural".

En este mismo sentido el investigador de la Universidad de Los Andes Luis Alfonso Rodríguez Carrero señala que la toponimia representa la posibilidad de comprensión de una cultura que de manera cotidiana hace mención a los diversos nombres de regiones, ciudades, sitios, pueblos, que están ligados a tradiciones culturales, muchas veces desconocidas. Concluyendo en la necesidad actual de promover el conocimiento del significado de dichas denominaciones a través de la educación formal y no formal para lograr la comprensión de la pluralidad cultural de Venezuela".

En este orden de ideas el licenciado Ruiz señaló en la conferencia: “Estamos en pañales con respecto a este propósito, y debe ser prioridad en nuestros centros académicos, escuelas, organizaciones culturales, promover el conocimiento de la toponimia como un elemento de identidad y patrimonio de la venezolanidad”. Por lo que sostiene y tiene plena vigencia hoy "la toponimia tiene valor patrimonial y está vinculada a nuestra identidad geográfica y cultural, por lo que ha sido incorporada como un componente básico de la legislación venezolana.

Instituto Geográfico autoridad en materia de toponimia

Esta tarea institucional le corresponde por ley a un ente oficial como lo es el Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar, al que corresponde la responsabilidad de ser la autoridad nacional en materia de nombres geográficos, tal como lo establece la Ley de Geografía Cartográfica y Catastro Nacional, que le asigna la responsabilidad de administrar, conservar y difundir el patrimonio toponímico de la nación mediante la actualización de la Gacetilla de Nombres Geográficos. Este registro documental es el registro metodológico y sistemático de los nombre propios de lugar y accidentes geográficos, asociados a parámetros como tipo de accidente, coordenadas del lugar, ubicación político administrativa, fuente cartográfica y referencia cuadricular.

Importante destacar que además existe otra rama de estudio toponímico que es la cartografía histórica, contenida en mapas, planos, producidos en el pasado, la cual permite reconocer los geotopónimos que ha  entrado en desuso, como por ejemplo la nomenclatura de la Colonia y la de siglo XIX, la primera etapa republicana de Venezuela.

En este contexto teórico legal el licenciado Ruiz aclaró que su disertación estuvo basada en un estudio preliminar de tipo exploratorio y muy básico, de tipo documental y con fuentes vivas, que no tiene obviamente la rigurosidad de las investigaciones formales académicas.  Todo partiendo de una pregunta generadora, que a continuación insertamos:

¿ Qué nos queda hoy de esas palabras de las lenguas aborígenes de América que forman parte del patrimonio toponímico en la región del noreste de la Guayana venezolana?

En cuanto al alcance de su estudio exploratorio documental precisó que la investigación estuvo centrada en el espacio geográfico de los municipios Piar, Roscio, El Callao, Sifontes, Padre Chien y parte de Caroní. Concretamente desde las márgenes del río Caroní al oeste hasta la zona de Imataca localizada al Sur de la Boca Grande del río Orinoco, y de esta porción de la Guayana hasta la región colindante con el territorio Esequibo venezolano, concretamente en la franja del piedemonte de la Sierra de Lema y otras estribaciones montañosas que separan la cuenca del Cuyuní de la Cuenca Alta del Río Caroní.


Este territorio tiene aproximadamente unos 70 mil kilómetros cuadrados de superficie, donde aún y pese al proceso de exterminio demográfico, cultural e histórico por parte de los conquistadores y colonos que se apropiaron de sus tierras sobreviven algunas comunidades de las etnias pemón y cariña, ambas de la rama caribe, que habitan al norte de la Gran Sabana y Sur del Orinoco y este del Caroní. Pese a ese proceso de exterminio lo cierto es que en la zona así como en gran parte del territorio venezolano con un importante componente indígena persisten las huellas de la cultura indígena en lo relativo a la toponimia, que no ha sido borrada y está viva en los nombres de los accidentes geográficos.

Justificación de este estudio exploratorio

Pero por qué es importante la toponimia, conocer el origen y el por qué de la nomenclatura y la denominación exacta que deben tener los lugares, sitios o accidentes geográficos. Lo es porque la toponimia otorga identidad al conocimiento geográfico y la cartografía, que sin este componente cultural o linguístico carecería del sabor local, el componente autóctono,la cultura y la historia de los pueblos que habitan o habitaron esos lugares, y que tuvieron el privilegio de nombrar o identificar con un nombre preciso a dichos espacios, lugares o puntos de interés, como un cerro, una llanura, un río, una laguna, una laja, una localidad o centro poblado. Sin esa nomenclatura específica toponímica esos lugares o sitios e interés geográfico quedarían reducidos en un mapa a un conjunto un tanto “ahistórico” de códigos, líneas imaginarias, coordenadas y simbología cartográfica, carentes de significado para sus habitantes y los propios intereses de los interesados en conocer esos territorios.

Antecedentes al estudio de la toponimia indígena en Venezuela

Ahora para indagar sobre algunas de estas voces, o los posibles nexos de los nombres indígenas de los accidentes geográficos, es posible hacerlo consultando en vivo a los indígenas que siguen habitando algunos territorios ancestrales, o acudiendo a fuentes documentales, como los estudios del padre Miguel Angel de Gerona, autor de un compendio de la lengua pariagota, o el padre Buenaventura de Carrocera, autor del libro "Linguística Indígena Venezolana y las Misiones del Caroní".

Algunas otras referencias las tenemos en el "Glosario de Voces Indígenas", importante obra del intelectual larense Lisandro Alvarado, donde indaga sobre palabras de uso cotidiano indígenas que quedaron luego registradas como nombres geográficos, tales como píritu, cabima, niquitao o guaira, nombres e plantas o utensilios. Otro importante aporte lo realizó el padre Cesareo Armellada investigador de la UCAB, autor de un diccionario del idioma pemón.