Daniel Ruiz Correa, poeta y matemático, en tono de nostalgia nos regala su pincelada de historias sobre el Bicentenario de su infancia
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Calle Canaima principal, muy cambiada con respecto a la vieja vía de la Upata de los 60 y 70. |
Dejemos entonces que sea el propio Daniel "Lucas" o Bum como lo llamaban en su intimidad familiar quién nos introduzca en un pasado que los ayudó a forjar su carácter y con sus vaivenes los preparó para afrontar los retos de la superación personal, profesional o humana, como adulto de bien, identificado plenamente con su entorno vecinal y con Upata su tierra, pueblo, ciudad, realidad y escenario natural y de vida, cada uno a su modo, cada uno a su ritmo y con su timbre particular, con su propia melodía y armonía, en un concierto sinfónico sin director pero con mucha calidad interpretativa. Así inicia su relato y descripción Daniel Ruiz:
Sobrenombres y amistades
De esa infancia temprana en nuestra urbanización Bicentenario, cuando comenzamos a tener conciencia del lugar que habitábamos y el entorno de amistades, compañeros de barrio, amigos, vecinos, los nombres todos se asocian con apodos. En ese entonces cada muchacho tenía su sobrenombre. Unos relativamente amigables, otros un poco más vergonzosos u ofensivos. Humberto Bálsamo el gran amigo, compañero compadre hoy ausente, fue conocido en sus tiempos juveniles como Bachaco. Él era de los más conocidos y activos en el barrio, muy travieso y osado en sus correrías por las calles, descalzo cuando niño asi andaba, incansable, dicharachero, gran jugador de carnaval con agua, con bombas, siempre presto en su infancia para el trabajo como complemento de ingreso en el hogar y aventurero en las correrías por los sabanales y cerros cercanos a la urbanización. Luego todo un dandy tropical, muy bien vestido, amante de los colores oscuros y de la buena música, baladas sobre todo, con una envidiable colección de discos y CD, y con un teclado que supo valorar.